Foals son, en mi opinión, una banda bastante normal. Del montón, vaya. De ese enorme montón que han ido acumulando las islas británicas durante los últimos diez años y que no han dejado de vendernos como salvadores del rock desde la NME. Lo que tienen Foals es que cuando bajan de revoluciones, cuando se relajan y fluyen con la progresividad de ese groove atenuado, encuentran una posición perfecta entre el frío de una instrumentación gélida y el ardor de una voz y una guitarra incandescentes. Se convierten en un volcán, son una masa de piedra que rodea con firmeza un corazón de fuego dormido dispuesto a despertar en cualquier momento. Son magma, son lava al contacto con el aire. Son el calor humano en una tundra silenciosa.
‘Spanish Sahara’ supuso el inicio de aquella línea. Contenida en su segundo álbum, topaba de frente a los de Oxford con los medios tiempos y enseñaba la joya oculta entre tanto pizzicato saltarín. Cuando rompe sientes lo mismo que cuando de repente ves guapa a tu mejor amiga. Y ya no hay vuelta atrás. Después de ‘Spanish Sahara’ Foals no volverán a ser los mismos. Se lo tomaron en serio. Muy en serio.
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Holy Fire, editado en 2013, ahondaba más profundamente y ya desde su preludio en la pulsión funk, en los ritmos físicos y en la penetración silenciosa y sutil. Pero además liberaba a la banda de la extrema subdivisión que caracteriza al math rock. En todos los sentidos. La voz de Philippakis despertaba pidiendo espacio y el obtenido se rellenaba rápidamente con un torrente de riffs sucios, con una presencia total de unos teclados hipersaturados, con un bajo juguetón y una guitarra que surfeaba con elegancia cada compás. ‘Inhaler’, ‘My Number’, ‘Bad Habit’ o ‘Everytime’ les ponían en otro nivel. Foals habían fabricado una maravilla. De remate, ‘Late Night’, obra maestra incontestable que funcionaba como un “‘Spanish Sahara’ Part II” y que volvía a demostrar que en los medios tiempos estos tipos tienen un lugar infalible donde reposar.
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Cuando me enteré de que sacaban disco me asusté. ¿Apenas dos años para darle sucesor a Holy Fire? Y mis peores presagios se han cumplido. What Went Down suena poco elaborado, rápido y sin mimo, sin trabajo. Como hecho en una tarde de inspiración relativa y queriendo mostrar una cara agresiva que termina quedándose en maullido de gatito. No, Foals, así no. ‘London Thunder’, un intento de “‘Spanish Sahara’ III” que no termina de romper, y ‘Mountain At My Gates’, con un par de solos afilados y un cambio de ritmo final que está ya entre los mejores de los últimos años, no compensan toda la escucha, no valen para salvar un disco mediocre a pesar de ser dos temazos.
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El resto es testimonial, una batería de riffs de math rock más pasados que el tebeo (como los de ‘Birch Tree’ o ‘Albatross’; quizá mejor encaminados los de ‘Night Swimmers’) y una actitud intelectualoide (‘A Knife In The Ocean’, perfectamente ejecutada pero inerte y fría, incapaz de transmitir emociones reales) para acabar ensuciando la facilidad pop en la que Foals suelen destacar. ¿Es una buena colección de canciones? Sí. No molestan. Pero no dicen nada. Churros de estudio hechos por una banda con tablas y con puntos favorables que no resisten ni media comparación con sus predecesoras. Probad a escuchar ‘Snake Oil’ y ‘What Went Down’ y después ‘Inhaler’. Entenderéis lo que digo.
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Al menos su directo se mantiene tan vibrante como siempre, como demostraron en Reads, del que salieron por la puerta grande.
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Pero al llegar a la cima hay que entrar en un proceso de reflexión. Hay que sentarse un momento y darse cuenta de que tras toda cima sigue habiendo camino. Y seguir por él. No puedes limitarte a dar dos gritos de alegría y tirarte a toda hostia por la ladera más empinada porque el tortazo puede ser letal.
Nota bandálica: 6,8
Muy en desacuerdo con la crítica. Para mí, canciones como «Birch tree» y «Albatross» representan a los «nuevos» Foals. El bajo en todo el disco me parece muy digno, dando vida a algunas canciones, aunque bien es cierto que lo lleva haciendo desde el primer disco. La batería también innova, y hay breaks que no puedes sacar de tu cabeza. Dudo mucho que «What went down» sea un «churro». No entiendo el poner «Spanish Sahara» en un altar al que no consiguieron nunca volver a llegar. No creo que tenga nada que envidiar este disco, y bien claro está en «Give it all», » Birch tree» y «Night Swimmers». A mí me suena fresco, y no me decepcionó para nada.