Esta semana, La 2 de TVE ha emitido por primera vez en abierto el documental “Limbo Starr: Diez, cuenta atrás”, que se estrenó hace ya un par de años en el festival In-Edit de Barcelona, con gran acogida mediática. Dirigido por Diego Olmo Morales, responsable de videoclips de Toundra, Nothink o Tachenko, y producido por el colectivo barcelonés Letsgoproject, el filme repasa la trayectoria de una de las discográficas independientes más bizarras del panorama artístico nacional.
El sello Limbo Starr, fundado por David López y Fernando Alfaro en el año 2001, logró alejarse del convencional modelo de negocio de la época, para concebir la música independiente desde una óptica más romántica y creativa.
Ambos evidenciaron que se podía aunar visión empresarial con calidad musical. Como si de una cofradía se tratase, este sello se preocupa por sus artistas, por promocionar álbumes excelentes, sin atender prioritariamente a las redundantes tendencias populares, y por vender sus discos al margen de una gran distribuidora (ellos mismos envían por correo ordinario los pedidos para evitar el encarecimiento de los productos).
El documental narra en 90 minutos la historia cronológica de los primeros 10 años de la compañía, a través de las voces e imágenes de los auténticos protagonistas. David López y su mujer/socia Carmen S. Ulla (ejes centrales de la narración), Nacho Vegas, Fernando Alfaro (cofundador que más tarde se marcharía del proyecto para retomar su carrera musical en Chucho), el productor Paco Loco y la mayoría de las bandas que conforman el sello: Tachenko, Cuchillo, PAL, la disuelta Half Foot Outside, Remate, Brian Hunt, Abraham Boba, Fantasma 3, Is, Clovis, Ornamento y Delito o Reina Republicana.
Cuenta además con las colaboraciones de acreditados melómanos, especialistas en sus respectivos medios de comunicación, como Julio Ruiz (Disco Grande, RNE3), Santi Carrillo (Rockdelux), Joan S. Luna (Mondo Sonoro) y Manu González (Go Mag) para testimoniar desde una perspectiva objetiva el esfuerzo, los éxitos y los baches de esta sociedad familiar en su carrera.
David López comenzó su andadura en el negocio como director artístico en la multinacional RCA, lo que le ayudó a conocer los secretos más profundos de la industria. Allí trabajó con Los Planetas, Kiko Veneno o El Niño Gusano, entre otros. El desencanto y la insatisfacción personal que le produjeron algunos de aquellos años en RCA (no todos), propició que David recondujera su vida hacia una nueva aventura profesional.
“Yo quería hacer discos que perpetuasen en el tiempo. Allí era tremendamente complicado”, afirma. Una curiosa anécdota que narra en el documental, quizá el detonante que le llevó a dimitir de RCA en 1999, fue un recopilatorio que le encargaron realizar con canciones de los dibujos animados Los Pitufos. Ése es el punto de inflexión que necesitó David para finiquitar definitivamente su relación con RCA.
Otro aspecto en el que David y Carmen hacen especial énfasis en la cinta es la encomiable labor que ejercen los productores musicales y las discográficas en el proceso creativo de los discos. Rara vez se repara en el gran trabajo que encierra una gran producción de estudio, y mucho menos en las personas cuyo trabajo (impopular y anexo al del artista creador) consigue que texturas, notas, estrofas y sonidos creados por un tercero lleguen hasta nuestros oídos de la forma más pura, sincera e inmejorable posible.
Para entender mejor la figura del productor me remito al señor Steve Albini, líder de la banda Shellac, y uno de los ingenieros de sonido más polifacéticos de la industria musical. Ha trabajado con Neurosis, La Habitación Roja, Pixies, Songs:Ohia, Nirvana, PJ Harvey o Low. Todos sus discos tienen una impronta personal muy marcada: sonido desgarrado y crudo perfectamente envasado que va directo a la yugular, sin concesiones. Habría que mencionar también a Nigel Godrich, Butch Vig, Phil Spector, pasando por Dave Fridman y Sam Philipps. Son los artistas en la sombra que las bandas necesitan, y de ellos también depende el fracaso o el éxito de un disco en el mercado.
Cuenta David López que la mayor crisis profesional que ha atravesado fue con Una semana en el motor de un autobús, de Los Planetas. “En ese momento el grupo estaba roto, Floren estaba metido en sus historias, May había abandonado, Eric entraba como batería y Jota trabajaba solo en las canciones. Lo más duro para nosotros fue decirle que no estaban en condiciones de sacar un disco, no tenían el repertorio ni había grupo. En ese momento se quisieron ir de RCA. Creo que Jota ha hecho mucho daño a toda esta generación de artistas y a las compañías, cuando lo que hicieron fue poner dinero para que él pudiera grabar y desarrollarse en las mejores condiciones y que aquello tuviera un impacto en la gente. Es muy fácil decir que los que te dan una oportunidad son tus enemigos. Las discográficas no somos un ente, somos personas. Si un grupo fracasa es culpa de la discográfica y si tienes éxito es gracias al artista”. Finalmente, consiguieron que Los Planetas pospusieran unos meses la producción del álbum que cambió su carrera para siempre.
En la vida en general, tristemente en demasiadas ocasiones, la ilusión y el amor al arte suelen sucumbir a banales pretensiones económicas. Derrochamos el tiempo en verborrea disfrazada de terminología técnica, en subterfugios conceptuales, en el deleznable valor de la especulación, en inamovibles rutinas, y se olvida la base de todo esto: nuestras reales pasiones. Limbo Starr es la paradoja de nuestros tiempos, es una oda a la vida y al pop español. Que siga siendo así durante otra década más.