Si crecisteis viendo en la tele Corrupción en Miami, alquilando Tron en el vídeoclub, y esperando durante horas a que se cargaran los juegos de Amstrad y Spectrum, tomad buena nota. Este es el disco que os mantendrá entretenidos durante un mínimo de dos semanas, garantizado.

Un disco por y para niños de los 80, ahora bien entraditos en la treintena, pero no necesariamente adultos. Electrónica divertida, con gloriosos momentos de épica de cómic o vídeojuego. Señoras y señores treintañeros, pasen a Outrun, el esperado debut de Kavinsky.

1. Intro

Que no quepa duda: el narrador nos dice antes de nada que la historia transcurre en 1986. Para meternos más en ambiente, Vincent Belorgey aka Kavinsky lanza una primera andanada de su arsenal de sintetizadores y sonidos ochenteros. Esto sirve de fondo a la historia que nos va a contar: la de ese fantasmagórico alter ego bajo el que se oculta Kavinsky, un espíritu que vaga por la noche montado en su Testarossa, a ritmo de musicón.

2. Blizzard

Recién entrados en materia, nos encontramos con el tema más Daft Punk / Justice de todo Outrun. En realidad, es una suerte para los grandes nombres de la electrónica francesa que Kavinsky no haya ahondado en esta línea, porque supondría una seria amenaza para ellos, en su propio terreno. Kavinsky lo deja ahí como diciendo «yo puedo hacer esto», pero lo hace de una manera traviesa, sólo por incordiar. Él ha venido a decir otra cosa, y eso lo veremos a continuación…

3. Protovision

Tras encomendarse a los santos patrones Daft Punk, ahora Kavinsky se encomienda a su verdadero guía espiritual: Giorgio Moroder. Y así será a lo largo de todo un disco en el que hay más influencia ítalo-americana que francesa. Las guitarras excesivas de ‘Protovision’ huelen a la tapicería del Lamborghini de Sony Crockett, y nos transportan al Ocean Drive de Miami en los años 80, o quizá Venice Beach, escenarios que ya no abandonaremos mientras Kavinsky esté al mando. Gran elección como single.

(Nota: el single incluye un excelente rework a cargo de Blood Orange. No está presente en el álbum, pero es perfecto si tenéis ganas de más tras escuchar Outrun, que seguro que sí)

4. Odd Look

Mucho ojo aquí, porque esta puede ser la mejor pista de un disco sobresaliente. El inicio, hasta la entrada de las voces, es un ejemplo de manual de classic trance elegante, sin barroquismos. Luego toman el mando unos sintes demodés y de sonido ominoso (pienso en la banda sonora de Das Boot o A Clockwork Orange), sobre los cuales se acopla a la perfección el momento vocal más misterioso y pegadizo de todo el disco. Redondo, un 10.

5. Rampage

Kavinsky sigue ahondado en su colección de cintas VHS y vídeojuegos de Commodore. (Edit: Creía que se trataba de un tema original, pero como ha comentado un lector es un sampleado de la música de Dragon Ball).

6. Suburbia

Y de repente, hip hop. Pero no en la forma que hemos llegado a entender y conocer ahora, sino al más puro estilo old school. ¿Os acordáis de cuando el break dance era ese baile increíblemente molón que veíamos en la tele? Por ahí van los tiros. En una primera escucha, ‘Suburbia’ me pareció una pista muy inferior a las mejores del álbum, pero aviso, este tema mejora y se va pegando. La base es impecable.

7. Testarossa Autodrive

El tema que dio título al primer EP de Kavinsky ha quedado, ya siete años después, como una de sus producciones más hiperactivas. Parece que con los años Kavinsky ha encontrado su zona de confort entre los 120-140 bpms, pero ‘Testarossa Autodrive’ queda como testimonio que de su varita también pueden salir rompepistas al uso. Esto lo habrían bailado como posesos en los primeros años de la Ruta del Bakalao.

8. Deadcruiser

Ahora sí, el tema de vídeojuego por excelencia. Dan ganas de apretar el joystick (joder, la que hacía que no usaba esa palabra) y ponerse a disparar como si dieran dinero por ello. ‘Deadcruiser’ sabe a una de esas fases difíciles que te hacían sudar tinta, y te hacían sentir una persona más completa y madura cuando por fin pasabas de nivel. Muchas horas ha tenido que echar Kavinsky en su pubertad a los jueguecitos para sacarse de la manga un homenaje como este.

9. Nightcall

Drive será un peliculón y lo que queráis, pero con todo sigo pensando que lo mejor que tiene es esta canción (loas chicas tenéis permiso para decir que lo mejor es Ryan Gosling). Pero ahí, con su ritmo pausadito, su voz robótica y su pasmosa sencillez, ‘Nightcall’ es el temazo integral que se le resiste a Daft Punk desde los tiempos de Discovery. Sí, aunque sea otro estilo, que aquí no hay casi huella de los franceses (el vocoder y poco más); pero sí mucha de Moroder y Jan Hammer (Miami Vice). Una de las mejores cosas que se puede decir del tema es que dos años después de haberse hecho popular sigue sonando alucinante.

10. Grand Canyon

Épica ochentera a tope. De nuevo hay que tirar de referentes cinéfilos, para un tema que hace equilibrios entre la sobriedad de Gallipoli o Terminator y la horterada de Cobra. Aquí os donde nos rendimos definitivamente a la facilidad con la que compone y produce este hombre. En los 80 se habría forrado.

11. First Blood

Tras soltar unas primeras pinceladas, Kavinsky se zambulle ahora sin tapujos en ese inevitable elemento hortera de la música televisiva y del cine comercial de los ochenta. Baterías electrónicas, tappings excesivos, un mal cantante… ‘First Blood’ es ese momento vídeoclip que tenían que tener todas las pelis ochenteras, ese momento en el que Rocky se pone a darle al saco y a hacer abdominales, Richard Gere elige sus corbatas, o Jennifer Beals trabaja duro para mejorar sus bailes. Una canción que se disfrutará más con el kit completo de beisbolera, Levi’s y Ray-Ban, en un walkman de cassette y camino de la bolera.

12. Road Game

Antes de cerrar el disco, Kavinsky vuelve a insistir en el registro que mejor domina, al estilo de ‘Protovision’ y ‘Odd Look’, aunque ahora dejando que las pulsaciones se aceleren un poco más. Otro tema que nos hace levantarnos de la silla y entrar en un bucle de movimientos que no practicábamos desde 1994. ¡Duelo de bailes!

13. Endless

En toda esta gran celebración del cine ochentero había un nombre propio que merecía ser homenajeado tanto como el propio Giorgio Moroder. Hablo de Michael Mann, que no es músico, sino realizador/director, pero sus elecciones para las bandas sonoras son tan importantes para la música de los 80 como los trabajos de Vangelis y Basil Poledouris. ‘Endless’ parece una versión futurista y con sintetizadores del tema de El Último Mohicano, la obra más perfecta de Mann. Gran cierre para la historia del «Dead Cruiser», y para el que podría ser el disco más cinematográfico de los últimos veinte años.

Conclusión: Outrun no es un disco original, ya que todos sus trucos provienen de la música de sintetizadores de los 80. Pero nadie nos ha hecho disfrutar tanto con el revival 80s como Kavinsky. Además, ha superado un «más difícil todavía»: su debut se esperaba desde hace varios años, y ha estado a la altura de las expectativas.

Los gurús de la crítica seria (aburrida) no querrán reconocerlo, pero opino que estamos ante el primer gran disco de 2013.