La carrera de Clint Eastwood despegó el día que decidió aceptar una extraña propuesta. En 1964, dejó Hollywood y tomó un avión rumbo a Madrid, para protagonizar un western de bajo presupuesto. Por un puñado de dólares era una coproducción italiana, alemana y española. Iba a rodarse completamente en España, bajo las órdenes de un director italiano, que hasta el momento sólo había dirigido una peli de romanos.
Su agente le recomendó que no lo hiciera. Sería un «mal paso» en su carrera, le dijo. Pero Clint llevaba seis años trabajando como secundario en una insípida serie de televisión, Rawhide. Interpretaba al cowboy bueno, y estaba aburrido de salvar perros y viejecitas. Su contrato en Rawhide le impedía aceptar papeles en películas americanas, pero no en producciones extranjeras. Aunque la peli fuera un fracaso, por lo menos viajaría gratis a un país exótico. Eso era España para un yanqui en 1964.
Spaghetti westerns
Por un puñado de dólares no fue el primer spaghetti western, pero sí el primero que tuvo éxito. Tanto, que revolucionó el cine del Oeste. Surgieron cientos de imitaciones, muchas de ellas producidas en Hollywood.
Y no sólo eso; creó un nuevo héroe: el Hombre Sin Nombre, papel que Clint Eastwood repitió en La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966). En la práctica, hizo el mismo papel a lo largo de quince o veinte años de filmografía. Harry el Sucio no es otra cosa que The Man With No Name, llevado a las calles de San Francisco en los años 70.
Claro que Eastwood no fue ni mucho menos la primera opción del director Sergio Leone para el papel. Leone quería a Henry Fonda, aunque con el limitado presupuesto de la película no había ni para pagarle los refrescos. Por un puñado de dólares se hizo con 200.000 dólares; diez veces menos que el típico western de Hollywood de la época. Río Bravo (1959), costó dos millones de dólares, mientras que la superproducción La Conquista del Oeste (1962), alcanzó los 15 millones.
El título de la película resulta bastante apropiado, y es que no es casual. Sergio Leone lo decidió en el último momento, en referencia a las miserias que tuvo que afrontar, y las continuas peleas entre las distintas productoras implicadas, que discutían (literalmente) por «un puñado de dólares».
Clint tenía dos caras: con sombrero y sin sombrero
Tras Henry Fonda, se intentó con James Coburn, que también quería más dinero, y Charles Bronson, que dijo que el guión era el peor que había leído en su vida. Vino después una larga lista de rechazos por parte de actores de segunda y segunda B (Rory Calhoun, Steve Reeves, Tony Silva…) El último de estos, Richard Harrison, actor americano que había protagonizado un par de spaghetti westerns, fue quien recomendó a Clint Eastwoood. El tal Harrison tenía un buen sentido del humor, porque decía que su gran aportación a la historia del cine fue rechazar el papel del Hombre Sin Nombre, y recomendar a Clint.
Clint Eastwood firmó por quince mil dólares. Aunque nadie le conocía, Leone pronto se dio cuenta de que era perfecto. «Más que un actor, lo que yo necesitaba era una máscara» recordaba luego, «y Clint por entonces tenía dos caras: con sombrero y sin sombrero».
Sombrero no había más que uno. Lo trajo Eastwood consigo de Los Angeles, al igual que las botas y los vaqueros. Estrecheces del presupuesto.
Aparte del sombrero, dos cosas definían al personaje: el puro y el poncho. Los puros también los compró Eastwood de una tienda de Beverly Hills. Clint no fumaba, y de hecho le repugnaba el tabaco. Pero creía que el sabor amargo del puro le ayudaba a lograr ese gesto áspero característico, de ceño fruncido. Tener los ojos siempre entrecerrados no era difícil; simplemente una reacción natural al fuerte sol de Almería.
El poncho lo descubrió Sergio Leone en España, ya que se había usado antes en los westerns de Joaquín Romero Marchent. Clint lleva el mismo en las tres pelis de la Trilogía del Dólar, y según dice la leyenda, sin haberlo lavado en ningún momento.
