20.
‘Green Light’; Lorde
Buena leche en la cara nos dio Lorde cuando sacó ‘Green Light’, el primer sencillo de Melodrama. Sin maquillar, mirándonos fijamente a los ojos. Hablando de una relación sí, de cómo me sigues queriendo aunque te vayas con otra, pero también de cómo eso puede traducirse en un cambio de rumbo musical. «I hear sounds in my mind, brand new sounds in my mind», canta, y todo se llena de colores, y emerge un piano house y los coros terminan de dibujar un peculiar intento de disco pop épico y preciosista que ha terminado resultando una canción imperecedera, un indie hit de esos que perdurará por los siglos de los siglos, uno de los sencillos más redondos del año. Luz verde para, como predijo, Bowie, reinar en el universo.
19.
https://www.youtube.com/watch?v=6pAh5aXl93c
‘Paradise’; Anohni
El perfecto epílogo para la metamorfosis de Antony Hegarthy en Anohni, para la definitiva y verdadera acaptación de su condición como ser humano y de su propia peculiaridad. Ahora, a final de año, le sobrevuelan rumores de retirada, pero en cierta manera el descomunal Hopelessness (que nombramos mejor disco del año pasado) servía para cerrar un círculo perfecto y para, de la mano de los visionarios Hudson Mohawke y Oneohtrix Point Never, sentar las bases de una nueva forma de pop electrónico épico, marcada por pulsos ominosos y por un fondo instrumental febril y apocalíptico, anuncio quizá del caos tecnológico en que está sumergido el mundo moderno. Haciendo de su discurso una bandera política contra las atrocidades del capitalismo, pero también contra las atrocidades de los propios seres humanos en contra de su iguales en forma de racismo, sexismo, homofobia o cualquier otro tipo de violencia.
18.
‘The Gate’; Björk
La ópera fabulística y pastoral moderna de Björk abrió sus puertas con ‘The Gate’, una canción en la que nos deja entrar en las profundidades de su alma y se muestra vulnerable, pero también aguerrida y llena de esperanza ante la posibilidad del amor y lo eterno y cambiante de su naturaleza. Pero sobre todo es la enésima demostración del poder de la islandesa, de su nivel musical estratosférico. Lo que ella y Arca han construido que no lo derribe el hombre…
17.
‘Who Dat Boy’; Tyler, The Creator
Un cuento de terror con una instrumental alarmista y psicótica que recuerda a John Carpenter, con esos violines de tensión loopeados hasta el delirio, deformados electrónicamente para dar paso a ese beat chorreoso y no muerto que se relaciona con la peculiar historia que narra el videoclip, la de un chaval que se estalla la cara haciendo juegos explosivos y que acaba arrancando otra para cosérsela encima. Tyler, The Creator vuelve a sentar cátedra a su manera, mientras A$AP Rocky le recrimina «¿por qué siembras ese mal rollito en el aire?». ¿Por qué, Tyler, por qué?
16.
‘(No One Knows Me) Like The Piano’; Sampha
La fiebre electrónica con la que ha debutado Sampha en largo deja paso en ‘(No One Knows Me) Like The Piano’, una balada intimísima y minimalista que le muestra completamente desnudo, solo ante el único juez verdadero, el único interlocutor silente, el piano de su casa. Dedicada a su madre, al tremendo amor que los dos se profesaban y que podía batir sin problemas la distancia que se había interpuesto entre ambos con la carrera musical de Sampha, el chico de oro británico del año, conquistador del Mercury Prize y del mundo, promete volver a casa, a aquellos rincones y presencias que en el fondo son la base de ser de uno mismo. La última vez que tocó la canción para su madre, cuenta, fue en su funeral. La belleza debe de ser esto, y que la música la transmite como nada está escrito en cada línea de esta canción.
15.
‘Doomed’; Moses Sumney
También en clave íntima e introspectiva, demoledora líricamente y mínimamente instrumental, más evocadora que tangible, ha debutado Moses Sumney, ‘Doomed’ anticipaba Aromanticism con todas esas preguntas en falsete sobre el sentido y dirección de la existencia personal, sobre la soledad y sobre el pecado original, sobre a dónde nos llevan nuestras decisiones y nuestros pasos y si, en definitiva, no estamos todos malditos por el simple hecho de ser humanos y de poder hacernos la pregunta. La conciencia como una maldición, como una losa con la que cargar hasta la muerte, momento quizá del verdadero conocimiento.
14.
‘Appointments’; Julien Baker
Esta parte es dura, lo sabemos. Porque está la emoción a flor de piel, pero sobre todo porque lo que está al aire libre y a pecho descubierto es la más dura y cruda de las sinceridades. No es necesaria una algarabía musical para decir las cosas, así que mejor romper el corazón y atacar a las fibras más sensibles para que cale tu mensaje. Julien Baker, como nos confesaba en los camerinos de la Sala El Sol de Madrid, ha querido con ‘Appointments’ exorcizar sus errores y la culpa que generan, y reflexionar sobre ello acerca de la aceptación, del perdón a uno mismo y a los demás, de la misericordia y de la compasión . Y lo hace liberando su voz como nunca, clamando al cielo acompañada por un precioso y rutilante arpegio de guitarra y un piano solemne que es prácticamente la única adhesión a una propuesta tan descarnada e intimista.
13.
‘Slip Away’; Perfume Genius
«Toma mi mano, tómame a mi». Nunca tendremos que escondernos. Mike Hadreas explota en si mismo, a un mundo nuevo, de color y de aceptación, y reconoce su identidad sexual y la pone por bandera en esta ‘Slip Away’ que suena tan triunfal como una salida del armario. Un tema que se ha erigido en símbolo este año para la comunidad queer y que defiende por encima de todo que la principal barrera que romper con la homofobia es la que tenemos las propias personas, arraigada en el miedo al desapruebo, al rechazo. Una vez apartado el miedo, se puede empezar a soñar con otras metas. Aunque, como también demuestra el disco, se puede caer en otros problemas mucho más cotidianos y democratizadores. Todo un alegato, Perfume Genius ha completado su metamorfosis, ha renacido de la crisálida.
12.
‘Dum Surfer’; King Krule
Una jam con una línea de bajo surfera desacompasada en la que los sonidos se entrelazan molestándose, rozando y haciéndose notar, desafinando de forma preciosa y bailando una especie de jazz mortuorio en estado comatoso que bien podría ser el sueño de una noche de fumada o de morfina y que hace pesada y repugnante su pasantía. King Krule ha dado con la clave de si mismo, desde luego, en The OOZ, entre lo creepy y la mortaja, con un cabaret de muertos vivientes y todas esas imágenes ultraexpresivas que invocan vómitos, hedores, borracheras, accidentes, sangre, peste… muerte, en definitiva, suciedad.
11.
‘Blue Train Lines’; Mount Kimbie ft. King Krule
Tan bueno y personal es King Krule que ni los propios Mount Kimbie se atreven a dejar fuera de sus conciertos este tema, pese a que nadie pueda sustituirle y se vean obligados a poner su voz pregrabada. Y es que no, no hay nadie con la voz de Archy Marsall ahora mismo, nadie tan vomitivo y realista, con flema punk y actitud intelectual de lector en la estacada. Ahí le encontramos en este trayazo post industrial del dúo de electrónica de Londres que viaja por dentro de las venas como la propia imagen que recrea, con un metro embalado, violando los vasos sanguíneos. Rabia, pero también amor; arrepentimiento, pero también victoria. Todo está narrado en esta historia de apocalipsis que te vuela la cabeza.