Entrevistamos a los portugueses The Gift, que encaran una segunda juventud con Altar, producido por Brian Eno y mezclado por Flood
The Gift llevan 22 años en el mundo de la música, en el que han trabajado como hormiguitas, acumulando poco a poco éxito y reconocimiento y rompiendo las barreras naturales que se le impone a una banda de Alcobaça, un pueblo de unos 7.000 habitantes a unos 100 km al norte de Lisboa, en Portugal. Ahora, con Altar, el que es su sexto disco de estudio y viene tras un lapso de cinco años desde la publicación de Primavera en 2012, se enfrentan, según ellos mismos, al «momento más excitante» de toda su carrera.
Me lo cuentan Sónia Tavares y John Gonçalves compartiendo un café en la terraza del hotel Vincci Capitol, el del cartel de Schweppes, con magníficas vistas a Callao y a la Gran Vía. Ya alcanzaron el éxito en algún punto determinado del camino, ya ganaron en 2005 un MTV European Award, y ya llevaron a cabo pequeñas grandes conquistas con su debut, Vinyl, de 1998, pero nada como ahora.
«Lo que pasó mal con ‘OK (Do You Want Something Simple)’ fue que no teníamos experiencia en aquel momento como para llevar esa canción por todo el mundo. Si hubiéramos tenido la madurez, los contactos y los años hubiéramos podido a lo mejor conseguir un éxito internacional, pero en ese momento nosotros lo vivimos como el ‘boom’ en Portugal, que ya era mucho para nosotros… venir de un pueblo muy pequeñito y conquistar Portugal ya fue muy grande. Con Film intentamos ya España. Y así poco a poco. Y ahora las canciones están siendo escuchadas en todo el mundo. Son nichos, de acuerdo, personas que están más atentas, que consumen música, pero se extienden por todo el mundo», reflexiona John, bajista de la banda.
La culpa la tiene Brian Eno, que se animó a trabajar con la ellos codo con codo en varias sesiones durante dos años y ha producido este nuevo Altar. «Estamos en un momento excitante porque después de todo lo que pasó en Portugal, en España o incluso en Brasil, ahora tenemos puertas más abiertas. Vamos a estar ahora en el The Great Escape, en Londres, en Ámsterdam, en Berlín… vamos a estar en Nueva York tocando en Central Park en una cosa que es muy grande para nosotros, en un escenario muy importante de verano que montan. Después en otoño queremos ir a más países con el disco. Por supuesto en verano estaremos por todo Portugal pero a partir de septiembre la idea es que este disco llegue a más gente con el directo. Así que sí, parece que Brian nos abrió unas puertas que antes teníamos cerradas«.
The Gift lo saben, y precisamente la idea de Altar viene como un homenaje a la inestimable colaboración del mítico productor. «Pensamos que teníamos que celebrar algo, celebrar esa experiencia que tuvimos con Brian Eno y con Flood (que además ha mezclado el trabajo), con un equipo gigante de músicos, de técnicos… es una manera de celebrar nuestra música, la música en general y toda la experiencia», explica Sónia, que fue la que se atrevió a dar el paso de la proposición a Eno. Y John cuenta emocionado la historia con mayor detalle:
«No fue un disco que lleváramos a Brian. Nuno le conoció en Brasil y quedaron en contacto. Después Brian estaba en Vigo cuando nosotros tocamos allí, le invitamos y vino con su novia. Ese fue un clic importante, porque nos vio en directo y ya hizo contacto con toda la banda, nosotros y los músicos que nos acompañan. A él le encantó; otro paso. Después Brian invitó a Nuno y a Sónia a su casa de Londres a hacer algo que hace todas las semanas (Sónia matiza: «todos los miércoles reúne a un grupo de ingenieros, productores y músicos amigos para cantar gospel; ahí estaba Annie Clark, de St.Vincent«). Y ya el tercer paso es cuando Sónia tuvo el coraje de invitarle a venir a encontrarse con nosotros en España, en una casa de un pueblo cerca de Vigo, a estar diez, doce días sin ningún plan, sin saber lo que iba a hacer, si iba a componer o a grabar. Básicamente, por la mañana iba a ver qué pasaba y por la tarde a relajarse. Y al final acabó trabajando con nosotros en varias sesiones durante dos años. En cada sesión se abría el Pro Tools con lo que quedó de la última y así funcionamos. Nunca se habló de un disco… eran experiencias. Fueron tres sesiones en Vigo, una en Londres y después ya en casa».
Las canciones surgieron de forma espontánea, «cada canción es una canción y no tienes que tener un hilo conductor desde la primera a la última», como reconoce Sónia, y por eso este disco es tan ecléctico, porque «tiene canciones con estribillos, intemporales, mucha electrónica…», pero sobre todo «porque hacíamos las canciones y si nos gustaban pero no encajaban con las otras nos daba un poco igual. Creo que con la ayuda de Brian hemos conseguido sintetizar lo mejor de los 22 años de The Gift en un solo disco«.
