Deja vú, deja entendu!
“Esto ya lo he oído antes”, es lo primero que pienso al oír unos pocos segundos de Rivers That Run For A Sea That Is Gone, el segundo disco de Reptile Youth. Los daneses han querido evitar el fracaso del segundo LP apostando por lo seguro: un sonido Modular. No hay nada de original ni nada que me haga poner los pelos de punta en este trabajo. Me suenan a Midnight Juggernauts, a Miami Horrors, a Tame Impala para pijos.
La verdad es que tengo sentimientos encontrados con este álbum y con este duo. Por una parte pienso: “meh, otros wannabes que quieren llegar al SXSW, pero que van de fans de Bukowski y de Inger Christensen” y por otra pienso “bueno, no suenan mal del todo, pero tampoco son lo más”.
Lo que encuentro, tanto en el disco como en sus declaraciones, es la falta de un discurso coherente, me explico. El disco empieza con ‘Above’, un tema space-disco, continua con ‘Colours’, más guitarrero pero con sintetizadores como el anterior (al cual, para mí, le falta más guitarra y más velocidad), para llegar al tema que da nombre al disco ‘Rivers That Run For A Sea That Is Gone’ con un riff de guitarra (intento de garage) que se repite durante 4 minutos hasta que la canción desaparece y se convierte en fadeaway spacedisco con gatitos in the sky.
Luego hay intentos rockeros (‘Structures’), intentos de baladas épicas (‘Where You And I Begin’) y un poco de pop-sintético buscando salir en algún anuncio: ‘We’re All In Here’. ‘Two Hearts’ no sé si es una copia o un homenaje a los Juggernauts y ‘JJ’ no está mal.
El video de este primer single está dirigido por Weng Karlsen y, por un momento, pensaba que Camarón se iba a romper la camisa. Para ser el primer single es bastante insulso, y no entiendo como lo han elegido a pesar de que Mads Damsgaard Kristiansen diga que le gusta más ‘Above’.
Ya al final llegas a ‘All Of The Noise’ y piensas “ooootra vez rasgando guitarras con distorsión y reverb. ¿será moda ahora?» y rematas con ‘Diseased By Desire’, que son 3 minutos 20 de canción, luego paradita y luego 3 minutos de batería, ácido y guitarras distorsionadas.
Opinión
No creo que este disco sea recordado más allá de por la cara de empanado del niño de la portada, obra de Roger Ballen. No aportan nada nuevo, es más, creen que tienen muchas cosas que aportar y se pierden en el camino de transmitir, porque no saben qué transmitir. Ni siquiera ellos mismos tienen muy claro porqué empezaron a hacer música. (En la primera respuesta de la entrevista, dan 6 motivos).
Todas las críticas que he leído son favorables, pero creo que se debe al aura de exóticos-modernos que envuelve al duo danés. En un panorama copado por australianos, neozelandeses, suecos, británicos y franceses, se cuela un dúo de un país cuyo máximo exponente danceable es Trentemøller. Mola decir que tienes un grupo modernillo que canta sobre un fan adicto a la heroína y que le encarga videos a directores de la scene.
Se salva ‘Above’.
Nota bandálica: 5