Bravo, Fisher, Bravo
Hay dos tipos de personas en la historia: las que guían y las que se dejan guiar.
No hace falta decir en qué grupo está nuestro hamijo sintetizado. Un Valle Invisible que se hace tangible desde el segundo uno. Porque abrir un álbum en forma de despedida ya deja a las claras el vendaval que se nos viene encima.
Hablar sobre el componente emocional que lograr extraer del oyente se hace especialmente difícil; una sonorización elegida con un detalle pocas veces visto en una producción española, y unas vocales con más significado que encaje, nos transportan a los paraísos (o infiernos) que salen de las sinapsis cerebrales de Bravo.
Tras una brillante tragicomedia en ‘Sanseacabó’, arranca con doble bombo ’39’, que si dijeramos que es un «hit rompepistas» seríamos unos hijos de la gran puta sin imaginación alguna (como el 79% de los críticos indies musicales de este país).
Esto es algo más que una cosa para bailar, se debería pedir como mínimo al oyente que lleve a cabo una introspección basánodse en su letra, que se tambalea de un extremo a otro en la tristeza y alegría. Acabando por todo lo alto y una vez con programaciones salidas de la faktoría Nordik.
De ‘Miradas’ no se puede decir nada, ya que no se puede tomar el nombre de YAHVÉ, tu Dios, en vano. En 5 años se incluirá en los planes de estudios de TODAS las carreras.
Seguro que detrás de este álbum hay una serie de historias (las típicas de amoríos, desamorçios, movidas y tontunas así) que son las que se intentan plasmar con una frialdad que toca la fibra en más ocasiones de las deseadas. En ‘Corriendo a ciegas’ pasa, sin saber como lo hace de nuevo. Algo de mérito debe tener ese constante BUM BUM que serpentea durante todo el álbum y que hace mantener la atención en todo momento, para no perderse ninguna pildorita machacona.
‘Ysis’ no nos gusta. Pero tiene un interludio de 1:58 a 2:10 que también ganaría un premio UFI. Venga, al turrón.
‘Por lo más oscuro, amanece’. Otra que deberían poner en las puertas de todos los discopubs HINDYES de España a la hora del cierre, cuando los cada vez más frecuentes paletos-outsiders que llenan estas salas van a la caza de lindas cervatillas, acercando manazas con restos aún de chapa de la semana laboral a inocentes estudiantes de publicidad. Ahí debería salir esta onda sonora y repartir bofetones entre estos vikingos.
Luego Bravo se ve que se fué de vacaciones por ahí, tuvo que hacerlo en barca, ya que las maletas acabaron en el agua. A nadie pareció importarle ya que de nuevo, si apreciamos, la estructura del tema sube de una forma que sólo los que estaban en la temporada Elástico Flexiclub 2004-2005 recordarán, en forma de MDMA marrón.
Otra preciosidad de sintes, cajas de ritmos y demás instrumentos del señor Chromatique, que trabajan para que la tristeza de la lírica quede olvidada en el momento, para pegarte más tarde, cuando menos te lo esperes.
En ‘Floridablanca‘, en ‘Floridablanca’… Otro tema en el que después de 10 segundos de arranque no queda otra que poner la media mueca labial y decirse para los adentros : «Vaya un cabrón, ya me la ha líado de nuevo». Palmada sampleada, sinte ligero, bombo (manual) y a correr. Estribillo de vademécum y a bailar, que aquí el que no baila no folla.
De nuevo hace uso del recurso de subidón-bajona-SUBIDONAZO, con una conjugación de loops en diferentes escalas que se te puede ir la olla a Camboya de bueno que se queda. Vamos, que toda la canción huele a canela, pero es veneno.
De ‘Un nuevo hogar’ tampoco se debería poder hablar (tú, redactor de JNSP, mucho menos, HJDP). Otro trallazo bombeado desde el headquarters Fisher en Pucela, bomba de relojería que rompe con metralla en el corazón del oyente más tarde o más temprano. Con una instrumentación que de nuevo clama a la nostalgia ochentas, hace que la letra quede encumbrada al instante a la categoría de himno.
La última, ‘Tras el cristal’, es un 5, el track oculto de la BSO de Drive. Tiene que ganar con los años, y deja de nuevo a las claras la faceta crooner de Bravo. Tupé, Minitel y vocoder.
Nosotros hemos llegado al final de El Valle Invisible, y sin drogas ni alcohol. Ojalá los otros 540 indies de España también lleguen.
Nota bandálica: RABO, FISHER (lo que se traduce por un 10 como una casa)
PD: Nos dejamos millones de historias locas de este álbum, pero no pretende ser una review (valiente cabrón el que hace reVIEWS a cosas que se escuchan). Sólo es un pequeño homenaje a un grupo de gente que sabe tocar cosas con botones y cantar, y que suene bien. Cosa que nunca se podrá comparar siquiera al que escribe sobre ello.