El Bass Coast Festival se celebra en Merritt, cerca de Vancouver del 7 al 9 de julio. Te contamos por qué es de esos festivales que mantienen la esencia original
Como expatriado que es uno, es inevitable no sentarse a recordar con añoranza cosas que son difícilmente irremplazables, unas cervezas en la terraza con amigos, la paella de tu abuela los domingos, los políticos corruptos que salen a diario en las noticias y, por supuesto como bándalo veterano, poder cubrir un festival para Bandalismo, y aunque me consideraba ya prácticamente retirado vuelvo a resurgir esperando poder hacer algo más parecido a la primera vuelta de Michael Jordan y no a la reaparición de Björn Borg.
En mi estancia en Canadá me ha dado tiempo a reafirmar mitos: son educados, todo está limpio, hace frío y tienen montañas para aburrir, pero también para desmontar otros como encontrarte renos por la calle, beber sirope de arce como si fuera agua y que no exista el verano, porque sí, hay verano y como este escasea le sacan el máximo partido.
Es por ello que la oferta festivalera en los meses estivales no es nada desdeñable, pero al ser las distancias bastantes considerables hemos decidido apostar por uno de ellos, el Bass Coast que se celebrara en Merritt, a unas 3 horas de Vancouver, durante el 7, 8 y 9 de julio. Un festival de un tamaño pequeño donde la falta de ambición por el crecimiento le hace mantener su esencia y hace que a los pocos días de su lanzamiento cuelguen el sold out. Esa esencia se mantiene con la ausencia de zonas vip, patrocinadores, y vendedores de todo tipo de productos que ahora abundan en los festivales y también con la actitud vital de los participantes, donde se antepone las ganas de libertad durante esos días a crearte unos horarios de conciertos más ocupados que la agenda de un ministro. El ambiente se puede asemejar un poco a la idea que nos llega del Burning Man, gente desinhibida, yendo en bicicleta y con ganas esencialmente de pasarlo bien todo ello en un destino privilegiado de la naturaleza rodeado de montañas y cruzado por un río.
Es por todo lo comentado que el cartel no cuente con grandes nombres, pero si podemos encontrar cosas muy interesantes…
D. Tifanny
DJ y productora residente en Vancouver, y una de las piezas claves de la escena underground de la ciudad, es además estandarte de un sello que cada vez está sonando más en Europa: Pacific Rhythm.
El Papachando
Argentino afincado en EEUU que dispone en sus sesiones una amalgama de estilos, que, aunque no se lo pueda calificar como el más estilista y preciso en sus elecciones, sí que promete diversión y no podría estar más bien elegido para este festival.
Eli Escobar
El house de la costa este americana está bien representado por este neoyorquino, que bien podría ser hijo de uno de los grandes del house de Chicago.
Joe Nice
Su aspecto de tipo duro, no acorde con su apellido, pero sí con su ciudad natal, Baltimore, sí que van en consonancia con su dubstep estridente, sin concesiones para el descanso.
Paul Woolford
Más conocido para el público europeo, ya que se le ha podido ver como residente en Ibiza, y acompañando a renombrados de la escena como Villalobos y Hawtin, será uno de los marcados en la agenda, pero como ya hemos dicho antes una agenda sin ningún tipo de estrés.
Project Pablo
Clase y personalidad en este quebecois, formado en una de las escenas más prolíficas de Norteamérica como es Montreal.
Roman Flugel
Que decir de este berlinés, lo he visto tantas veces que podría invitarlo a mi boda, lo que no tengo seguro es que si me sería rentable teniendo barra libre dada su afición desmedida al whisky de malta.
The Funk Hunters
Uno de los mitos locales, imprescindibles en gran cantidad de festivales en Norteamérica, el funk y el hip-hop son sus fuentes de inspiración desde donde pueden derivar en una catarsis colectiva, en la que esperemos estar inmersos ya que hasta la fecha no han conseguido convencernos.
Call Super
No podía faltar el toque londinense, con este DJ y productor muy del agrado de también festivales europeos como Dekmantel o fiestas consagradas como Boiler Room.
A parte de la música el festival se nutre de gran cantidad de actividades, talleres, clases de yoga, comida foodie, vegana y todo lo que te puede hacer falta para ser moderno. Así que esperamos poder contarlo, y que ustedes lo lean.
Marc Nulty