Crónica: Franz Ferdin(aaaaaah)nd

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El paso de Franz Ferdinand por La Riviera de Madrid con la gira de presentación de Always Ascending recién iniciada mostró un flagrante bajón de la velocidad de la banda


Pues no. No están ni de lejos cerca de su mejor momento. Tienen el engrase para hacer algún que otro tema estimulante, pero en general Franz Ferdinand han perdido fuelle, actitud, sonido y energía. No han perdido calidad, a lo mejor, ni destreza, como tampoco un cierto sentido del espectáculo, pero sí la comandancia. ¿La prueba más evidente? La configuración del setlist, que dejaba por ejemplo solo hueco para una de Right Thoughts, Right Words, Right Action, el cañón-single que es ‘Love Illumination’, y se cebaba en el reciente Always Ascending.

Tiene algún momento arrollador, especialmente ‘Lazy Boy’ arrancando con electrónica el bis, pero el grueso es bastante lento, repetitivo y falto de fuerza, e incluso deja pasajes absolutamente innecesarios (y aburridos) en ‘The Academy Award’ o en ‘Huck and Jim’ (borrón tremendo en el final del concierto)’, o en ‘Finally’. Ninguna de esas permanecerá en el futuro de Franz Ferdinand, igual que no lo han hecho las canciones de su anterior disco, y si seguimos echando la vista atrás al final los discos de los escoceses son paquetes donde esconder los hits que sí saben facturar.

Los hubo, claro, anoche, aunque a veces, como todo el concierto, sonaran al ralentí. En ‘Do You Want To’ estaba hecho aposta, y aunque la decisión sea cuestionable por lo innecesario voy a romper una lanza por el quinteto y razonar que podían querer que sonara un poco más pesada, más rockera (ahora la hacen con tres guitarras), en consonancia con la ‘Finally’ que la precedía. Que el ralentizado se propagara también, esta vez más inconstante, hacia ‘Michael’ ya tiene más delito. Igual que algunos errores y destiempos en entradas, espacios, etc.

Y es que esa sensación de cámara lenta ya venía desde el principio del concierto. La inicial ‘Always Ascending’ y, lo que es peor, ‘Dark of the Matinée’ sonaron a calentamiento, ‘Glimpse of Love’ se salvó por los pelos con su disco lento y aunque ‘No You Girls’ remontara, ‘Walk Away’ frenaba demasiado y le hacía un flaco favor al concierto (la echamos de menos al final, en lugar de la patochada que es ‘Huck and Jim’). Había pasado media hora más los otros 25 minutos de retraso con los que salieron y ahí todavía no había pasado nada que no fuera bailado y saltado solo por el piloto automático de la nostalgia o por engañar al cerebro con dar por cumplidas las expectativas.

Y tampoco iba a pasar mucho más. Kapranos se contonea, juega con el público y seduce a la cámara, y da sus saltitos de rigor. Y disfruta de más libertad como frontman gracias a la nueva formación, con un miembro más que le libera en muchas canciones de la guitarra rítmica (como le ocurría en la gira-disco conjuntos que hicieron con Sparks) pero cuya presencia tampoco se nota demasiado a los teclados en las del viejo repertorio. Con ‘Take Me Out’ quizá empezaron a despegar, pero la intensidad escaseaba y al final la banda hacía aguas en los estallidos, igual que pasó con ‘Ulysses’.

¿Lo mejor? La presentación de la banda en ‘Feel The Love Go’ con Alex haciendo de crooner funk a lo David Byrne, que estén abiertos a tocar un tema por petición popular que acabó siendo la relativamente inusual ‘The Fallen’ y el momentazo final con ‘This Fire’ que, aunque ya no sorprende nada, sigue rompiéndolo en directo. La prolongaron ad libitum obligando al público de La Riviera entera a agacharse y a saltar a quemar la ciudad. La quemamos, sí, pero el recuerdo de Franz Ferdinand se había diluido rápido. Ya no eran ellos los responsables.

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