Rodar en España fue una decisión lógica. No sólo por los paisajes, sino también porque había una estructura previa de las producciones de Samuel Bronston en los 50 (y porque todo era muy barato). No se rodó íntegramente en Almería, donde todavía no existía el poblado vaquero de Tabernas, sino que se aprovecharon las instalaciones que había en Colmenar Viejo y en Hoyo de Manzanares (un poblado llamado Golden City, que hoy ya no existe.)
En este vídeo pueden verse los lugares de Almería que aparecen en la película:
Mantente lejos de los explosivos
El viaje de nueve horas en coche, por las carreteras de entonces, entre Madrid y Almería, no debió de ser fácil para Clint Eastwood. Rodando en el desierto de Almería, no había posibilidad de alojarse en hoteles, por lo que todo el equipo se alojaba en casas de particulares en los pueblos cercanos. Y muchas otras cosas del rodaje resultaban extrañas para un actor americano. Para empezar, el plató no estaba en silencio, porque no se grababa el sonido. Cada actor decía las frases en su idioma, y luego se les doblaba en italiano.
Aunque las tomas hubieran salido bien, se grababan luego tres veces más, por temor a que las estropeasen en el laboratorio. La impresión que le merecían los equipos italianos se resume en el consejo que le dio a su compatriota Eli Wallach cuando se unió al reparto de El bueno, el feo y el malo. «No te fíes de nadie en una película italiana. Sobre todo, mantente alejado de los efectos especiales y los explosivos».
También algunas de las técnicas de Leone eran sorprendente para Clint Eastwood. Desde 1934, el Código Hays establecía que ninguna película americana podía mostrar el disparo, y el hombre que cae herido o muerto, en el mismo plano. Era necesario un corte. Por un puñado de dólares fue el primer western que eliminó ese corte. Una nueva forma de mostrar la violencia.
Contra todo pronóstico, la película fue un éxito abrumador, primero en Italia, y luego en toda Europa. Quizá porque el momento era adecuado, y la gente estaba harta de los westerns de siempre, llenos de tópicos. El Hombre Sin Nombre era un anti-héroe, sin otra motivación que llevarse el dinero. Su carácter era más acorde con el de la juventud rebelde de mediados de los 60, que el típico héroe estilo John Wayne o Gary Cooper.
Ennio Morricone, una de sus primeras obras maestras, y la escena inicial con títulos de crédito al estilo psicodélico, diseñados por Luigi Lardini. Al final, los westerns de Leone son un producto tan típico de los 60, como James Bond o los Beatles.
Por un puñado de dólares – títulos de crédito (Música: Ennio Morricone)
En 1967, la película se dobló al inglés y se estrenó en Estados Unidos, donde también arrasó, convirtiendo a Clint Eastwood en una estrella. Sólo en Estados Unidos llegó a recaudar 14 millones de dólares, setenta veces más de lo que había costado. Era el primer western italiano que recibía estreno comercial en América, pero no el último. Leone se convirtió en director de culto, y con el tiempo llegaría a tener sus órdenes a los tres actores que lo rechazaron inicialmente (Fonda, Coburn y Bronson).
Durante 20 años, Clint Eastwood reinó en Hollywood como el tipo duro por excelencia. Pero dentro llevaba mucho más: en los 90 se convirtió en uno de los directores más respetados del cine americano, cuajando una filmografía que quizá incluso supere a la de su descubridor Sergio Leone (a quien por cierto va dedicada Sin Perdón).
Todo, por seguir aquella intuición que su agente le decía sería un mal paso. Por eso, cuando fundó su propia productora, Eastwood decidió darle un nombre español: Malpaso.
Una cuenta pendiente: en alguna ocasión, el actor ha declarado que siente gratitud hacia la gente de Almería, donde rodó tres películas, por tratarle «como uno más». Lo cierto es que el regreso de Clint a Almería, o a España, a pesar de que hay un gran deseo de rendirle homenaje, nunca se ha producido. ¿Volverá algún día El Hombre Sin Nombre?
Enlaces de interés:
Entrevista a Clint Eastwood donde habla sobre Por un puñado de dólares, y su relación con Sergio Leone.
Dos excelentes vídeos en los que podemos ver cómo son hoy los lugares donde se rodaron La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo.