La semana pasada se celebró en el Hammer Museum de Los Ángeles el 20º aniversario del mítico sello californiano Stones Throw Records. Desde mediados de los noventa se han editado bajo su amparo o el de los subsellos Now Again y Soul Cal innumerables temas de rap, soul y funk. Para la ocasión se convocó en el escenario a Mndsgn, Mathieu Schreyer y, por supuesto, al fundador Peanut Butter Wolf.
La historia de Stones Throw Records no se entiende sin la figura de Peanut Butter Wolf. Él es quien le ha transmitido la personalidad y ha conseguido el nivel de repercusión que mantiene a día de hoy.
Wolf, creció escuchando glorias del Soul. Según él, la primera canción que le impactó fue ‘What’s going on’ de Marvin Gaye y por aquel entonces, se gastaba en discos el dinero que supuestamente debería ir destinado a su almuerzo. Desde muy joven supo que quería dedicarse a la creación y a la difusión de buena música.
Antes de los 19 años ya había autoeditado su propio disco gracias a los 500$ que consiguió que le prestara su padre. Esa fue su primera experiencia de primera mano con la industria musical. Realizó 500 copias del disco. Sufrió mucho para poder distribuirlas, pero finalmente consiguió que sonara en varias radios locales y comenzó a generar atención en el entorno del hip hop.
En esa misma época, en 1989, conoció en la ciudad de San José a un adolescente de 16 años que le cambió la vida: Charles Hicks, aka Charizma. Ambos eran reservados y algo ‘weirdos’, pero por encima de todo sentían un gran amor por el Rap además de una increíble habilidad para producirlo. Así, inevitablemente se convirtieron en mejores amigos.
Durante los 4 años que siguieron se dedicaron en dúo a crear temas. Charizma había heredado de su padre cierta habilidad para tocar el teclado, pero su arte floreció definitivamente de la mano de Wolf. Juntos, eran imparables.
JoAnn, la madre de Charizma era testigo de ello: “Se encerraban durante horas en una habitación a crear música. Yo escuchaba una y otra vez los mismos beats. No descansaban hasta que obtenían lo que buscaban. En ocasiones Charizma pagaba a su hermana pequeña para que cocinara y le ordenara la habitación, así él se podía concentrar en hacer música”.
Los resultados eran excelentes. Su estilo era algo distinto al resto de rap de la costa oeste. Hacían música callejera, pero estaban lejos de la escena del Gangster Rap. Había quien decía que sus influencias venían de la costa este y del jazz bohemio del colectivo Native Tongues (A Tribe Called Quest, De la Soul o Jungle Brothers entre otros). Lo cierto es que intentaban ser diferentes y estaban cómodos con su individualidad.
Después de hacerse un nombre en San José, firmaron un contrato con el sello Hollywood BASIS, que pertenecía a Disney. Se decidieron a firmar con este sello porque era el que mejor había valorado su trabajo, así que pensaron que tendrían mucha libertad de creación. Sin embargo no fue así, la experiencia no fue buena y terminaron abandonando el sello. Volvieron a grabar sólo para ellos, sin tener que contentar a nadie más. Aun así se hicieron un hueco entre los artistas dominantes en una etapa en la que el listón estaba muy alto: N.W.A., Jurassic 5, Tupac, Coolio y compañía plantaban cara en la guerra de costas a Biggie Smalls, Nas o Wu Tang Clan entre otros.
Desgraciadamente el 16 de diciembre de 1993 la Historia del rap se volvió a tambalear. Charizma recibió un disparo mortal al resistirse a que le robaran el coche en un semáforo. El destino es caprichoso y el traje que le había comprado su madre para la graduación de su novia, finalmente fue el que llevó en su funeral. Tenía 20 años.
La tragedia hundió a Wolf, que tardó varios meses en volver a grabar. Sin su amigo del alma no era lo mismo. Después de un tiempo canalizó su sufrimiento y surgió más fuerte y maduro. Su sueño ahora era promocionar a otros artistas. Disfrutaba más haciéndolo que creando sus propias canciones, por lo que dedicó toda su energía a esa misión.
A Peanut Butter Wolf no le puede acusar nadie de no ser fiel a su gusto. Él no es un hombre de negocios, quizás por eso ha conseguido hacer de Stones Throw uno de los sellos más influyentes del género. Él mismo afirma que “como productor no busco lo que creo que le va a gustar a la gente, sólo promociono lo que a mí me gusta; me dan igual los números. El día en que deje de hacerlo será el fin de Stones Throw”. Hasta ahora esta fórmula le ha funcionado bien. Incluso ha tenido grandes éxitos comerciales, como es el caso de Aloe Blacc, pero en ningún momento ha descuidado la calidad de las obras que ofrece.
Otros de los artistas más aclamados de la familia Stones Throw son J Dilla, Madvillain (MF Doom con Madlib) o Quasimoto. Y aunque lo que predomina es el hip hop, dentro del sello también hay espacio para otros géneros musicales: avant-garde pop, soul, psicodelia… The Stepkids y Anika son un ejemplo.
En el documental Our Vinyl Weighs a Ton (disponible en Netflix) se recogen más testimonios sobre la historia del sello, que ha llegado a ser conocido como la ‘Motown de los Marginados’.
Tienes razón Wolf: – ¿Es estresante dirigir un sello discográfico? – Sí. A los días les faltan horas para descubrir talento y a la vez gestionar las relaciones con distribuidores, artistas, radios, tiendas, diseñadores y el público. – ¿Es gratificante? – Por supuesto.