Hacer la crónica del Arenal Sound 2013 es hablar del evento musical más multitudinario del año en España. Los medios le dedicarán muchas menos páginas que al Primavera, pero ahí están sus 280.000 asistentes, que colocan al Arenal en lo más alto de la lista. Con lo bueno y lo malo que eso trae consigo.
Crisis, ¿qué crisis?
Tras tres años seguidos aisitiendo al Arenal, podemos deciros que la frase «creciendo cada año» en este caso no es un simple tópico. A pesar del «olvido» de los medios especializados, y a pesar de la tan manoseada crisis, Arenal Sound es el único festival que ha crecido a las claras en estos últimos años, especialmente en impacto económico (que al final es lo que importa). 30 millones de euros para las arcas de los ciudadanos de Burriana dan fe de ello. Compárese con los 15-20 millones estimados por el señor Vince Power como impacto económico de «su» FIB 2013.
Cuatro años después, la filosofía que ha hecho crecer al Arenal se mantiene intacta: ofrecer diversión a mejor precio que la competencia. En la confección del cartel, ecléctico desde sus inicios, han apostado ahora por un mayor énfasis en la EDM, tan del gusto del público joven europeo y americano.
Dos terceras partes de la programación se han ido este año en electrónica, con gran protagonismo de su estilo más aburrido: el dubstep. Pero ojo, que ha sido un acierto. La generación YouTube ha respondido a la perfección, y con ella el AS le ha comido la tostada no sólo al FIB, sino a toda la competencia veraniega nacional.
Cincuenta y cinco mil asistentes de media por jornada no es cuestión de suerte. Claro que no todos eran chavalines de los que hacen botellón fuera y entran a las 2:30 para su ración de electrónica. Atraídos por un cartel tan grande que tenía de todo, también había unos pocos viejunos, como los que suscribimos estas líneas, sin ir más lejos.
Esta crisis
Y esa es la única crisis que ha habido estos días en Burriana: la del festivalero sibarita, la del indie de libro, que tenía que salir huyendo a las mismas 2:30, para no ser aplastado por la avalancha de jóvenes en las puertas. El que venía a escuchar a We Are Standard, Editors, Chucho, Bigott, Is Tropical o The Kooks, se ha encontrado un ambiente poco alentador a altas horas de la madrugada, donde prácticamente lo único que se escuchaban eran machacantes drops por aquí y por acullá.
Pero no crean, que tampoco somos de esos nostálgicos. El panorama cambia cada pocos años, y quizá lo que anuncia este Arenal es la crisis definitiva de la historia de amor entre el indie y el mainstream, tal y como la hemos vivido en los últimos siete u ocho años. Que para petar un festival ya no hay que poner en lo alto del cartel a The Killers y Arctic Monkeys. Que eso era en 2009, oiga.
Hablando de cabezas de cartel, si quitamos a Aoki, no había ninguno claro, y esa es otra de las estrategias del Arenal. Apostar más bien por nichos o géneros, y llenar el cartel con clases medias, término que no usamos en plan peyorativo ni mucho menos. De hecho, esto tiene la ventaja de dejar brillar a grupos que de otra forma no lo harían.
En ese segundo escalón de cabezas de cartel de la «música con guitarras», cabe destacar a Editors, con un registro un poco más oscuro y para hombres. Cerrraron con una versión extendida, festivalera y épica de ‘Papillon’, para gozo y disfrute del respetable. Eso sí, se echó de menos ‘Phone Book’, quizá su mejor tema del nuevo disco.
The Kooks lo petaron también con lo suyo, un espectáculo muy parecido al del Dcode 2012, que hace las delicias de las nenas y sacia las necesidades de estribillos indie rock facilones del personal.
En el lado indie nacional, quizá el que más se elevó sobre el ruido del dubstep, haciendo precisamente lo contrario, con sólo su voz y el piano, fue Iván Ferreiro. Simbólico ese coro de miles de personan añorando y cantándole a los ‘Años 80’.
Mención especial para Manel y los grupos en catalán, que tuvieron un éxito rotundo y quizá poco esperado. Y es que la música de Manel tiene ese «algo» que te hace disfrutarla y mucho en directo, aunque no entiendas el catalán. Y si mucho gente tampoco entiende el inglés, por qué tendría que extrañarnos…
¿Y a quién podemos destacar en medio del marasmo electrónico, de esa actual EDM que suena toda a lo mismo? Pues hay un nombre propio muy claro, y es el del guatemalteco Meneo, que tenía a reventar el Coca Cola Stage (junto a la playa), pinchando a la misma hora que Dirtyphonics. No sólo su selección musical es distinta y refrescante; lo de pinchar en bolas, ahí con la merienda colgando, ya es de genio.
El escenario de la playa fue precisamente un oasis para los que buscaban algo menos agresivo y más indie dance a las horas cercanas al amanecer. Unos Buffetlibre, unos Elyella DJs, Make The Girl Dance o la indie friendly Virgina Diaz salvaban la papeleta al final de la noche para el público festivalero de siempre.
A nivel general, decir que a pesar de la monstruosa afluencia de público, la organización ha mejorado. No puedo dejar de pensar que una de las razones de la popularidad del AS es su comunicación en redes sociales, impecable antes y durante el festival. El CM nos tenía puntualmente informados de las palabras de los artistas tras pasar por los escenarios. «Amazing crowd» fue una expresión tan repetida por los grupos como «entregadísimo» por los cronistas de EFE.
Tras el éxito de la cuarta edición, ya hay fechas (31 de julio a 3 de agosto) y grandes planes para el quinto aniversario del Arenal. Si sois de los que no os queréis perder por nada del mundo, tenéis la posibilidad de ganar entradas para el 2014 con el concurso #photosounder2013.