Crónica Polifonik Sound 2016: A por los dos dígitos

Los pasados días 24 y 25 de junio tuvo lugar en Barbastro una nueva edición (¡la novena ya!) del Polifonik Sound. Cierto es que este festival se ha ido consolidando como una de las citas musicales obligadas en Aragón y, año tras año, también a nivel nacional.

El cartel de este 2016 ha estado compuesto por nombres referentes de la música alternativa española actual como son Izal, Miss Caffeina o  L.A. y otros que, a pesar de no tener el mismo renombre para la gran mayoría de público, ya son más que conocidos como MUCHO, Egon Soda, Cycle, Grises, Belize o Sexy Zebras. A todos estos grupos hay que añadir otras formaciones como Domador, Pull My Strings, Rural Zombies, Pianet, My Expansive Awareness, Mechanismo o Los Bengala que también estuvieron presentes en esta edición caracterizada por su SOLD OUT previo al comienzo del festival. Por si fuese poco, tampoco ha faltado el toque internacional gracias a la banda irlandesa Delorentos.

Crónica: VIERNES 24

Llegó el día 24 de junio, tras un mes repleto de exámenes de la universidad… La alarma de las siete y veinte de la tarde sonó. La feria de Barbastro abría sus puertas y daba la bienvenida a su novena edición a todos aquellos que se acercaron a ver el primer concierto celebrado en el escenario Ambar, era el turno de Domador. A pesar de enfrentarse a un público escaso, debido probablemente tanto al horario como a las altas temperaturas, dieron un buen concierto que agradó a los que vimos al grupo aragonés en directo. He de reconocer que en directo suenan bien y Si me dejaras debería ser nombrado patrimonio musical oscense ya.

Después de ellos llegó el turno de Pull My Strings, quienes estrenaron el escenario Huesca la magia de los festivales. Prosiguieron con la ardua tarea de hacer mover a un público que cada vez se iba congregando en mayor número. Y lo consiguieron, gracias a un potente directo.

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Mientras el sol nos traía sus últimos rayos y la oscuridad conquistaba el municipio oscense, Rural Zombies comenzaron su directo. Presentaron Bat, su disco publicado en 2015, e hicieron algunas versiones de canciones como de In for the kill de La Roux. He de reconocer que escuchar una versión de la mejor canción de la banda de Eleanor Jackson, en mi opinión, fue toda una alegría y una sorpresa que complementó perfectamente las canciones de la banda.

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Casi se hicieron las diez de la noche cuando comenzó el característico sonido de MUCHO en el escenario principal. Aunque el público había aumentado respecto a anteriores conciertos, el pabellón seguía prácticamente vacío y el paisaje no era muy alentador. Pero claro, para todos aquellos que disfrutamos los conciertos en directo este hecho fue una bendición, primera fila y sin público molesto. Pero en fin, a lo que vamos, todos los que estuvimos allí salimos con la misma sensación, concierto serio y divertido de la banda formada por los antiguos componentes de The Sunday Drivers y Martí Perarnau.

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Después vino el turno de una banda a la que tenía ganas de escuchar en directo, Belize. Canciones como Egos, Little Secrets y Stab my heart sonaron casi perfectas ante un público que disfrutaba de «la paz antes de la guerra». Y es que la mayoría optamos por cenar mientras escuchábamos esta banda sonora que venía como anillo al dedo.

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Cuando faltaban unos diez minutos antes del concierto de Izal y Belize ya estaban terminando, quise ir al escenario principal para ver el ambiente. Sólo puedo decir que el «efecto Izal» superó mis expectativas y pude comprobar en primera persona el SOLD OUT del festival. El pabellón se quedó totalmente pequeño e intentar ir a primeras filas se convirtió en una utopía. Salieron todos los miembros de Izal al escenario y los decibelios se dispararon. Tema tras tema fue coreado por un público totalmente entregado desde el primer acorde, recordando quiénes eran el cabeza de cartel de la edición. La combinación de show, una presentación cuidada y estudiada en el escenario junto con canciones como Pánico práctico, La mujer de verde o Qué bien que ya son himnos allí por donde suenan, consiguieron que este fuese de largo el concierto de la jornada.

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Tras el éxito rotundo de los de Mikel se produjo algo que no me entraba (ni me sigue entrando) en la cabeza. Sin exagerar, el 50% del público desapareció y el pabellón se quedó medio vacío. No quiero entrar a valorar la actitud de aquellos que se fueron tras el concierto porque cada uno es libre de hacer lo que quiera. Pero, ¿pagar un abono para un sólo concierto…?

