Qué mejor forma de escapar del agobio que producen las calles de Barcelona en el día de Sant Jordi, que refugiándose entre cuatro paredes insonorizadas con una barra de bar al fondo y Mujeres en frente. Basta ya de regalar rosas a las señoritas; con lo que costaban dos ese día se podía adquirir la entrada a este conciertazo.
Si el motivo del evento era la presentación de Marathon, la gran alegría de la noche me la hicieron vivir los para mí desconocidos Opatov: tan inesperada como brillante su actuación. Cargado de pedales y distorsión, su rock psicodélico alterna temas eléctricos y muy bailables con otros que animarían a cualquiera a perderse en un desierto con una cantimplora llena de ayahuasca. Un público que empezaba a calentarse dedicaba silbidos a todo pulmón al bajista de la banda cada vez que este dejaba las cuerdas para tocar la trompeta. No os perdáis el bandcamp de estos jóvenes de Cerdanyola u os arrepentiréis cuando los veáis en el Primavera Sound dentro de unos días.
Sin embargo, que la grata sorpresa hubiesen sido los teloneros no conlleva que los anfitriones tuviesen una mala noche, solo que de ellos ya no se esperaría menos. Por suerte pude verlos en Galicia en Semana Santa y, os lo aseguro, no importa el tamaño de la sala ni si está abarrotada o no, los barceloneses hacen gastar suela como si el mundo fuera a acabarse en ese preciso instante. En esta ocasión, el Music Hall sí estaba repleto, y esto solo indica una cosa: Mujeres ya ha llegado al gran público.
Dejando de lado las presentaciones, más que redundantes sabiendo dónde jugaban, arrancaron con ‘Radiant Border’ y ‘On & On’, dos de los cortes más violentos de su nuevo trabajo Marathon, en el que centraron casi la totalidad del repertorio. Y a pesar de la evolución que han sufrido en estos últimos años, la energía del directo poco ha cambiado. Del público no se puede decir lo mismo, en el que sí se puede ver una importante transformación, quedando en un segundo plano la jarana de antaño y tomando protagonismo el baile.
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Sin mucha pausa para respirar, fueron sucediéndose los temas y bueno, lo admito: la energía y brevedad de las canciones de Mujeres, me sumerge en un extraño estado de trance en el que pierdo el hilo del repertorio, por lo que el orden no lo tengo claro. ‘Golden Lane’, ‘Lose Control’, ‘Feels Dead’ o ‘Uncertain Glory’ fueron de las más bailadas del último álbum. Los punteos de Martí, guitarra solista, son de esos que cuando termina el concierto se te quedan en el cerebro hasta que te vas a dormir.
Y, cómo no, en el punto álgido del directo y después de que Pol (bajo) se fumase un cigarro mientras presentaba al grupo en inglés, salieron a bailar las más esperadas por la mayoría: ‘Aquellos Ojos’ y ‘Vivir Sin Ti’. Aunque fueron tocadas con mayor velocidad que originalmente, ese fue el momento en que muchas de las mujeres de la sala se agolparon a sus pies como si de los Beatles se tratase. Para el final quedaron los clásicos más conocidos por el viejo público, como ‘Salvaje’, ‘Frantic’, ‘Amusement’, temas mucho más western que los fieles a la banda más disfrutaron. Para terminar, el encore fue compuesto por ‘Reyerta’ y una versión de la conocida ‘No Volveré’, de Kokoscha.
Señoras y señores, amantes o no del ruido, están ante una de las más importantes bandas del rock patrio. No se los pierdan, por favor.