El cuarto álbum de Cloud Nothings celebra en propiedad la vigencia del sonido post-hardcore y lo-fi, que sigue influyendo sin interrupción a generaciones de bandas talentosas con mucho que aportar a la escena musical actual.
Con una validez extraordinaria, el cuarteto de Ohio firma de nuevo un álbum notable muy marcado por la estela de su anterior disco, Attack On Memory (2012), que fue el encargado de sentar las bases sonoras esenciales de la banda, bajo la batuta del omnipotente Steve Albini a la producción. El resultado de Here and Nowhere Else con nuevo productor, si bien es intenso, rudo e iracundo, consigue redefinir las melodías frescas y el dinamismo expansivo de las composiciones de su LP previo, en el que se descuelgan de etiquetas tan manidas que siguen teniendo otras bandas como Japandroids o No Age, para afianzarse como una de las punteras del género.
La huella del pop alternativo norteamericano desaliñado e introvertido (Dinosaur Jr, Sonic Youth o Hüsker Dü) sigue estando en el corazón de su sonido, pero aquí hay un cuerpo instrumental más pesado: guitarras densas, sintetizadores moogs y teclados analógicos, a lo que hay que sumar unas letras más punzantes en su significado. Los 8 cortes son de una electricidad corrosiva, desde ‘Now Hear in’ hasta ‘I’m Not Part Of Me’, tema que es capaz de hacer volar (físicamente) a más de uno.
Cada canción es una pequeña joya chispeante, como ‘Just See Fear’ o ‘Quieter Today’, donde el estrépito de la batería de Jayson Gerycz, que en ocasiones y salvando las distancias recuerda a los tremendos aporreos de John Bonham, da comienzo a un muro de sonido denso, viscoso, y a una melodía almibarada en la composición.
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‘Phychic Trauma’ tiene infinidad de efectos de sonidos y reverberaciones reforzados por el agresivo registro vocal de Dylan Baldi, que se desgañita con tanta fuerza que consigue estirar el sonido en el espacio hasta desintegrarlo en nuestros tímpanos desgastados por el tiempo, y que a algunos nos hará saborear de nuevo la mejor versión de Ian MacKaye en Fugazi. Sin darnos cuenta, llegamos al penúltimo corte: ‘Pattern Walks’, posiblemente el mejor tema del disco por unanimidad. Sus siete gloriosos minutos de duración son una epopeya furibunda con una serie de poderosos crescendos, que aturdirá tus sentidos como si de un tsunami se tratase.
La conclusión del disco es la pegadiza e indiscutiblemente disfrutable ‘I’m Not Part Of Me’, en la que todos esos zumbidos, pulsos, ecos y lamentos se entrelazan deliciosamente, materializándose en un aguda e intensa conciencia musical.
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Vivimos unos tiempos de frenético, inmediato y rápido consumo musical tristemente ampliable a todas las facetas de nuestra vida. No se vive, no se siente y no se reflexiona, ¿acaso existimos? La algarabía que nos rodea es cada vez más atronadora y nuestra existencia más fútil. Todo en la vida está oculto bajo la verborrea y el ruido; la emoción y el miedo; el silencio y el dolor. A veces ocurre que propuestas artísticas que nos llegaron a cautivar mucho hace unos años acaben sepultadas bajo toneladas de grupos mediocres, y evita que focalicemos nuestras inquietudes personales en el ruido que realmente merece la pena sentir. Todo va demasiado deprisa y nos hacen creer en mentiras sabiendo deliberadamente que son falsas. Todo es un chiste, un chiste malo más en un reino colmado de ellos.
Ya me disculparéis por esta repentina divagación. Esto viene a colación porque Cloud Nothings ha creado con Here and Nowhere Else una encantadora bestia moderna, una obra visceral fuera de lugar, pero en absoluta sincronía con su época.
Ya incluimos el disco en nuestra lista de lo mejor del primer semestre de 2014 y, sin duda, habrá que tenerlo en cuenta para formar parte de los mejores de todo el año. Relegarlo al olvido sería, sencillamente, un contrasentido.
Nota bandálica: 9