Después era el turno de la banda internacional de la presente edición, Delorentos. Canciones, mejor dicho, himnos como Show me love o Forget de numbers hicieron saltar a aquellos que sí se quedaron con la intención de llegar hasta el final de la primera jornada del Polifonik. Agradecieron durante el concierto que la organización haya vuelto a contar con ellos para esta edición (ya estuvieron en 2011) y el público les agradeció su directo. Junto con Izal, la mayor conexión público-banda del día.

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Tras descansar del concierto de Delorentos, comenzaron Grises. Por desgracia, no los pude ver durante mucho tiempo ya que el cansancio empezaba a hacer mella. Eso sí, mientras estuve viéndolos pude comprobar su potente directo y el por qué habían vuelto al festival donde ya tocaron en 2013.

Crónica: SÁBADO 25

La jornada del sábado este año comenzaba al mediodía con una de las novedades de la edición, la Polifonik Sound Dj Party. En la plaza sur del museo, donde en años anteriores hubo algunos conciertos como el de Grises en 2013, se montó un escenario donde 7 Djs tenían la dura labor de hacer bailar a todos aquellos valientes que se congregasen. Aunque la idea es muy buena, para futuras ediciones se podría contemplar montar una carpa más grande que la de este año para que hubiese más zonas de sombra. A pesar de ello, la música, el ambiente y la comida casi contrarrestaron el calor sofocante y la búsqueda inevitable de sombra.

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Después de una siesta más que necesaria para poder aguantar todo lo que quedaba de festival, llegué al recinto para ver en directo a una banda muy característica, Los Bengala. Si es verdad que aún me estaba despertando de la siesta, también es verdad que tras tocar su segunda canción el sueño había desaparecido. En el manual «cómo empezar con energía una jornada de festival» aparecen ellos. Concierto muy enérgico que animó al público que, al igual que en el día anterior, era un poco mayor en número aunque menor de lo esperado.

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Tras el recital de Los Bengala fui al escenario principal para ver el directo que más ganas tenía de ver, con bastante diferencia, los señores Egon Soda. Para mí, el grupo más infravalorado de la presente edición. Comenzaron el concierto ante un público bastante escaso que se incrementó conforme se iba acercando el final pero que, aún así, no impidió que pudiese estar en primera fila tranquilamente viendo su señor directo. La manada, Vals de pequeña mecánica…suenan de maravilla y el ambiente que generan en el escenario es espectacular. Ciertamente, me da tristeza ver que conciertos como los de Izal, sin quitarles el mérito y la calidad que tienen, se llenan hasta la bandera y otras bandas como esta son minusvaloradas.

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En el escenario Ambar era el turno de los Sexy Zebras, qué decir de ellos. Hicieron tambalear el suelo del escenario, el de la feria y el de Barbastro a golpe de guitarra. Los putos Sexy Zebras calentaron a un público frío que terminó bailando canción tras canción.

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Al igual que en otros conciertos, desde primera fila sin problemas, llegaba el turno de una de esas bandas que nos impiden ser objetivos. Nada más y nada menos que la banda de Luis Alberto Segura, L.A. Los sonidos de ballena ya dejaban entrever la actual identidad de este grupo tras su reciente Ocean Tour. Ordinary lies, After all, Secrets undone, Older, Under radar, Over and over, In the meadow… fueron sonando en un concierto que enamoró a aquellos que no los conocían y agradó a aquel que ya sabía de lo que son capaces.

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Miss Caffeina con canciones que ya son himnos como Hielo T o Capitán, junto con temas del nuevo disco como Oh Sana o Detroit consiguieron que el público acabase bailando y coreando casi todas sus letras. Un concierto directo y divertido pero que no llegó a congregar mucho más de la mitad del aforo del pabellón de Barbastro.

Terminado el concierto, era hora de dar por clausurada mi primer año en el Polifonik Sound y empezar a organizar en mi cabeza las conclusiones de esta edición. Como en casi todo en la vida, la perfección es casi imposible. Eso sí, exceptuando algunos aspectos a mejorar como la sombra durante la Polifonik Sound DJ Party, los baños femeninos que alguna que otra vez tenían fila o incorporar más puestos de comida como ocurrió el sábado, las conclusiones generales son muy positivas. Un cartel bastante completo, horarios muy bien distribuidos sin solapamientos, precios razonables, gran sonido en ambos escenarios y sobre todo un ambiente idóneo para cualquier festival.

En resumidas cuentas: buen cartel, buen ambiente y buen precio. Sólo me queda decir que ya estoy esperando qué nos deparará la edición de 2017, su décima edición…y ya han avisado que quieren celebrarlo por todo lo alto. 😉

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