I’ll explain everything to the geeks. Así terminaba Vanderlyle ‘Crybaby Geeks’, el último corte del maravilloso disco que editó The National hace tres años. Parecía el punto y final a un álbum que rozaba la perfección, último alto en el camino de Matt Berninger en su búsqueda de un concepto musical propio; habían puesto banda sonora al amor roto, reconciliado y roto otra vez y habían tocado su propio cielo; lo que viniese a continuación era una incógnita, en cuanto a sonido y calidad.
Sin embargo, como si no hubiera pasado el tiempo, ‘I Should Live In Salt’, arranca perezosamente. Apenas una guitarra, un teclado y una batería acompañan la siempre atormentada voz de Berninger (You should know you better than that) y sólo una guitarra lejana vendrá a ayudarle durante el clímax de la canción. Un inicio que se ensambla a la perfección con su predecesor. Vuelve a quedar claro que The National sigue empecinado en su idea musical y de ahí no los van a mover, y eso también tiene su magia.
Sigamos con el disco. The National hace dos tipos de canciones: unas de ritmo ágil y estribillo pegadizo como ‘Sea of Love‘, su último single, ‘Don’t Swallow The Cap’, ‘Humilliation’ o ‘Graceless’; y otras más lentas, auténticas baladas cantadas por Berninger con un estilo único; ahí se incluyen la ya citada ‘I Should Live In Salt’, ‘Heavenfaced’ (brutal), ‘This Is The Last Time’, ‘Slipped’, ‘I Need My Girl’, ‘Pink Rabbits’, ‘Hard To Find’ y mi favorita, ‘Demons’.
Sin embargo, llevo tres párrafos escribiendo tonterías y el lector aún no sabe si el disco es bueno, malo, regular o qué. La respuesta: depende de quien lo mire. No hay apenas evolución en este disco. No tiene sentido; para ello ya hay otros grupos. Por lo tanto, quien buscaba algo diferente no lo encontrará atractivo.
No obstante, el compromiso de The National trasciende el tiempo y la evolución; están por encima de eso, o por debajo, según se quiera ver. Como el enamorado que expresa su amor en poesía, The National canta a la música por pasión y redención, y cuando los sentimientos son tan fuertes no importa la evolución.
Si lo comparamos con su aclamado predecesor nos encontramos ante un disco muy parecido, y por consiguiente, ante otro gran trabajo. Al igual que comentaba antes, la similitud entre ambos puede llevar a infravalorar al segundo, pero si analizamos las canciones una por una, comprobamos que su calidad si no es similar, es incluso superior. ‘Heavenfaced’ es uno de los temas más inspirados de su carrera, algo similar a lo que ocurre con ‘Hard To Find’.
En definitiva, con Trouble Will Find Me podríamos pasarnos el día comentando cada canción, pero eso no cambiaría nada. Este es un disco de impresiones, de gustos, de amor, de compromiso con la banda y de estados de ánimo. Nuestros sentimientos sobre él puede variar si escribimos un día gris o uno de verano y piscina. Así que olvidémonos de críticas, comparaciones y recomendaciones y dejemos actuar a la música. Dejemos de comentar el arte y experimentemos la banda sonora que Matt y compañía nos regalan para esos días grises, porque para eso está la música.
Nota bandálica: 9