Crónica: alt-J, en busca del algoritmo de la felicidad

Alt-J nos siguieron demostrando que han perfeccionado el algoritmo para alcanzar la felicidad en el WiZink Center de Madrid.


La tarde de martes en los alrededores del madrileño WiZink Center se antojaba fría y húmeda. Perfecta para buscar refugio junto al trío británico. Tampoco había mejor opción un martes lluvioso de enero en la capital. Se apuraron las cervezas a última hora para entrar en el calor del recinto. El formato ring del antiguo Palacio de los Deportes estaba casi al completo y las gentes esperaban casi hasta las diez para que alt-J saltase al escenario.

Un escenario que ya daba pistas de cómo iba a funcionar el espectáculo. Las tiras de luces led que hemos podido ver en otros directos nos contemplaban minutos antes. Cuando alt-J nos dio la bienvenida a su show, nos dimos cuenta de verdad del componente audiovisual. Las luces led sincronizadas nos acompañaron y nos condujeron por el viaje que los sonidos nos dirigían, un paso más en la escenografía lumínica de la que suelen hacer gala.

Joe Newman y los suyos nos presentaron un fulminante setlist en que presentaron su nuevo disco Relaxer (2017) perfectamente completado por los exitosos temas de sus anteriores trabajos. Comenzando por el bien recibido ‘Deadcrush’, que siguieron el imparable ‘Flitzpleasure’ o ‘Something Good’ para hacer las maravillas del público. No quedaba otra que en la recta final del concierto asombrar con ‘Matilda’ o ‘Taro’ y en los bises con  ‘3WW’ o ‘Breezblocks’. Todo perfectamente acompañado de un baile de luces que te sumergía en el trance de felicidad.

alt-J se han convertido en un algoritmo casi perfecto. Con sus virtudes y sus defectos. Si consigues entrar en su propuesta disfrutarás como un gran fan. Pero si te quedas fuera de sus redes, no tienen forma de engancharte: el algoritmo que generan en su directo no está a la altura de los de Elliot Anderson en Mr. Robot. El show parece demasiado mecánico y frío. Parece que, claramente, ganan en recinto cerrado. La oscuridad y un sonido que no escapa ayudan a que el código se exprese en mayor plenitud. Los detalles de la percusión y los teclados te configuran para una gran velada.

Un corto pero efectivo concierto que hizo las maravillas de un público que los despidió por todo lo alto, en cerrada ovación.

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