La Bien Querida lo es cada día más. Tiene una sólida base de fans que corean sus canciones a pleno pulmón en sus conciertos, hasta las más nuevas. Todo ha cambiado desde aquellos días en los que tocaban en clubes para diminutos grupos de asistentes, y todo gracias muy en parte a una excelente campaña de promoción de su última referencia: Premeditación, Nocturnidad y Alevosía. Un disco que se ha lanzado en tres partes, en tres EPs acompañados de otros tantos vídeos que configuraban la trilogía y una suerte de “minipelícula”. Pero reconozcámoslo, el verdadero mérito es de su música, de Ceremonia y del álbum que nos ocupa, dos discazos en los que ha ido entrando en la dinámica de pista de baile coqueteando con The Human League, con los Pet Shop Boys o con Orchestral Manoeuvres in the Dark.
Volvía La Bienque a presentar su último trabajo en Madrid apenas dos meses después de haberlo petado en el Teatro Lara, pero esta vez en un espacio más reducido, la Sala Copérnico, más cercano pero que dejó un sonido mejorable.
Organizado todo por un Low Festival de Benidorm en constante crecimiento, en el marco de una serie de pequeñas giras nacionales para presentar grupos del cartel, la noche la abren las danesas Nelson Can, tres chicas que parecen querer acercarse a Warpaint y se quedan, sin embargo, en unas Hinds. La propuesta es interesante y le dan caña en directo, animando a la gente y bajándose a cantar a la pista, pero ya se sabe lo difícil que es cantar para un público que no es tuyo. Y todos estamos ahí para ver al dúo bilbaíno, para qué engañarnos. Hasta Christina Rosenvinge, unos viejos colaboradores del programa de televisión Otra Movida y las propias Nelson Can.
Todos queremos a La Bien Querida y por eso cuando el garito está ya bien lleno y las máquinas han dejado el suficiente humo encima del escenario, estallan los aplausos para entorpecer un tímido “muchas gracias”, que se acaba transformando en ‘Hoy’. Antes de que termine, todos corean ese “que la muerte es mirar y no verte”, y se preparan para la sublime ‘Música Contemporánea’, que empieza a arrancar algún bailecito –no solo bailaría yo, ¿no? Que a veces me daba esa sensación, pero es imposible… ¿no? Bueno, a lo que voy…–.
Quizás Romancero tenga las canciones, los hits más clásicos. ‘9.6’ y su “que tú te venías conmigo” ya son un coro general en el que Ana se atreve hasta a callarse, como los grandes, y ‘De Momento Abril’ es uno de los puntos álgidos, con las palmas aflamencás y los sintes juguetones más adaptados al nuevo formato. Pero es Premeditación lo que ha calado. Y lo saben. ‘Alta Tensión’, la que va camino de ser la canción nacional del año para un servidor, es presentada como un temazo y los “no te quiero”, que son, desde la negativa, una desgarradora declaración de amor, inundan toda la sala para ahogarse en el infierno de OMD… Arquitectura sonora. Pelos de punta.
‘Crepúsculo’ y ‘Vueltas’ abrazan con su atmósfera progresiva los bailoteos que te pegas en ‘Arenas Movedizas’, y Ana se desmelena, “y llorará-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ah-ás”, y bases cercanas al tech house y ecos de Art of Noise, y que se note que para mover las caderas siempre funcionará tirar del magnífico Ceremonias (no me cansaré de repetirlo: es un discazo). ‘Disimulando’ conduce al clímax de ‘Muero De Amor’ y todos morimos un poquito por ella, porque sigue conquistando con sus cíclicos dramas románticos. Y nos regala ‘Carnaval’ y ya estás pensando que La Bien Querida, a día de hoy, tienen un setlist tremendo, a la altura de los mejores del panorama patrio.
Se despide diseminando sus ‘Poderes Extraños’, otro hitazo de su último trabajo, y acomete el encore ya sin ninguna timidez con esa apocalíptica maldición que es ‘Ojalá Estuvieras Muerto’. Los sintetizadores inflados de volumen, un pad retumbando en una Copérnico convertida en caverna, noise encima del escenario. Brutal. Y como no me cansaré de repetirlo, que Ceremonia es un discazo, fui feliz cuando para el final dejó ‘A Veces Ni Eso’, que no puede sonar más moderna y más retro, que no puede ser más poppie.
Y es que el tiempo se toma su tiempo, y a veces ni eso. Con La Bien Querida ha sido benévolo, o ellos han sabido camelárselo. Todo para dejarnos aquí, allí, haciendo eses de amor con las caderas.
Fotos por Sergio Gómez