Algunos lo amarán y otros lo odiarán… pero la realidad es que se ha convertido en el festival más multitudinario del verano en España
Summer is coming. Y eso implica que, por octavo año consecutivo, Burriana volverá a vivir una invasión a principios del mes de agosto. Con sombrillas en lugar de espada, neveras portátiles en vez de escudo, gafas de sol que sustituirían al casco (con el que te podría dar una lipotimia en cuestión de minutos) y una armadura compuesta por camiseta y bañador, así se podrá identificar a estos conquistadores denominados sounders. Encargados de colonizar esta localidad castellonense durante seis jornadas, conseguirán que la población de esta aumente hasta siete veces la habitual.
Pero, ¿cuál es su historia? Así, grosso modo, te lo resumo rápidamente. Su primera edición fue en el año 2010 (de ahí que este año sea su octava edición, totalmente lógico). En su estreno no tuvo el éxito esperado, a pesar de contar con The Cranberries, Lori Meyers o Armin Van Buuren. Pese a ello, su segunda edición consiguió acoger a 160.000 asistentes, unos 40.000 diarios, con Vetusta Morla y Calvin Harris como nombres más destacados. Nada mal para un festival que se había llevado un varapalo justo hacía un año.
En 2012 las cifras siguieron aumentando, 54.000 asistentes diarios, lo que dio comienzo a la consagración del festival. Two Door Cinema Club, Kaiser Chiefs, Crystal Fighters o Kakkmaddafakka fueron algunas de las bandas que formaron parte de esa edición. Y llegó 2013, el gran año. Se batieron todos los récords, 280.000 sounders, 60.000 diarios. En este caso, el cartel tuvo nombres como Steve Aoki, Editors o The Kooks. El quinto aniversario, en 2014, mantuvo las cifras de asistencia y Biffy Clyro, Placebo o Bastille fueron algunos de los nombres más representativos de un cartel que notó muy positivamente el aniversario. 2015, el año del diluvio. Una edición marcada por las inundaciones que sufrió el recinto de conciertos y la zona de acampada que obligó a cancelar dos jornadas e hizo que muchos sounders se fuesen antes de terminar el festival.
Después de una mala experiencia en 2015, la celebración del festival en 2016 tampoco sería fácil y la incertidumbre terminaría siendo la verdadera cabeza de cartel. Debido a las diferencias entre el consistorio de Burriana y la organización del festival, se pudo llegar a un acuerdo (a última hora) que permitió que se llevase a cabo la séptima edición. Un hecho que refleja cómo terminó realizándose es que desde uno de los escenarios (donde tocó Full, entre otros) su vista era directa a las duchas del camping. Todo un show.
En cuanto a la edición que se celebrará del 1 al 6 del próximo mes de agosto, si por algo destaca a priori es por el sold out anunciado desde hace meses. Una noticia que sorprendió (y sigue haciéndolo). Especialmente tras una edición de 2016 en la que la incertidumbre se convirtió en la verdadera cabeza de cartel y con el nuevo método de venta: acceso a la zona de conciertos por un lado, zona de acampada por otro.
Pese a todo ello, el resultado no ha podido ser mejor para la organización del festival: la tranquilidad que da haber vendido todos los abonos con bastante tiempo (preguntadle al Primavera Sound), se han mejorado las relaciones con el ayuntamiento (o eso parece) generando una mayor facilidad para planificar la ubicación de los escenarios… y un mayor control para la distribución en las zonas de acampadas gracias a la venta por separado del acceso a esta. Cuando las cosas se hacen bien y con cabeza, suelen salir bien.
Eso si, tampoco se puede obviar el hecho de que, gracias a este nuevo reparto (abono acceso a los conciertos + abono acceso zona camping), es la excusa perfecta para que los asistentes terminen pagando más. Sí, ya se sabe que todos los festivales intentan aumentar ganancias año tras año y que para ello utilizan diferentes estrategias. Eso está claro. Sin embargo, estas últimas ediciones está quedando demasiado a la vista. Si has intentado comprar el abono durante el lanzamiento, a la hora exacta, entenderás perfectamente lo que digo. Ni los cohetes ascienden tan rápido. Pero claro, mientras siga habiendo demanda, ¿por qué cambiar este modelo? ¿No?
