Nick Cave exorciza los fantasmas de la pérdida y del dolor por la muerte de su hijo en un disco emocionante
Lo nuevo de Nick Cave & The Bad Seeds viene a suceder al que seguramente sea su mejor disco hasta la fecha, Push The Sky Away. Que es como el buen vino ya no resulta extraño después de semejante trayectoria. Su poesía enlodazada y escarificada bebe de la experiencia y de la amenaza damoclesiana de la pérdida de la memoria. En este sentido ascendente, y ante el reto que supone dar continuidad a las grandes obras maestras, la vida cruzó a Nick Cave la más incisiva de las cicatrices, la más antinatural de las catástrofes, la tortura infalible de la pura y descarnada experiencia. La sombra. La muerte de su hijo. La pútrida materia prima de Skeleton Tree. Temblad. Nick Cave ha vivido lo que es la oscuridad.
‘Jesus Alone’, el primer sencillo, abre el álbum con una misa espectral embarruntada en la idea de la súplica: «with my voice I am calling you«. A tí, a todos los espectros, a todos los muertos. La voz de Cave reflexiona sobre los ecos de una pesadilla sonora que acongoja a cada vibración del moog y que emociona al calor de los violines. Se ha cansado de cantar; sólo relata, enseña, cuenta. Cada vez más habla del sentido de todas las cosas bellas desde el negativo de una oscuridad que permite aprender a ver la luz.
El proceso de grabación del álbum no puede ser más espontáneo y casero, lo que viene a demostrar la excelencia de los Bad Seeds, definidos por tratar cada sonido con la delicadeza de un maestro artesano. Cave y sus muertos vivientes en un estudio. Un piano, los violines, las guitarras, una percusión sutil y los gemidos pirotécnicos de Warren Ellis. La filosofía es el libro de estilo y Nick Cave el predicador con título de doctor honoris causa en el arte de vivir. Morir. Ganar. Perder.
El dolor recorre cada segundo de este magnífico disco, suspira en el tintineo vibrante de las cuerdas. En ‘Magneto’, el oscuro prestidigitador abre un pasaje hacia las puertas del infierno. Dibuja un calvario personal en absoluta soledad y acosado por las inclemencias de un entorno condenatorio y antinatural. El viaje del soldado caído al hades de los griegos. La mortuoria peregrinación.
En ‘Anthrocene’ los instrumentos se adhieren entre sí para hacer algo más grande, cooperan y copulan, pero no es esa la tónica general de Skeleton Tree. En el 17° disco de Cave al frente de los Bad Seeds cada instrumento dialoga en la intimidad con el poeta negro para generar la atmósfera de confesionario y reclinatorio y matizar más específicamente el sentimiento.
Con ‘I Need You’ llega el verdadero lamento, una canción deliciosa y envolvente que habla de amor y de pérdida con un arreglo más ochentero y sintético en la línea oscura de las bandas de Berlín. Es una caricia, un clamor de necesidad. La materialización del dolor por la ausencia. Cave dedica la canción a su hijo pero cualquiera podría dedicársela a cualquiera porque constituye una alegoría perfecta del culto a los difuntos. Echar de menos, derramar lágrimas… es la piedra angular de este acto maravilloso en el que hasta la voz de Cave tiembla de emoción. Y los Bad Seeds alzando al cielo la plegaria a base de coros funerales. Un cielo que parece metafísicamente distante, tan solo presente en el fondo del corazón. Para esta ‘Distant Sky’ cuentan con la colaboración de la soprano Else Torpe, que tilda con su voz el lacrimosa de este réquiem.
‘Skeleton Tree’ sirve como broche y se funde a negro en un totum instrumental cálido y progresivo que entronca estilísticamente con ‘Mermaids’ y sirve como alivio, como rayo de luz en este tránsito por las tinieblas.
Era imposible hacer canciones… parecía mucho más necesario encapsular una idea, un concepto, un sentimiento y darle forma musical. Así es como suena el dolor.