Me sorprende y hasta me da cierta pena que a lo largo de esta semana no se haya hablado más que de las tropecientas versiones del nuevo single de Daft Punk (fakes todas ellas), cuando tenemos un disco completo y nuevecito a cargo de sus compatriotas Phoenix. Sí, no ayuda el hecho de que Bankrupt! se filtró hace más de un mes – pero ahora «toca» hablar de ellos.
La continuación de un discazo como Wolfgang Amadeus Phoenix merecería atención, aunque Thomas Mars y compañía nos hubieran presentado un churro. Pero no. Una sola escucha nos avisa de que estamos ante algo serio; más pop y con mayor peso de los sintetizadores, sí, pero un trabajo llamado a destacar en un año lleno de lanzamientos importantes.
Phoenix se enfrentaban con este disco a un dilema, extraño para bandas tan veteranas. A pesar de su dilatada experiencia, para gran parte del mundo son como una banda con un solo disco, revolucionario y genial. ¿Serían capaces de repetirlo? Los de Versalles han respondido con calma, tomándose mucho tiempo para cuajar su quinto álbum, y trabajando a su aire. El resultado es un trabajo con vida propia (nada que ver con una mera segunda parte de Wolfgang), en el que, pese a las diferencias de estilo, mantienen un nivel muy alto, al que no habían llegado por casualidad.
(Escucha Bankrupt en iTunes)
‘Entertainment’, el tema que abre el disco nos lo sabemos ya de memoria. Porque lo hemos oído hasta en la sopa y porque era infeccioso desde el primer momento. Por sus toques orientales (que no son un mero capricho para llamar la atención, sino que tienen réplica en otos tres temas de Bankrupt!) y por su estribillo alegre y triunfal, que es carne de himno de festival, como se ha visto en su primera aparición masiva de la temporada (lo podéis comprobar en el vídeo de su concierto en Coachella).
La felicidad pop de ‘Entertainment’ marca el tono del resto del disco. Podrá bajar o subir el tempo, pero Bankrupt! nunca suena atormentado o melancólico. No hay pesimismo más que en el título del álbum. Sí, el tema que da título al disco es la pieza más reflexiva, con un largo interludio instrumental que recuerda a ‘Love Like A Sunset’. Aunque esta vez no han dividido las pistas, ‘Bankrupt!’ tiene una segunda parte vocal que va ganado fuerza y acaba sonando esperanzada y vital. Sus leves toques electrónicos recuerdan vagamente a The Postal Service, y es que a Phoenix podemos considerarles ya maestros en el mismo arte que el dúo americano: transitar entre el pop y la electrónica con la melodía por bandera.
Porque las melodías siguen siendo el mayor fuerte de Phoenix. No se han repetido, pero han vuelto a dar en el clavo. Hasta en los temas a priori menos llamativos (‘Oblique City’), hay una melodía que nos atrapa y nos hace pedir más.
Qué decir de los grandes aciertos del álbum: por ejemplo, ‘Trying To Be Cool’ y ‘Chloroform’, dos temas en los que se han desprendido con libertad de los corsets del rock y se han atrevido a explorar el RnB o incluso la cadencia del hip hop. ¿Lección aprendida de Tame Impala y su ‘It Feels Like We…’? ‘Chloroform’ cuenta con la línea de sintes más ochentera, cool y despreocupada que hemos oído últimamente, al tiempo que un bajo que suena a pura gloria. Lo que todos los demás llevan varios años intentando, lo han hecho Phoenix en esta canción.
Caso aparte hay que hacer de ‘Bourgeois’. Una melodía atípica, agridulce y sumamente original. En ella, Thomas Mars, por si no ha quedado claro en el resto del disco, hace un auténtico alarde de voz – el tema es difícil de llevar, y para demostrarlo está el vídeo de uno de sus primeros directos, en el que parecía no haberse hecho del todo con él. De nuevo, no le sale la acidez o los franceses, aunque se paren a criticar la mediocridad de la clase media sin aspiraciones, y les queda una canción deliciosamente contradictoria y contagiosa.
El álbum lo completan 3 cortes de alegría pop, especialmente ese ‘Don’t’ con intro de batería a lo ‘Walking On Sunhine’, en el que el cuarteto francés da muestra de su dominio del sinte retro y otros sonidos que nos transportan casi 30 años atrás. El grueso de Bankrupt! es una revisión definitiva del pop de los 80.
Phoenix han conseguido lo que The Strokes no han sabido hacer en sus últimos dos discos: una transición impecable a un mundo de referentes ochenteros. Sin perder la energía ni renunciar a su esencia, a lo que los fans buscan en un álbum de Phoenix. No habrá un ‘Lizstomania’, pero hay equivalentes trasladados a otro espíritu. Y, lo que es más importante, Phoenix han acertado con los «experimentos»; quizá no revolucionarios, pero sí atrevidos y muestra suficiente de que no se han estancado como músicos.
Lo acabo de escuchar por primera vez y todavía no me lo creo.
¡Hola, Esther! ¿Para bien o para mal? Cuéntanos más… 😉