Crónica Gigante 2017: La lección de The Gift – y otros cuatro triunfadores

Los portugueses The Gift sentaron cátedra del pop en el Gigante de Guadalajara. Este y otros cuatro triunfadores, en nuestra crónica


Ya hemos visto a la práctica totalidad de las bandas españolas que se pasearon por la cuarta edición del Festival Gigante de Guadalajara, así que, ciertamente, nos lo tomamos todo mucho más relajado. La propia organización da esa sensación y el ambiente invita, así que vamos a tomarnos esta crónica también de una forma mucho más relajada, reconociendo pequeños errores en temas de sonido pero grandes aciertos en cuanto a la escasísima masificación, la presencia de niños y el ambiente de la ciudad, que sigue desde la distancia el modelo Sonorama.

Pero sobre todo, vamos a destacar los 5 conciertos triunfadores del festival, los que por unas razones u otras se desmarcaron del resto:

THE GIFT

Lección. Con mayúsculas. La banda portuguesa —a la que entrevistamos hace unos meses a tenor de la publicación de Altar— llegó al Gigante con casi todo el pescado vendido y demostró por qué está en otro nivel con un espectáculo medido que tiraba de baile tanto como de profundidad y momentos más contemplativos con habilidad sorprendente, sin caer en ningún momento en la repetición fácil o en los ganchos demasiado evidentes.

Son señores de la melodía, las facturan con maestría de orfebre haciendo recordar más a David Bowie o a los grandes clásicos que a cualquier referencia contemporánea que no sean Arcade Fire. En su ideario está el crecimiento de las canciones, pero también la atemporalidad. Y, pese a una dilatada carrera y buenos discos y canciones en el pasado, el paso adelante dado con Altar es evidente y aplastante, y es que no puede salir nada malo de un disco producido por Brian Eno.

Sus canciones pueblan ahora el setlist, no como cuando les vimos en el pasado Inverfest en el que tan solo saboreamos los singles, y la mejora es sustancial. ‘Love Without Violins’ o ‘Big Fish’, con su disco funk acelerado, volvieron a representar dos de los momentos álgidos de un concierto centrado más exclusivamente en la fiesta y en la simbiosis de todos los integrantes de una banda comandada por Sònia a la voz, Nuno a los teclados y a toda la programación y un batería y apoyada al fondo por dos guitarras y John, al bajo y los efectos.

Cero pregrabados cuando en este festival hasta León Benavente recurrieron a ellos, cada sonido y detalle que podía escucharse lo producía alguno de los miembros, incluidos los arreglos orquestales, controlados por Nuno desde su puesto de mando. Son ellos los que hacen grande, gigante una canción como ‘Music’, en la que Sònia intercala un pequeño snippet del ‘Chandelier’ de Sia. Las cuerdas emocionantes y cómo entrelazan en un delicioso organicismo sus manos con las guitarras y con una sección rítmica siempre afilada y perfectamente engrasada, en otro nivel de profesionalidad.

‘You Will Be Queen’, dedicada a todas las mujeres por ser cuna de cualquier modo de vida, representó otro de los momentos más emocionantes con su crescendo progresivo y su recuerdo a unos Arcade Fire muy presentes durante toda la noche, y supieron darle continuidad reconvirtiendo uno de su hits clave, ‘OK! Dou You Want Something Simple’, en un oscuro e industrial latido de trip hop.

Para despedirse volvieron a los temas nuevos, ‘Vitral’ a la cabeza, pero su hit indiscutible para esta temporada es sin duda ‘Clinic Hope’, un trayazo de puro indie pop con sabor a The Pains of Being Pure at Heart.

Después de esto, y sorprendiéndonos a todos por tratarse de un festival, pusieron el CD de ‘Big Fish’ a modo de verdadero bis —qué gusto de tema, por otro lado; pocos repararon en que estaba sonando por segunda vez— para ganar tiempo y poder bajar a la explanada y situarse en corro en medio del público. Digo que sorprendió porque ya lo vimos en su concierto del Price y lo consideramos más bien una consecuencia especial de dar un concierto en teatro cerrado, no algo que hicieran en festivales.

Pero sí, lo hicieron, y además para interpretar así, en modo acústico, papel en mano e invitando a la comunidad, uno de los temas del año: ‘Everything Now’ de Arcade Fire —Sònia ya me dijo en su momento que después de ellos nadie les había gustado tanto—. Momentazo épico poder cantar por los canadienses bajo la luna enorme de Guadalajara, más cuando parecen desaparecidos en las jaranas indies de nuestro país —pocos dj los pinchan, poca gente les menciona, poca gente les escucha en los campings aunque prácticamente todos los medios, especializados y no, tengan algún artículo en el que se roce la adoración—.

