30.
Soil
Serpentwithfeet
Soil es un disco intimista y puramente emocional construido sobre minimalistas y oscuros arreglos electrónicos y la soledad del piano, únicos acompañamientos para una voz suplicante y honda, con un color único entre Prince y Benjamin Clementine y manías más jazzísticas, que llena con intensidad todo el espacio de un álbum desnudo y amplísimo, descorazonador y opresivo emocionalmente.
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29.
Room 25
Noname
El segundo trabajo de la rapera de Chicago es un conjunto precioso y sincero de canciones perfectamente construido en torno a delicados arreglos de cuerdas, ambientes jazz y reminiscencias del soul clásico que narra con honestidad las vivencias de su autora tras mudarse a Los Angeles, las necesidades a las que se enfrenta, las decisiones que toma por ellas y las consideraciones sobre su sentido artístico y cómo se relaciona con la faceta más estrictamente laboral de su arte. Surgido de la necesidad de pagar el alquiler, Room 25 es de todo menos romántico, y captura con urgencia el momento creativo y vital de una artista con una capacidad única para escribir sobre lo que ocurre, con ella misma y con su alrededor.
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28.
Konoyo
Tim Hecker
Un disco que podría estar diseñado para la meditación budista, Konoyo es el resultado de cruzar la electrónica de texturas de Tim Hecker con toda una ensemble de instrumentos tradicionales japoneses y cuerdas, generando un sonido que oscila de una forma muy orgánica entre la aspereza electrónica, que sopla con el viento en una hiperestésica caricia, y lo puramente acústico, desnudo.
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27.
Chris
Christine & The Queens
Desde una reivindicación más liberal y desenfadada de la libertad sexual, de que cada cual pueda amar cómo y a quién quiera, que se traducía en un sonido más hedonista y en una invitación puramente sensual a la igualdad de géneros, Héloïse Létissier ha mutado en una activista comprometida, y el resultado es este Chris en el que adopta un rol marcado por una masculinidad prototípica en un paso teatral que recuerda a los grandes avances de Prince o Bowie. Un disco que musicalmente se asienta más sobre el electro-funk y el r&b de los 80, conectando con los trabajos de Janet Jackson, y que pretende en su desarrollo destruir los roles de género que nos oprimen. Todo al ritmo de un muy buen conjunto de canciones.
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26.
Vibras
J Balvin
Un disco de un primera espada del reggaetón que se abre con un beat oscuro y electrónico y la voz de Carla Morrison y se convierte magistralmente en un hit global de pop latino que empieza a las claras: «mi música no discrimina a nadie así que vamos a romper». Romper barreras, romper prejuicios y vicios sobre y del género, machismo, tum-tupa-tum y . Nuevas vibras para el reggaetón, un género que nos guste o no domina desde hace más de quince años nuestro panorama nacional y que ya ha llegado al clímax de su impacto global. Queramos verlo o no, J Balvin le ha dado una vuelta a algo que al final trasciende todos los límites: el nuevo pop global.
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25.
Joy as an Act of Resistance
Idles
El disco que ha devuelto al mundo (o eso parece viendo el revuelo) la fe en las guitarras es un más de lo mismo de lo que los mismos Idles ofrecieron, quizá un poco más dispersos, en su debut del año pasado: motorik insistente, brutalismo sonoro, punk destartalado y machacón, mucha distorsión y una concreción muscular que va directa al hígado. Sus conciertos son un desfase, la energía que desbordan tanto en estudio como en directo es infinita y sus letras, además, atacan con ironía y urgencia necesidades básicas del mundo en que vivimos: cuestionar la masculinidad tóxica o las concepciones que tenemos del amor y las relaciones personales, hablar sobre la depresión y la desconexión y frustración personal que genera, poner en el ojo la inmigración y el nuevo racismo como lacras que regresan, o el regreso más salvaje de las clases… incluso las fake news o el Brexit, el segundo disco de Idles es una colección de pequeñas insurrecciones espetadas desde la humana vulnerabilidad de alguien que sufre en sus propias carnes la problemática experiencia de lo contemporáneo con una vocación clara de cambio, de levantamiento, de celebración de la revolución. Fight for your right to party, que dirían Beastie Boys, porque la vida debería ser eso, una party. En cualquier caso, busca deliveradamente reproducir el éxito de Brutalism, que es lo que hace que encontréis a Idles en esta lista por debajo de donde os gustaría. Podéis pegarnos los palos ya, así cuando lleguéis al #1 ya estamos bien curtidos.
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24.
Transangelic Exodus
Ezra Furman
Un disco reivindicativo y poderoso que recupera sin complejos los mejores emblemas del punk y los traslada bajo las directrices del alt rock, glamuroso y detallista, a un discurso actualizado sobre la toxicidad de lo masculino, la represión de la mujer y los estrictos estándares sexuales que cuartan nuestra libertad y encorsetan nuestra identidad. Un aullido queer en un mundo en pleno cambio que necesita más discos con mensaje, como este, reforzado además por una narrativa interesante que, recordando a aquella Angel-A de Luc Besson, cuenta la historia de un cambio de sexo a través del viaje de transfiguración de un ángel perdido en Los Ángeles.
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23.
A.D.R.O.M.I.C.F.M.S. 4
Yung Beef
La mixtape más personal de Yung Beef, una bajada a los infiernos personales del trapero más auténtico de nuestra escena. Un conjunto de canciones grasientas pero con alto contenido filosófico, historias de amor frustradas, traiciones y sufrimiento, pero también una melancólica y arrebatadoramente realista joi-de-vivre. Un canto depresivo a la alegría de vivir, una paradoja en sí misma. Una jaula con la que hacer escapismo lírico.
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22.
Negro Swan
Blood Orange
Devonté Hynes da un volantazo sutil y controlado para adentrarse en clave de baja fidelidad en los terrenos del jazz, del bedroom-pop y del dream-pop para indagar con su voz más honesta y personal en las condiciones de crecimiento a las que se enfrentó siendo gay y negro, convirtiéndolas en temas universales y abrazando la vanguardia sin renunciar a la melodía.
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21.
I’m All Ears
Let’s Eat Grandma
Alumnas aventajadas del pop actual, a las jóvenes Rosa Walton y Jenny Hollingworth las ha producido SOPHIE (entre otros) para un segundo disco que las confirma como una rara avis de grandísimo talento. I’m All Ears es un paso adelante en toda regla de los estándares del synthpop que se desliza por los corredores lúbricos del acid jazz y que sabe también adquirir dimensiones cósmicas sin renunciar a un espíritu puramente pop altamente inflamable.
