La última sesión de los Veranos de la Villa de este año comenzó con Rodrigo Amarante como artista invitado. De Rodrigo sabía que es brasileño y que acompaña a Devendra Banhart como guitarrista. Ahora también sé que tiene una voz deliciosa, que canta en portugués, inglés y francés, que es un virtuoso de la guitarra, que toca el teclado y que además es el escritor favorito de Devendra. En definitiva, un invitado de lujo que, a pesar de algún desajuste de sonido que hizo que el bajo y el teclado se solapasen, terminó su actuación entre ovaciones y nos dejó a tono para lo que quedaba por venir.
No había visto a Devendra Banhart en directo y he de reconocer que mi interés por verle se debía, por supuesto a su música, pero casi más a lo enigmático y pintoresco de su personaje. Ahora, mientras escribo esta crónica y re-escucho Mala, su último trabajo, sigo pensando en lo seductor de sus rarezas y empiezo a entender el fanatismo que le rodea.
Este venezolano al que le da por llorar en momentos inoportunos y que reconoce la belleza que puede haber en un travesti, resulta fascinante a cada paso. A pesar de sus orígenes venezolanos (y californianos), se declara fan del britpop, de grupos como Pulp, Blur, Suede y Oasis.
Había oído a Devendra decir «I don’t necessary love the music I make but I love making it» – no necesariamente me encanta la música que hago pero me encanta hacerla – y efectivamente, se le ve disfrutar con lo que hace y con esa mezcla de influencias que le rodea.
Desde el primer tema, ‘Golden Girls‘, los movimientos de cabeza, la coreografía de sus pies y sus muecas, maravillaron a un público incondicional que le hubiera bailado el agua de un charco. No vi ningún sostén volar, pero poco me hubiera extrañado verlo entre aquel desgañitado «Devendra, quiero un hijo tuyo» y aquel, cursi pero a la vez ordinario, «Devendra, te amo».
Devendra dice en sus entrevistas que cantar en varios idiomas (inglés, español y alemán) le lleva a distintos lugares. Y tiene razón, escuchar ‘Never Seen Such Good Things‘, ‘Baby‘ o ‘Hatchet Wound‘ te lleva a un lugar pacífico cerca de Vetiver, mientras que escuchando ‘Mi Negrita‘, no puedes evitar que los pies, las caderas y las maracas se vayan a por un trago de ron.
Entre tema y tema Devendra mezclaba el inglés y el castellano con total naturalidad y respondía, sin demasiada preocupación, al que exhibía una pancarta con un enigmático «NO» en mayúsculas, con un sencillo «llevo con esa palabra en mi cabeza toda mi vida». Tampoco hizo caso a la que, muy hormonalmente, le pidió que se quitase la camisa. Pues no bonita, ya puede hacer 40 grados que la rebequita se queda puesta, que hay mucha fresca suelta.
Con la misma naturalidad con la que Devendra cambia de idioma, cambia de registro y es que, más allá de ser un chico mono (que lo es), es un virtuoso de la voz y ayer lo dejó claro. Hace lo que quiera con ella y con el público, que celebraba cada uno de sus gestos.
Fue ese original estilo latino que le caracteriza, el que puso la guinda final al concierto, primero con un tema nuevo y tranquilo que Devendra «probó» en solitario y después, con la mítica ‘Carmensita‘ (ya en el bis), que sonó espectacularmente bien y que el Price entero bailó.
Y sí, puede que Devendra sea un posturitas exagerado, pero es un posturitas que a sus 32 años ha publicado 8 álbumes, ha expuesto parte de su obra (porque también pinta, claro) en el Museo de Arte Moderno de San Francisco, en el MOCA de los Ángeles y además tiene pelazo, así que saquen a pasear esas envidias, que las merece.
Y por si sirviera para calmar las ansias hormonadas, o por lo menos para bajarles el volumen, aquí les dejo el empalagoso video que Devendra y su pareja, la serbia Ana Kraš, han hecho para la marca The Kooples.
(Foto: El economista)
No soy aficionado a esta música, si es que es «música»; tampoco suelo ir a este tipo de conciertos. Pero la crónica que acabo de leer es de las que te invita a participar.
Precisión, linealidad, nada de flotituras y una cierta dosis de socarronería muy cercana a lo que en mi tierra se concono como retranca. Y, sobre todo, buena sintasis. Si fuese profesor de literatura pondría esta crónica como «comentario de textos».
!Bravo «H»¡
Muy acertada la crónica. Felicidades. ¿No sería posible que tuvieses información previa y la publicacases claro? -no se me ocurre la vía pero sé que las hay- Si pudiesemos acceder a este tipo de información antes de cada actuacíón sería estupendo para seleccionar que más interesen. Me resulta atractiva la lectura de las crónicas de H.
Addenda mi antero comentario:
!»sintaxis», carallo, no «sintasis»¡. Prometo que ha sido cosa del teclado…..
Muchísimas gracias por el comentario, Manuel. Con lectores así da gusto escribir. Fue un concierto muy divertido, ¡no te pierdas el próximo!