Una ayuda que es inestimable teniendo en cuenta no solo todo lo anterior sino también el hecho de que es la primera vez que la banda portuguesa trabaja con un productor externo (siempre se han mantenido bastante independientes, y siguen editando sus trabajos bajo su propio sello, La Folie Records). «Antes era mucho más Nuno, que hacía las canciones con Sonia, y luego nosotros trabajábamos partiendo de sus ideas», cuenta John. «Esta vez grabamos con Brian en un ambiente de banda completa, ensayando juntos las canciones y grabando juntos… tocábamos las canciones bien o mal como si fuesen demos y se las mandábamos a Brian. Él decía lo que creía, sus ideas, qué cambiaba y qué no». Y esto lo convierte en su disco, digamos, de madurez. Sónia reconoce: «No creo que, siendo portugueses, hubiéramos podido llegar a Brian Eno sin 22 años de trayectoria. Ha sido un lujo que sean sus oídos los primeros que nos digan desde fuera cómo orientar nuestro trabajo. Entendimos que, después de tanta experiencia, aún teníamos mucho por aprender, y hacerlo de la mano de Brian Eno… esto es un nuevo punto de partida para nosotros».
Y me pone de ejemplo ‘Love Without Violins’. «La canción ya estaba hecha pero a Brian no le convencía el final y quería hacer algo distinto. La letra habla de un amor un poco oscuro y quería que estuvieran los dos puntos de vista, por eso necesitaba un hombre para cantar. Nos enseño una melodía cantada por él, nos encantó y le dijimos que estaba perfecto y que tenía que ser él… además a él le encanta cantar. Si escuchas bien el disco canta en todas las canciones, pero bueno, sí, es el único momento que se puede considerar dueto».
Las influencias venían de todos lados y de forma absolutamente aleatoria y circunstancial… «Todo fue súper fluido, las ideas venían y si nos gustaban se quedaban. Por ejemplo, una vez Brian fue a Mali, estuvo allí con Damon Albarn y más músicos (—para trabajar el disco de Albarn, imagino—, digo yo ingenuo. —No, no, no—, interrumpe Miguel, —en Everyday Robots él canta una canción y tal pero esto es después, Albarn volvió a Mali después de Everyday Robots para un proyecto de música africana en el que estaban juntos con otros músicos de Inglaterra—). Brian vino tan encantado con la música y las guitarras de Mali que nosotros empezamos a escuchar y a ver documentales y de repente le dimos sentido en una canción que se llama ‘Malifest’. Por eso, las ideas iban y venían y si nos gustaba lo hacíamos sin pensar en el producto final».
La misma madurez que les ha permitido acercarse a Brian Eno y meterse en una estructura de banda «tan buena que nos permite estar dos años grabando y experimentando» es la que además exhiben en sus vidas privadas. «Sónia estaba embarazada en Primavera y este es el primer disco que hace como madre. Nuno en Explode ya tenía una niña, pero muy pequeña, y ahora Miguel, con una niña que tiene un mes y que nació coincidiendo con el lanzamiento del disco. Evidentemente, influye en todo, empezando por la forma de trabajar«.
Les pregunto si Flood viene en el paquete con Brian Eno y Sónia me responde: «No. Estábamos en la tercera o cuarta sesión hablando ya de quién iba a mezclar. Nuno y yo siempre con Flood, porque teníamos ese nombre en la cabeza desde hace muchos años. Y de repente Brian Eno dice: ‘Flood es un buen tío para mezclar esto, lo que pasa es que hace que no trabajo con él muchos años, desde Zooropa de U2. Tengo otros más modernos que a lo mejor le van mejor’. Y nosotros: ‘¡No! Flood, Flood, Flood, Flood’. Era el momento que estábamos esperando. Fuimos a Londres un día y asistimos al reencuentro de los dos, muy emocionante. Flood es una persona magnífica. Le hicimos la propuesta y claro, viniendo de Brian Eno se mostró bastante dispuesto a escucharlo, le encantó y se enamoró más que ninguno. Es un tío que se enamora muchísimo, muy intenso, de extremos… y ahora es un amigo».
También les comento que me extraña no verles en ningún festival de Portugal este año, y John endurece un poco el tono… «Tengo una política que es ‘no me invito a tus cumpleaños’. Hay bandas que se invitan, pero yo pienso que después de 20 años no tengo que invitarme a nada. El primer single salió el 30 de septiembre, el segundo el 5 de enero y el tercero en marzo. Hay tiempo suficiente para que los promotores, que además nos conocemos, nos llamen. Sinceramente, pienso que en 2018 vamos a estar no solo en Portugal, sino en otros festivales de España y otros países. Este año es importante la promoción que estamos haciendo y creo que en noviembre, diciembre, enero, febrero ya tendremos cosas cerradas con festivales. Para nosotros hubiera sido perfecto tocar en los festivales de Portugal este año porque somos grandes ya allí y hemos sacado el disco este año, pero si nos llaman el año que viene, iremos». Sónia se muestra mucho más tajante: «Tampoco necesitamos mucho hacer festivales en casa porque pagan poco y la gente ya nos conoce… sí en España, o fuera, en Inglaterra, como con el Great Escape que tenemos ahora».
