Crónica: The Pains of Being Pure at Heart o el eco del placer

Reseñamos el paso de los neoyorquinos The Pains of Being Pure at Heart por la Joy eslava de Madrid, teloneados por Apartamentos Acapulco


La Joy Eslava se convirtió la noche del domingo 15 de octubre en una cámara de power pop, en un pequeño templo de shoegaze animado. La bisoñez, el buenismo, el sufrimiento romántico inundaron la mítica sala de la calle Arenal, pero también lo hicieron las guitarras afiladas y los torrentes de expansividad onírica, y los golpes de batería, y todo aquello que levanta por los aires el sonido cabizbajo de las dos bandas enormes que pasaron por allí.

Digo dos porque en este caso como en pocos la entidad era sorprendentemente similar: The Pains of Being Pure at Heart, con 4 discos —uno de ellos, Belong de 2012, referencial— y diez años de trayectoria, y nuestros Apartamentos Acapulco, con apenas tres años, un disco y un par de EP. Sorprende ver cómo los granaínos se codean así, de tú a tú, con una banda de Nueva York tan rodada y experimentada, tanto que el propio Kip Berman, su alma y líder, no paraba de agradecerles su desempeño como teloneros en gran parte —hasta 10 conciertos— de su extensa gira por España.

A principios de año les veíamos en el En Órbita y vaya salto han ido cocinando durante todos estos meses. Bolo a bolo se han profesionalizado, han ganado enjundia, precisión y amplitud en su sonido, que ya se expande con la contundencia de los grandes del shoegaze. La demostración perfecta es la emocionante e intensa ‘Romance de Verano’, que viene a coronar el muro de sonido que empiezan a levantar ya desde primeras con ‘Amigo Sol’, y desde ahí no pueden no hacerte recordar a los mejores Planetas, a los primeros, a los que se movían con pericia entre las arenas de Dinosaur Jr. y las pesadillas febriles de My Bloody Valentine. ‘Scarlett’ y ‘Nueve Esferas’ cierran por todo lo alto, con más ritmo y una Angelina más protagonista en las armonías vocales, el bolo de una banda con todo por delante, desgarradora y original en su revisionismo, todavía poco consciente de lo que es capaz de dar y protegida en su timidez.

La contundencia y la intensidad que derrocharon Apartamentos Acapulco se echó de menos en The Pains of Being Pure at Heart, aunque su cancionero esté cercano a las alturas de los clásicos. La banda de Kip es todo un referente del indie pop, una consecuencia tardía de la efervescencia neoyorquina de principios de los 2000, y su concierto rápidamente se pasa a los preceptos del power pop agregando a la misma estructura que llevan los de Granada y tantas otras bandas encomendadas al noise pop una segunda guitarra afilada para juguetear con la agudeza del sintetizador.

Funcionan bien los temas del último disco, especialmente la bailable y newwavera ‘When I Dance With You’, pero son las desempolvadas las que se ganan al público: ‘Come Saturday’, ‘A Teenager in Love’, ‘Higher Than the Stars’. Para desencadenar el final se reservaron el trayazo que hicieron para su tercer disco, una especie de pisada de acelerador sobre el ‘Close To Me’ de los Cure, ‘Until the Sun Explodes’, en la que sin embargo se quedaron desdibujadas e insuficientes las guitarras, que en estudio recorren danzarinas toda la canción trazando guirnaldas con el sinte. Esas que sí funcionaron, y a la perfección, en ‘Young Adult Friction’ o, sobre todo, en la ensuciada ‘Belong’ que daba título a su disco más ambicioso y experimental y ponía punto y aparte en el concierto.

La banda se despedía y salía Kip solo al escenario, Telecaster en mano, para hacer no sin mucha timidez un tema no publicado llamado ‘Home’ y para volver a agradecer a España —Madrid es la tercera ciudad del mundo en escuchas a The Pains of Being Pure at Heart según Spotify— la calurosa acogida y a Apartamentos Acapulco su brillante trabajo. Los demás miembros se unen a él después para atacar ‘Eurydice’, el exitoso single de Days of Abandon que demostró que el tercer disco de los de Nueva York tiene grandes canciones, y terminar con ‘This Love is Fucking Right’.

Mientras todos se desenchufaban y colgaban los instrumentos, Kip increpaba al batería para continuar y se sacaba de la manga otro tema, así que la banda no tuvo más remedio que permanecer y descargar los últimos cartuchos en la sorprendentemente celebrada ‘So True’, joyita oculta de su último trabajo, The Echo of Pleasure. Un nombre que le viene perfecto al momento actual del grupo, muy cerca de la disolución —realmente ya no son un grupo como tal, sino el proyecto personal de Kip—, y sobre todo a la resonancia de su directo: the echo of pleasure. El eco del placer.

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