La banda gallega demostró, ante una sala casi vacía, que para presumir hay que sufrir
Ni es la primera vez que ocurre ni será la última. Y es que ya lo dice el dicho: para presumir hay que sufrir. Una expresión que define a la perfección el concierto de Presumido en Las Armas el pasado jueves 15 de febrero en Zaragoza.
Lo cierto es que, aunque a través de las redes sociales se pretenda exhibir todo lo contrario, no todos los conciertos resultan tan maravillosos como aparentan ser al día siguiente. Al menos en lo referente a algunos aspectos organizativos.
¿Cuál es la realidad? Pues que en la mayoría de casos surgen imprevistos o hechos que terminan influyendo negativamente en los conciertos, generando que algunos no se terminen de vivir como deberían. A veces porque, por motivos organizativos, se tiene que cambiar de sala a última hora y el nuevo emplazamiento no resulta ser el adecuado —como le ocurrió a Viva Suecia en A Coruña en 2017—.
En otras ocasiones se producen fallos, que pueden ser técnicos —como les sucedió a Dorian en la última edición del Sonorama Ribera— o provocados por la propia banda, como canciones mal cantadas o tocadas. Algo que también ha ocurrido y que, aunque sea normal porque somos personas, denotan una falta de profesionalidad importante.
Y por supuesto, el rey de la corona: las salas medio vacías. Si ocurre en las grandes ciudades como Barcelona o Madrid, cómo no va a suceder en algunas como Zaragoza. Concretamente, en el caso de la ciudad maña, el propio Sergio Vinadé (miembro de Tachenko y responsable de Las Armas) ya afirmó en la entrevista que hicimos para conocer más la institución de Las Armas en 2016 que hay un agujero de gente entre los veinte y los treinta años que no han ido en su vida a un concierto.
Algo que en este caso repercutió a la banda gallega Presumido. Un dueto del que os comenzamos a hablar prácticamente desde el instante en el que publicaron su primer trabajo, Vendetta, el año pasado. Un disco que se coló entre los mejores discos nacionales de 2017, concretamente en el puesto número 7, por méritos propios.
Pero las cosas son como son y la realidad, a veces, no devuelve el trabajo que hay detrás. Y es que este proyecto, además de demostrar tener una filosofía de trabajo muy clara —a lo que hay que sumar su incorporación al management de Music Bus—, derrocha dedicación y esfuerzo.
A pesar de celebrarse el concierto en una sala con capacidad para albergar a 450 personas, tan sólo nueve personas disfrutamos de un gran espectáculo audiovisual. Porque, a pesar de la situación, es lo que fue. Ni más ni menos. Tarci Ávila y Nacho Dafonte presentaron Vendetta a través de una puesta en escena elaborada y que logra convertir su primer trabajo en algo más que música, en una experiencia.
Por una parte, la distribución. Y es que tiene mérito lograr una organización tan sofisticada sobre las tablas a pesar de utilizar una cantidad de cables que volverían loco y enamorarían a cualquier electricista. Al igual que los dos focos de luz situados al fondo del escenario, los cuales acompañan y potencian de forma muy acertada la expresión completa del show.
Al igual de destacable la actitud de Tarci sobre el escenario. Si bien todavía no es un frontman total, se nota que el historial de conciertos y festivales —con actuación en el World Pride Madrid 2017 incluida— le ha venido muy bien para adquirir más tablas durante sus actuaciones. Acompañado y sincronizado perfectamente por un Nacho cuya entrega en la batería, además de generar el sonido propio de la banda, le debe poner muy complicado poder engordar. Pero esto no se lo digáis a los gimnasios, no vaya a ser que se ponga de moda el «drumming»…
En cuanto al repertorio, Vendetta sonó íntegramente. ‘Ahógate’ y ‘Necrotú y yo‘ —single que fue viral en Spotify— son dos temas que son imposible no bailar o cantar. Los dos máximos estandartes de un trabajo compuesto por diez temas que, como ya definimos, resulta ser un synth-pop mezclado con letras tan evocadoras como caracterizadas por esa «retranca» gallega.
Si el disco ya de por sí genera una atmósfera que evoca a M83 o incluso Depeche Mode, el directo logra transmitir y combinarse totalmente con esa bipolaridad que te puede dejar riendo y llorando o llorando mientras bailas. Y el futuro de estos gallegos parece que va a seguir ese camino marcado, al menos en lo musical, ya que tocaron cuatro nuevos temas que mantienen el espíritu de su debut: ‘Yo os bendigo’, ‘No era yo’ —carne de single—, ‘Rota’ y ‘Escribe’.
Resumiendo, mucha atención a este dueto gallego porque si mantienen este espíritu de trabajo y nivel musical pueden ser una de las revelaciones —todavía más— del panorama musical nacional. La lástima es que tan sólo nueve personas hayan visto el inicio de un proyecto tan cuidado y característico en Zaragoza. Pero así es la vida. Espero que en su próxima visita Presumido presuma más y sufra menos, porque se lo ganaron con creces.