Crónica: Woodkid @ Webster Hall, Nueva York

Todo lo que envuelve a Yoann Lemoine, en su versión Woodkid, está relacionado con la épica. Su música y sus vídeos tienen ese carácter que se contagia hasta hacerte creer que puedes conquistar el mundo.

Un crescendo medido que te va preparando durante el viaje, casi sin darte cuenta, para el gran final. Y sus conciertos, o al menos el que yo pude ver, mantienen la misma estructura. Pero vamos al lío.

El pasado martes tuve la oportunidad de ver su directo en el Webster Hall de Nueva York, una sala mítica de la Gran Manzana, sin ninguna pretensión pero con una historia que la avala. Tras la nada memorable actuación de Thomas Azier como telonero, y con ayuda de un montaje no demasiado exagerado para lo que cabría esperar (8 personas contando con Yoann en el escenario – 3 vientos, 2 percusiones y 2 con la parte electrónica) comenzaba la actuación.

cronica woodkid 1

Como decía, el concierto estuvo muy bien construido, con un primer acto dedicado a sus temas más tranquilos y un segundo en el que entramos de pleno en ese estilo que tan bien ha sabido reflejar Woodkid.

El público, formado casi por completo por europeos, no dejó ni una sola de sus canciones sin cantar, empezando por ‘Baltimore Fireflies’, tema no incluido en su primer álbum, que sirvió como aperitivo de lo que nos esperaba, ‘Where I Live’ y el tema que da título al disco The Golden Age. Continuaron ‘Ghost Lights’, ‘I Love You’ (con especial dedicatoria a todos los hombres presentes en la sala), ‘Brooklyn’ y ‘Boat Song’.

Tras esta primera parte empezó la cosa a ponerse animada, algo que ya se encargó nuestro anfitrión de anunciar: «Ok, and now the boom boom». Con ‘Stabat Mater’ como introducción ya se empezó a ver un cambio en el ambiente, demasiado quieto hasta ahora. Siguieron ‘Conquest of Spaces’ y ‘Iron’, con una versión extendida de 10 minutos con éxtasis de percusión al final. Toda una gozada.

cronica woodkid 2

La zambomba continuó con otra sesión de tambores-techno-house para deleite del personal, en el que pudimos ver algo de color en el escenario. Unos focos rojos que rompieron, empiezo a pensar que por error, la sobriedad del resto del espectáculo dominado por el blanco y negro.

Nos acercábamos al final y llegó el turno de ‘The Great Escape’, tema con el que el grupo se escondía en el backstage dispuesto a deleitarnos en el bis con el gran final: ‘Run Boy Run’.

Para terminar, un Yoann sinceramente emocionado tras la ovación recibida, se marcó una última canción, la misma que cierra su disco: ‘The Other Side’. Una lenta para que la gente pudiera irse a casa reflexionando y con la calma mental suficiente como para asimilar que habían visto un gran concierto.

Una crónica de Bándalo

Puntuación de los lectores

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.