Si a todo ello le añadimos la fama que ha ido consiguiendo lograr el festival, ya tienes muchas papeletas para poder marcar la diferencia y triunfar en España. Como ha ocurrido definitivamente este año, al menos en cuanto a venta de entradas se refiere. Hecho que no deja de ser llamativo en un festival cuya asistencia total asciende a casi 300.000 personas. Eso no se logra de un día para otro.
La fama. Un término muy relativo, especialmente en el mundo de los festivales. Algunos de estos la consiguen gracias a basarse en la cercanía, el comfort y la accesibilidad. En otros tres casos (dos hasta hace un par de años), también se potencian aspectos como pueden ser una maravillosa zona de acampada, un toque british en el cartel o la apuesta total por lo mainstream. Y alguno opta por ir a lo seguro: armar un cartel que consigue generar una expectación suficiente como para quedarte mirando un vídeo de Youtube durante horas a la espera de noticias o ir a buscar lonas con nombres de grupos por Barcelona. En definitiva, cada uno trata de potenciar aquello en lo que puede ser más fuerte… así es la guerra.
Pero, ¿y el Arenal Sound cómo ha podido lograr la fama actual? La apuesta por el público joven, la elaboración de carteles que tocan casi todos los palos y una campaña basada en el eslogan «la experiencia musical del verano» pueden ser las claves de ello.
Público joven, si hay un festival en nuestro país que se nutre casi íntegramente de ellos es este. Ha conseguido que desde los que han cumplido 18 años hasta aquellos que rozan los 30 tengan, parafraseando a Simeone, un sentido de pertenencia a él. El sustituto a un viaje: más económico, más fiesta y con posibilidad de escuchar en directo a aquellos autores de esas canciones que escuchas (a todas horas) en la radio. Desde luego, una experiencia diferente, con la playa de fondo (y que te hará amar al Mercadona por encima de todo lo demás durante ese tiempo).
En cuanto al cartel, si por algo destaca todos los años es por su afán por abarcar casi todo: electrónica, indie, pop, rock, rap, mestizaje… Una forma diferente de atraer al público. Si no te gusta Martin Garrix, puede que te decantes por venir gracias a Rayden o Kase.O. Si te gusta mucho Bastille y te sabes sus discos de memoria, no te importa no conocer casi ningún otro nombre, vas a ir igualmente. Y, por supuesto, está el tema de los influencers. En resumidas cuentas, una apuesta arriesgada (cada vez más utilizada por otros festivales) que está logrando generar la inquietud de asistir a este tipo de eventos a una nueva generación de público.
Por último, pero no menos importante: la promoción. Te podrá gustar más o menos, pero no se puede negar que esto lo hacen a la perfección. Un eslogan que engancha, un trabajo muy elaborado desde las redes sociales (aprovecho para saludar a su CM porque lidiar con tantos adolescentes no está pagado… ¡subidle el sueldo!) e influencers. Vivimos un momento en el que Dulceida u Ojete Calor son capaces de atraer más público como DJ que bandas con nombre como L.A u otras emergentes como El Imperio del Perro, esto es así. Y el Arenal lo ha asimilado a la perfección, no hay más que ver el éxito de Dulceida el año pasado y su apuesta de nuevo por ella para en 2017.
En definitiva, durante estos ocho años el festival ha sabido definir sus intereses y apuestas. Se han sabido adaptar tanto que para su edición de 2018 han vuelto a colgar el sold out a seis meses de su inicio.
Podrás preferir el BBK Live, el Primavera Sound, el FIB… pero no se puede negar que, a día de hoy, el Arenal Sound sigue siendo necesario. ¿Por qué? Porque tiene una función muy clara (además de ganar dinero): conseguir atraer a una parte de sus asistentes al mundo de los festivales de música. Igual un año vas a Burriana y al año siguiente vas a Bilbao o Madrid porque te ha gustado la experiencia y quieres conocer nuevos recintos. ¿Por qué no? Puede ocurrir.
Es más, a modo de conclusión y como aporte personal. Mi primer festival de más de un día de duración fue el Arenal Sound de 2014 y he de reconocer que lo que aprendí durante esos seis días en Burriana me ayudó mucho a entender lo que es (e implica) un evento de este tipo. De hecho, en 2015 repetí e incluí el BBK Live (gracias a Muse principalmente) en mi agenda de festivales. El Arenal es como selectividad, si superas una edición suya estarás preparado para asistir a cualquier festival del planeta. Así de contundente te lo puedo afirmar.
Larga vida a los festivales, larga vida al Arenal Sound.
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Fotos: El País / El Mundo / 20 minutos