Cuando decimos que el pueblo entero se vuelca en el festival, es en sentido literal. Los escenarios son la plaza del municipio, el patio del colegio. Hay aire de fiesta por todas partes y nos ha parecido una encantadora mezcla de una feria y un festival independiente. Con niños, ancianos e hipsters dignos del mismísimo Primavera Sound.
Todo empieza con Ruidoblanco y su pop melodramático, como lo definen ellos mismos. Es música hecha para hacerte ondear la cabeza. Un pop twee que en directo tiene algún guiño más al rock y consigue crear verdaderos momentazos con temas como ‘Zumo De Naranja Y Vainilla’, ‘Desaparecer’ o la emotiva ‘Última Visión De Ti’.
La noche va animándose con el hip pop de Delafé Y Las Flores Azules. Con unos «¡WU!» dignos de Adam Granduciel y unos saltos muy pegadizos, consiguen lo que se han propuesto: que El Patio les imite. Bailando, saltando y cantando, la gente tiene una sonrisa estampada en la cara. El auge llega con su hit más esperado: ‘Espíritu Santo’.
Pero no es hasta que se acerca la hora de Izal, que El Patio se llena. Y es que Mikel y los suyos son uno de los grupos más esperados de esta edición del Ojeando. Arrancan con ‘Despedida’ y antes de que Mikel pueda decir una sola palabra, el público está ya prácticamente en delirio. Mires donde mires, todos saltan, palmean, cantan en dúo con Mikel y tienen la cara pintada de emociones y deleite. Los madrileños saben cómo hacer feliz a su público y en su setlist no faltan las canciones más esperadas: ‘Magia Y Efectos Especiales’, ‘Prueba Y Error’ y, cómo no, ‘Qué Bien’. Hay fans fatales (que posan aquí abajo para nosotros), confetis y felicidad en forma de música, así que cuando Izal se despiden, todos nos quedamos con ganas de más.
Bueno, ya os podréis imaginar lo complicado que es tocar después de Izal, con el directo que tienen y la presencia de Mikel para enloquecer a las masas femeninas (y no solo). Pero Sidonie vienen con la intención de hacer bailar al público y, a pesar de la bandera que sitúan a sus espaldas en el escenario (imagen de su último trabajo, Sierra Y Canadá), dicen que tocarán más temas antiguos que nuevos. Y arrancan con ‘Sierra Y Canadá’, justamente (poner equisdé aquí). Empiezan a oírse los primeros tímidos coros que se transforman en gritos y saltos al son de «no hay perdón, no hay perdón». Pero sí que cumplen con lo dicho y ofrecen sus temas más conocidos, como ‘El Incendio’, ‘Costa Azul’ y ‘Nuestro Baile Del Viernes’. Mirando alrededor se ve un público estático, que apenas reacciona cuando Marc se baja para darse un paseo entre la multitud. Pero lo que sí hay de sobra es amor. Y si no me creen, miren qué bonitos son nuestros lectores @AlvaritoZapata y @MariaParraa.
Y llegados a este punto, al concierto de The Right Ons, he de confesarles que no he tomado notas (resulta demasiado difícil escribir mientras saltas) y que intentaré contarles de memoria lo ocurrido. Tal y como lo recuerdo, tras Izal y Sidonie, El Patio se queda medio vacío, Álvaro y los suyos salen al escenario y montan un concierto aluflipante, electrizante y pasmosamente cojonudo. Y no, señores, les aseguro que nada de esto es por el cariño especial que les tenemos a estos cinco chicos. Lo que pasa es que son de lo mejor del panorama independiente patrio. A lo que íbamos: por aquello de «pocos pero buenos», el público responde mucho mejor que durante el directo de Sidonie. Cabeceos, botes constantes y canciones cantadas a gritos como para reflejar la fuerza que desprenden los Right Ons al ritmo de ‘Quiere Bailar’, ‘Día Perfecto’ o su clasicazo ‘On The Radio’. Pero lo que se ve cuando ofrecen ‘Inconsciencia’, ‘Aturdido’ y ‘Día Perfecto’ no tiene nombre, ni hay palabras suficientes para describirlo. Esa potencia que derrochan (durante absolutamente todo el concierto) se adueña de ti y todo son bailes y subidones de endorfina descontrolados. «Eso lo dirás tú» estarán ustedes pensando. Pero no: tras cada uno de esos temarracos, varios desconocidos se me acercan para decirme lo mucho que están flipando, lo incrédulos que están ante tal show. Y así, sudados y ya reventados, nos despedimos del viernes.
