Crítica: Perfume Genius, pop petimetre

‘No Shape’, el cuarto disco de Perfume Genius, le muestra en plena expansión emocional, sobrio y observador racional de su propia existencia


Lo que Mike Hadreas parece haber asumido en este momento de su vida es la belleza extraña, sorprendente y a veces incomprensible de la trivialidad cotidiana. Probablemente por haber encontrado una renovada estabilidad en brazos de su pareja y compañero artístico, Alan Wyffles, con el que comparte casa en Whasington, perro, vida y rutina, y por encontrar en ese equilibrio un punto a medio camino entre la melancolía, la sensación de opresión, la pérdida de libertad o el temor a que llegue el colapso. En ese dualismo se mueve No Shape, el cuarto disco de Hadreas como Perfume Genius, y por eso asume también lo esclavizante del día a día; es el ánimo principal de la descomunal ‘Sides’, en la que hace empastar mágicamente su engole con el de Weyes Blood. Dentro de esa comodidad externa, el músico de Seattle ha decidido ponerse a prueba musicalmente y conseguido llevar su trabajo a un nuevo nivel, mucho más expansivo.

Con un sonido de banquete posilustrado, de corte al modelo Sophia Coppola, el nuevo disco de Perfume Genius se desarrolla tanto en los salones de Las Amistades Peligrosas como en los palacios de rococó sintético que frecuentan Phoenix (‘Otherside’), abrazado por calurosos sintetizadores, clavecines y cuerdas omnipresentes que le dan al conjunto una extraña e inspiradora ambigüedad. No Shape parece un disco de pop de cámara, con sus coros, momentos vocales de gravedad similar a la que atesoraban Anthony & The Johnsons (‘Just Like Love’, también un poco dream pop) y un evidente clasicismo amparado en un rico ornamento instrumental, pero encierra una épica rock con latigazos de Arcade Fire como ‘Slip Away’ y otra careta más experimental y electrónica cercana a la fantasía que ideó Sufjan Stevens en The Age Of Adz (‘Valley’).

Y hacia la mitad se oscurece en un inteligentísimo movimiento y va a parar a terrenos más cercanos al soul, justo al final de ‘Choir’, que empieza en música clásica y acaba en maldición, y con la progresión electrónica r&b que es ‘Die 4 You’, que no solo recuerda a Prince en el sensational spelling (el espíritu del genio de Minneapolis también se pasea por ‘Go Ahead’).

El soul va a ser una constante hasta el final, con cortes tan preciosistas como ‘Braid’, que modula a veces hasta al jazz, o ese recuerdo a Roger Waters en la clasiquísima ‘Alan’, dedicada a las dicotomías de la convivencia con su novio y cierre colosal para un álbum que puede no tener una canción como ‘Queen’ pero que muestra un discurso absolutamente cohesionado, coherente y progresivo, puede que como nunca hasta ahora en la carrera de Perfume Genius. No Shape le muestra en plena expansión emocional, sobrio y con el control racional de su propia existencia y sus aspiraciones, mucho más contento y agradecido con la idea de ser, con su propia sexualidad y con sus capacidades expresivas y artísticas.


8,5 /10


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