Wolf Alice vinieron a escenificar en La Riviera de Madrid su propia teoría del gato de Schroedinger
Pero no era un gato sino un lobo, y no era de Schroedinger sino de Alicia. Puede aparecer cualquier cosa al destapar su caja, y es que los de Londres se sienten cómodos en casi cualquier registro. Quizá tanto como incómodos. El sí y el no, el bien y el mal. Una especie de equilibrio termodinámico, o quizá de completo caos. ¿No es acaso lo mismo?
Empiezan más oníricos con la letanía de ‘Heavenward’ y poco a poco van soltando el ruido. Como partiendo de la ensoñación shoegaze de Echo & The Bunnymen para ir adentrándose poco a poco en el noise pop que a la postre definirá la enjundia del concierto, con latigazos de The Breeders o Pixies en melodías enmarañadas cubiertas por un rugoso muro de distorsión pero con la sustancia de pop sombrío que atesoraron The Cramberries.
En esos terrenos es donde mejor se desenvuelve la caricia vocal de Ellie Rowsell, que también puede gritar y desgañitarse en plan punk, como en ‘Your Loves Whore’. Aunque anoche se la viera comedida, algo que lastró demasiado una parte central del show en la que el pop blando y etéreo en el que han querido insistir en Visions of a Life, su segundo álbum y el motivador de esta gira que arrancaba oficialmente en La Riviera y que les llevará también al NOS Alive, cobró protagonismo. Se salvó el synth de ‘Don’t Delete The Kisses’, y quizá ‘Silk’, que amenizó un trayecto bastante indeterminado, en tierra de nadie y con sobreactuación en los miembros de la banda.
‘Sad Boy’ le metió una marcha más a un espectáculo que por momentos permanecía bajo de revoluciones, y por fortuna hacia el final rugieron los mejores Wolf Alice, los de ‘Moaning Lisa Smile’ y su dramatismo progresivo y la elaborada ‘Visions Of A Life’, que les lleva por más terrenos a distintas velocidades. Con esas se despiden, y regresan para hacer ‘Blush’ también esos mismos parámetros de desenvuelto lento, de oniria áspera y ruido con mantras violentos.
Evidentemente son buenos músicos, y Theo Ellis, que sabe sacar siempre aulliditos y suspiros, salió con maestría del atolladero en el que le metió la correa de su bajo al desgarrarse. Y terminó el concierto bajo en mano y sin agarre, elevándolo como una metralleta y sin perder ninguna nota. Bravo.
Al final, lo que han hecho en Visions of a Life es un compendio de buenas canciones sin una dirección estilística clara, haciendo buena la variedad. Y no me extraña viendo su directo, con guitarra y bajo un poco sobreactuados y con demasiado gusto por el espoleo del público. Como queriendo contentar a todos, quizá faltos de asumir verdaderos riesgos y hacer inciso en una dirección un poco más concreta y no tan atrapalotodo.
Tienen sonido, tienen actitud y tienen tablas. Pero da miedo abrir la caja… destaparla y poder descubrir que está vacía.
Mención especial merecen los barceloneses Conttra, que amenizaron la velada con su indie pop de aspiraciones llena estadios, divertido y bailable a fuego. Se mueven como Foals, en ese impulso interno de rock musculoso enlazado con pop brillante y saltarín, llevan alma de Arctic Monkey y lo pasan por la picadora del dance punk, de esas fiestas orgiásticas de ritmo desenfrenado, bajos bamboleantes, cencerros, histeria y funk, a lo LCD Soundsystem. Un fiestón en directo.