Para ir calentando motores el sábado, antes de La Habitación Roja y Fangoria, tenemos a los ganadores del Ojeando Nuevos Talentos, Copa Turbo. Con su electropop que coquetea con la disco más setentera, hacen que los presentes se suelten la melena sin pensárselo dos veces. Les recomendamos que les dediquen unas escuchas, porque se lo merecen.
Tras los almerienses, es el turno de LHR, que traen a Ojén su último álbum, La Moneda En El Aire (del que ya os hablamos en detalle). Los valencianos, veteranos de la música indie nacional, ponen sobre la mesa toda su experiencia y hacen del poco tiempo a su disposición algo inolvidable. Para usar el estribillo del tema que da nombre al álbum, «cada momento hay que apreciarlo, cada segundo es vital». ¡Y vaya que si es así! Es un concierto íntimo, a pesar de ser en un festival, y cuando tocan ‘Si Tú Te Vas (Magnífica Desolación)’ la emotividad está por los cielos. Como decía, han venido a presentar su último disco, pero entre una ‘La Moneda En El Aire’ y una ‘Tanto Por Hacer’, no dudan en dedicarnos su mítica ‘Indestructibles’. En la recta final nos regalan la preciosa ‘De Cine’, durante la cual Jorge se marca tal meneo que bien podría darle clases a Alex Turner. Cierran con ‘Ayer’, y el frontman baja del escenario para volver a subir haciendo una verdadera acrobacia (que si intentara hacer yo, me partiría la cara).
Ya falta poco para la aparición de Fangoria, los técnicos ya están montando su escenario y El Patio está literalmente a reventar. Cuando echo un ojo a los presentes, veo todo tipo de gente: desde personas de 70 y largos, a drag queens y metaleros. De hecho, allí estoy yo también. Y es que puede que Fangoria se salga un poco de lo que es nuestro estilo, que Alaska cante en playback, que a una de las bailarinas le sobren unos 10 kg y tenga la soltura de un palo, pero la verdad sea dicha: el espectáculo que montan es asombroso. Olvido apuesta por lo seguro y más que canciones de Policromía (su último LP), va lanzando sus clásicos uno tras otro. Y el público lo agradece, porque mola cantar «¿dóóóóóóóóónde está nuestro error sin solucióóóóóóóóón?». Y con ‘Dramas Y Comedias’, ‘A Quién Le Importa’, ‘Mil Campanas’ o ‘Perlas Ensangrentadas’ hacen que los asistentes muevan los esqueletos como no lo han hecho hasta ese momento. Muy gracioso el momento sensual y sexual de ‘Viva Sara Montiel’, en el que un objeto sí identificado salió volando del escenario (foto aquí).
Y así, muy a nuestro pesar, es cómo nos despedimos de este festival único en su género. Un festival que no tiene un recinto, sino que tiene a todo un pueblo como escenario. Un festival con un entorno único. Un festival que nos ha encantado, un festival que más que un evento, es una experiencia.
Mágico festival y muy buena crónica, como siempre! Totalmente de acuerdo en todo, llevo 5 años yendo y este festival es diferente al resto. Y encantado de saludarte Roby, gracias por la foto 🙂
Hombre Alvarito, un placer verte por aquí, y además protagonizando foto y todo. Anda que te lo estabas pasando mal, ¿no?
Alvarito! De nuevo, me alegro de que te haya gustado la crónica. El festival estuvo genialísimo. La verdad es que es tan cercano que parecen conciertos en salas. Gracias a María y a ti por dejarme que os sacara la foto! Más bonicos que sois <3
Besos!!