La semana pasada todos nos alarmábamos con las noticias sobre la desastrosa situación económica que atravesaba la empresa de Vince Power, propietaria y organizadora de nuestro FIB. Poco después, los poderes públicos anunciaban el rescate, y aseguraban que no dejarían caer al festival de Benicássim. Lo cual no se sabe si debe tranquilizarnos o no, porque cuando un político promete algo…
En cualquier caso, lo que está claro a estas alturas es la pérdida de crédito de la marca FIB en los últimos años, por seguir utilizando la palabrería económica con la que los medios nos atiborran todos los días. Music Festivals, la empresa de Power ha perdido mucho dinero por meterse en proyectos fallidos como el Costa de Fuego y el Hop Farm, pero su producto estrella es el FIB y también ha perdido público y generado menos ingresos en su última edición.
Lo que es peor, su imagen se ha empequeñecido, perdiendo terreno a toda marcha en el ranking de los mejores festivales españoles. La revista Rolling Stone ha publicado un interesante estudio clasificando los grandes festivales nacionales en base a diferentes magnitudes, todas numéricas y objetivas, como asistencia de público, impacto económico, consumo de bebidas, menciones en las redes sociales… El FIB no ocupa el primer lugar en ninguna de ellas.
Estos datos confirman lo que cualquier seguidor del panorama macro festivalero nacional ya sabía. El FIB ya no es puntero, ni el protagonista de esa escena. El prestigio de lo vanguardista se lo ha quitado el Primavera Sound; la popularidad y el público masivo, el Arenal Sound, desde una playa situada a pocos kilómetros de Benicássim. Y para más inri, le ha salido un duro competidor en el Norte (estilo Juego de Tronos): el BBK se llevó este año la jugosa exclusiva de Radiohead.
Todo esto se puede achacar a factores casi inevitables, como el desgaste que implica mantenerse en lo alto más de 20 años. Hay un relevo generacional obligado, y otro que es causa de la torpeza de la organización. El núcleo de fanáticos de las primeras generaciones se van pasando hacia propuestas más maduras o dicatads por el hipster style, como el Tanned Tin o el Primavera Sound. Los jóvenes que llegan ahora no se enganchan al FIB porque no tienen dinero. El abono del Arenal Sound puede costarles hasta ocho veces menos que el de Benicássim; el cartel no es mucho peor a los ojos de un veinteañero y se lo pasan pipa en las playas de Burriana.
Porque la política artística del FIB en las últimas dos ediciones también es para analizar, y mucho. Lo de Julieta y Guetta (perdón por el pareado) tendría innegable intención comercial, pero de nada sirve si te machacan en las redes sociales. Querer amalgamar al público británico y al español es también muy loable, pero hay que saber hacerlo. El FIB ha perdido público nacional a borbotones. No baja a la arena de FB y Twitter a batirse el cobre con sus nuevos competidores (PS, BBK, Arenal Sound, Low Cost).
En los últimos años, ha sido un festival endiosado y confundido por su tirón pasado, pero este mundo se mueve muy rápido. Antes de que te dés cuenta, es Gabi Ruiz de PS el que te espeta en la cara que no haces más que «chupar rueda». Y cómo contrasta la situación del PS, que ha vuelto a dar un golpe sobre la mesa anunciando a Blur para el 2013, con la de un FIB que sólo ha anunciado que no puede pagar a sus acreedores.
Así pues, si el FIB ya no tiene el prestigio del público hipster y más exquisito, ni la popularidad del público jóven que quiere fiesta y playa, y si tampoco tiene las mejores exclusivas, ¿qué le queda? sólo nombre, historia. Esa es la baza que debe jugar en la o las ediciones que le queden. Algo así como el habitual cartel de «liquidación por cierre» que ponen las tiendas de barrio, aunque no sea verdad. Que bajen los precios (mucho) y que anuncien que este puede ser el último FIB. ¿Tú te lo perderías?