30.
‘Truth’; Kamasi Washington
‘Truth’ es una jam preciosista que parece hacer homenaje al triunfo, emancipación, conquista de toda una cultura, la afroamericana en unos EEUU opresores. La tierra de las oportunidades es la que ellos mismos han construido, y con esa épica melancólica y comunitaria parece expresarse este artesano del jazz moderno que con poco academicismo y mucha pasión en los pulmones ha conseguido erizar los difíciles vellos de uno de los mundos más exigentes de la música. Sus trayectos instrumentales narran como pocos historias a través de la herencia de sonidos, de ritmos y sabores, y su entrelazado alcanza el prodigio. A nivel técnico inapelable, Kamasi Washington es capaz de hacerte viajar por ciudades y sus barrios en apenas parpadeos, de Nueva Orleans a Nueva York, de Virginia a Los Angeles en una brizna de aire. Uno de los mayores expresionistas contemporáneos y un puro placer para los oídos.
29.
‘Outlier’; Bonobo
Uno de los temas más dark del excepcional último disco de Bonobo, ‘Outlier’ comienza en ese naturalismo ambiental electrónico que tanto le caracteriza pero pronto se va sumergiendo, entrando en las profundidades de la tierra. Imagínese el serpenteo de un reptil al calor del sol, entre la caricia de la hierba, el roce de algunos tallos o ramas, cómo va entrando en la madriguera y cómo de repente el techno oculta la luz, y la serpiente esquiva ahora rocas y raíces. En esos viajes gusta de desenvolverse Simon Green, y la verdad es que aquí lo hace de maravilla, dando una vuelta además por géneros cluberos como el deep house. Sin querer, cuando al principio te dejabas llevar por una evocación más contemplativa, te ves a ti mismo marcando el ritmo con el pie y, al abrir, los ojos, despiertas en medio del Tresor. El reprise es como acabar de nuevo víctima del sueño, en manos de Morfeo.
28.
‘CBM’; Kelly Lee Owens
Vamos por la misma senda, con el techno y la cultura clubber por bandera, aquí totalmente entregada a su aspecto más puramente físico. Nada más expresivo como ese leitmotiv que sintetiza las ideas en torno a las que orbita este golpe directo de tech-house serpenteante y oscuro, «los colores, la belleza, el movimiento». Un tema que debería estar ya en muchas maletas y en muchos discos duros.
27.
‘No Distraction’; Beck
Aún con un producción sublime, el último Colors de Beck se queda en un pastiche que esperábamos algo más compactado o encaminado, pero como este tipo pocas cosas hace mal, es precisamente el pastiche y la producción complicada y caótica lo que hacen valer por encima de todo a este temazo. Como todos los instrumentos, las voces y los ritmos se entrelazan a velocidad vertiginosa sin estorbarse y completano un protagonismo coral dificilísimo de conseguir. Es sello de todo el disco, y en el fondo tiene varias canciones enormes (el año pasado incluimos en nuestra lista uno de los sencillos que al final han terminado entrando en él, ‘Wow’), y es loable verle desmelenarse y entregarse al funk como le da la gana, recordando a Spoon pero también a artistas mucho más comerciales. Nunca está de más un bravo por Beck, haga prácticamente lo que haga.
26.
‘Reverie’; Arca
El amor puede ser esto. Algo doloroso y brutal, completamente en carne viva. Pura pasión, de la que sangra. La violencia de lo bello. Reconociendo la dualidad maldita del mundo, reconocemos también que cuanto más bella, más grande, más sublime, más infinita sea una cosa, una idea, una circunstancia, más oscuro, perverso, ínfimo y descorazonado será su reverso. Decir esto en una canción, pero más aún hacerlo sonar, tañir y darle una vivencia visual tan impactante y acabada, tan tangible, deberían ser baremos suficientes para encumbrar a Arca al altar de los altares. Un artista, un visionario.
25.
‘Selfish Love’; Jessie Ware
Un tema pasionalmente latino, caliente como el verano sofocante, cantado con sutileza de r&b sobre una base de samba lenta, de bossa hipersexual. Egoísta, celoso de ser. Jessie Ware ha encontrado inspiración en Mallorca, dice, donde está grabado el videoclip de este amor egoísta que sirve como preámbulo a ‘Midnight’ y donde también se ha tomado la foto de la portada, en la famosa urbanización más instagrameada del mundo.
24.
‘Frontline’; Kelela
Un paso a un lado para Kelela, que debuta en largo por fin con un disco que incluye disparos como este, haciendo equilibrios con la electrónica y el r&b sin perder de vista la melodía y con una clarísima vocación pop. Experimentación y belleza se unen en una artista que encuentra su lugar entre otras enormes como Solange o FKA Twigs, pero que también juega con los crepitares de Björk, con sus brillos en cascada. Una pequeña maravilla de dormitorio, de piel de gallina.
23.
‘Music Is The Answer’; Joe Goddard
No nos puede no gustar este himno indietrónico sobre los poderes sobrehumanos, mágicos y sobrenaturales de la música, eso por lo que estamos todos aquí. Nada ni nadie nos da la vida como ella, nada nos hace creer más, poder más. Si Joe Goddard, miembro en las maquinarias de Hot Chip, nos lo recuerda con una preciosa progresión electro que empieza a entrelazarse en un caleidoscopio sintético y con un leitmotiv que se basa en decir que la música resuelve todos los problemas, no podemos no creerle y abandonarnos con él a su poder. Siempre, para todo, music is the answer.
22.
‘Passionfruit’; Drake
No hay año que Drake no meta un hit en los repasos finales, además pasando de Youtube y otras plataformas de consumo online universalmente aceptadas. Este año ha pasado de sacar un disco verdadero pero sí ha dejado una especie de playlist-mixtape que toca palos un poco a lo loco y que termina aterrizando en este ‘Passionfruit’, una sabrosura delicada que expone a corazón abierto todas las virtudes del post club. Su voz es una caricia; el pulso, bailable pero melancólico… el piano de house, el sinte tropical, el eco robótico. Tan bella es que me imagino a Justin Vernon y a Francis & The Lights versionándola en la intimidad del dormitorio y se me hace la boca agua.
21.
‘Go Get It’; Slowdive
Seis minutos de viaje onírico a las profundidades del sonido de Slowdive, que han regresado casi dos décadas después con la misma frescura de siempre, sentando cátedra en el dream pop que ayudaron a definir. Melodías preciosistas, intensidad creciente, la caricia áspera del ruido, voces funerales y ecos monacales, éxtasis guitarrero, todo alcanza la plenitud en esta ‘Go Get It’ que asoma hacia el final del homónimo Slowdive para ponerse en las alturas no solo de la banda, sino del género al que representa.