Tras él, dieron su particular versión del ‘My Way’ de Sinatra. Y es que es fácil de entender… The Gift lo hacen a su manera, a una manera muy particular que bebe de los grandes clásicos tanto como del pop más comercial y del indie rock, de la versatilidad y del respeto. «I’m doing for music / I’m doing for love / I’m doing for everyone around me». Eso son The Gift, un maravilloso regalo, como lo es la música. Y dieron en el Gigante una categórica lección de pop.


NADA SURF

Otra lección, en su caso de pop melódico, dieron los de Nueva York espoleados por el bajo de Daniel Lorca. Echamos de menos algún clásico, incluso a veces un sonido más compactado, pero es que al final Nada Surf son más una idea, un concepto, un sonido.

No son sus canciones sino la hora y media en la que te envuelven en su lisergia sonora, cómo van poniendo los acordes como ladrillos, uno a uno y con firme delicadeza, para ir construyendo su iglesia del pop de garra. Por supuesto que para la recta final tiraron de ‘Popular’, de ‘The Way You Wear Your Head’ o de la apoteósica ‘Blankest Year’ con la que cerraron por todo lo alto, casi en las alturas de la misma luna, pero en general el concierto dio más para demostrar su inalterable destreza y para presentar las canciones de You Know Who You Are, con aciertos más evidentes como la iniciática ‘Come To See Clear’ o el momentazo central —probablemente el ratito más onírico y estimulante del concierto— en que empaquetan entre ‘Rushing’ y ‘Friend Hospital’ las estelas lumínicas de ‘Inside of Love’ y el ruidismo apaciguado y brillante de ‘Highspeed Soul’, una favorita personal.

Sin duda, Nada Surf y The Gift pusieron el listón del Gigante por las nubes.


LEÓN BENAVENTE

Nuestro particular soundsystem de ritmo desenfrenado volvió a demostrar por enésima vez el excepcional engrasado de sus mecanismos. León Benavente nos han acostumbrado a no fallar nunca y a convertir sus conciertos en verdaderas odas a la velocidad. La actitud al frente de Abraham Boba se codea con la de las grandes rockstars, siempre espídico desatando la fiebre maquinista de los teclados y el Farfisa, espetando sus reflexiones de Rue del Percebe con sincera credibilidad y tirando cada dos por tres el pie del micrófono. El resto le sigue con precisión matemática en una fiesta de punk, de indie rock, de kraut, de puro beat.

Vieron cómo anochecía entre todos los cañonazos que pueblan sus dos discos de estudio y algunas de los EP, igual de excepcionales, como la más nueva ‘Se Mueve’, sacaron a pasear un rato una Gibson Flying V y dieron la lección nacional del festival. Su hora es la de las grandes estrellas, y a la de Los Punsetes lo habrían reventado.

En cualquier caso, volvemos a constatar que estos masters cansados de recorrer la famosa carretera de la vía de la Plata que une Sevilla con Gijón y se desvía para Madrid justo en Benavente tienen ahora mismo —y ya van un par de años— el mejor directo de España.


FUEL FANDANGO

Los incansables Ale y Nita, combustible del motor fandango, son otros de los infalibles patrios. Les avala el sonido, ese cordobrighton que fusiona con inteligencia y descaro un flamenco sutil con la fórmula upbeat de los Chemical Brothers y el indie rock electrónico, pero también les avala su espíritu perfeccionista y su obsesión por el plano estético.

En Guadalajara me sorprendieron, personalmente, con una cuidada y sobria escenografía de telones rojos, aunque quizá lo que más me emociona de ellos es verles seguir dando pasitos hacia delante concierto a concierto. Siempre son mejores. Nita cada vez canta mejor y cada vez dibuja con más gracia sus gorgoritos, Ale va refinando su electrónica. Y todos dominan las tablas con cada vez mayor maestría, desde ese acompasado zapateao a los momentos de enfurecimiento rítmico y de fiestón ‘Salvaje’.

Puro fuego, estamos deseando ver el punto final de la gira en el Palacio de los Deportes de Madrid. Otro de los imperdibles nacionales.


EL IMPERIO DEL PERRO

El punk sentío de El Imperio del Perro busca decir las cosas claras y sacar a relucir las miserias, por eso pega como un puñetazo en el bajo estómago. Entre tanto, también afilan un after punk británico que es amigo de las pausas elaboradas tanto como de la efervescencia y la megalomanía expansivas a las que ya apuntaban los primeros Muse, los de Showbiz. Pero no solo esto, también se atreven a darle esa gracia fronteriza de los Radio Futura de Santiago Auserón. Todo el futuro por delante. Desde aquí los recomendamos encarecidamente. En el Granada Sound, más.


Fotografía: Patricia Ripple (Festival Gigante)

Puntuación de los lectores

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