John, que es un ávido e insaciable oyente de música, también reparte contra la radiofórmula convencional, y es que según él «cada año que pasa son peores las canciones mainstream«. Le encantaría que la «obra» (como a él le gusta llamarla) de The Gift inspirara a un joven de entre 18 y 24 años a abrirse a otras propuestas, nuevos horizontes, y piensa que ahora hay que ser un entendido para encontrar buena música. «En otro tiempo estaban Depeche Mode en la radio a las cuatro de la tarde, estaba U2, estaban The Cure… ahora es ‘Despacito’… Y el problema es que al final a la gente le gusta lo que le das… si le das Depeche Mode, le gusta Depeche Mode. Nosotros no éramos cultos musicales, escuchábamos lo que escuchaba todo el mundo, lo que sonaba en las discotecas, en las tiendas, en la calle».
Obviamente, le pido recomendaciones musicales, empezando por las de su país. «Me gustan Capitão Fausto, que llegaron a resultados grandes y llenaron el Coliseu de Lisboa, que es una sala para 3.000 personas. Y Noiserv, que lo hace todo solo con loops y tal, o Manuel Furia, con reminiscencias de los 80, que le vi en el Mexefest y me encantó». Sónia, que reconoce ir poco a conciertos, nos habla hilando muy fino de Best Youth (totalmente recomendados): «Me gustan mucho, cantan en inglés. Las bandas ahora en Portugal están cantando mucho en portugués, es una tendencia, se está volviendo al popular portugués y a mi no me gusta demasiado este camino. En cuanto a lo internacional, yo sigo muy anclada en los 90, escucho bandas nuevas también, pero en general sigo en los 90 porque, sinceramente, después de Arcade Fire nada me ha encantado tanto. Imagine Dragons tienen una canción ahora muy buena en la radio, pero no me gusta su trabajo, me gusta esa canción. Después de Arcade Fire, nada». No es la única que lo piensa, y quien conozca un poco al humilde redactor que escribe estas líneas también conoce su opinión.
John no lo tiene tan claro: «A mi me gusta mucho el nuevo de Foxygen, me gusta también el último de Grandaddy. Me gustan mucho Temples y sigo escuchando mucho el último de Tame Impala, creo que es de esos discos que quedará. Y unos que me gustan siempre, porque siempre son algo distinto, son Animal Collective. Me gustó mucho también ese del que hablábamos antes, el Everyday Robots de Damon Albarn, y tengo pendiente el nuevo de Gorillaz, que todavía no he tenido tiempo. Yo sí soy muy aficionado, y con mi mujer hago muchas listas de Spotify. Ah, el nuevo de Flaming Lips es bueno (a Sónia no le gusta, ella es más de «uno muy raro que hicieron después del Yoshimi…», probablemente el At War With The Mystics)«.
A propósito de Spotify, John también tiene una opinión sólida y se declara totalmente rendido ante el servicio de streaming, este y cualquier otro, ya sea Apple Music, Deezer, Tidal o Napster. «Para mi es algo muy positivo. Tan positivo que la gente aún no está despierta para ver todo su potencial. El tema es que las bandas no ganan dinero. Pero porque de toda la mesa solo está siendo utilizado un pequeño porcentaje… eso está alimentando a todas las bandas del mundo. Cuando todo el mundo que tiene Facebook pague diez dólares por un servicio de streaming, el que sea, creo que será increíble. Además, la gente escuchará más, en mayor cantidad. A mi no me gustan los músicos que, como Thom Yorke, hablan mal de Spotify. Que pidan al final de los conciertos que la gente se haga premium de Spotify. Recuerdo una vez que acabé perdido con mi mujer en un lugar sin cobertura y nos salvaron la vida 200 canciones de una playlist offline. Es una maravilla».
Para acabar, me intereso por el diseño de la portada. Sónia se hincha de orgullo y coge todo el protagonismo. «Teníamos una que a mi no me gustaba, que era con nosotros frente a una especie de altar (las fotos de esa sesión son las que has ido viendo). Me parecía muy burgués todo. Entonces me puse a buscar en internet y en Instagram di con este tío (Joel S Birnie) que es un fotógrafo amateur de Melbourne, Australia y vi la foto esta que me encantó, dije ‘esto es Altar’, le contacté, le dije que si quería trabajar con nosotros y ahí está, ha hecho todo el artwork».
Nos saludamos, nos despedimos y me marcho completamente convencido de hablar con una banda de tipos maduros y experimentados, que saben de qué va esto de la industria y que se enfrentan con renovado optimismo a una segunda juventud que les traiga el reconocimiento internacional por el que tan duro han trabajado. Es el turno de Altar.