Ahora que su discografía está (casi toda) en streaming, seleccionamos sus 10 mejores canciones
La pelea de Prince Rogers Nelson con la industria de la música ha sido quizá uno de los elementos clave de la carrera última del artista que en algún momento fue conocido como Prince, que luego ya no (para la historia quedan «love symbol», o «el artista antes conocido como Prince») y que luego volvió a recuperar su nombre en una especie de loca polémica que, desgraciadamente, restó protagonismo a lo más importante de sus trabajos más postreros: la música.
Después de haberse sentido esclavizado por Warner Brothers, la misma disquera que le dio una inusual libertad en sus inicios y que le apoyó incluso en locuras como la de lanzar una película con apenas dos hits en el aire, ha ejercido como un adalid espiritual de los derechos de los artistas sobre su propia obra, mostrando una visión a veces profética con la irrupción de internet como nuevo universo de difusión y consumo, pero igualmente inocente otras, olvidando quizá que los dueños últimos de la cultura son sus mismos receptores. Muchos dejamos de escuchar a Prince con la frecuencia que querríamos por la dificultad que suponía, y reconozcamos que sí, que hoy por hoy nos cuesta demasiado poner el CD en el equipo y que pocos se permiten el sibaritismo del vinilo.
Así que es necesario celebrar el retorno de Prince a las principales plataformas de streaming (en Tidal ya estaba, y Tidal sigue siendo el único portal en el que la discografía está completa, incluidos los discos independientes). Y lo hacemos seleccionando sus 10 mejores canciones. Sabemos que son pocas, y que la mayoría serán evidentes, pero el resultado es de una belleza musical sin límites. Prince ya es de todos. Aleluya.
10. ‘I Wanna Be Your Lover’
El primer éxito de Prince es este baladón funky maullado en falsete que pertenece a su segundo álbum, homónimo, de 1979, y que viene a seguir la estela que había iluminado Michael Jackson el año previo, con un sonido que partía del anclaje con el disco pero empezaba a experimentar con otros ritmos más secantes y a coquetear con fórmulas pop más clásicas; no hay que olvidar que uno de los compositores principales de aquel Of The Wall del Rey del Pop era Paul McCartney.
Lo interesante de Prince es que por entonces contaba con apenas 20 años, había conseguido (con la inestimable ayuda de Owen Husney, un tiburón de Minneapolis) un contrato con Warner sin apenas carrera previa en el que obtenía plena libertad creativa durante tres álbumes y tocaba todos los instrumentos en sus discos, siempre con un destacado virtuosismo. Era el principio de lo que estaba por venir.
9. ‘Kiss’
‘Kiss’ empezó como un experimento acústico de Prince cedido a Mazarati, una banda de funk emergente. El resultado de su trabajo sobre el tema le impresionó tanto que quiso recuperarlo para sí mismo, lo regrabó y lo incluyó a última hora en su disco de 1986 Parade, que ponía banda sonora a su segunda película, Under The Cherry Moon.
Warner se opuso a lanzarla como single, pero la libertad creativa de Prince pudo más y la crítica y las listas le dieron la razón. El tema se convirtió rápidamente en uno de sus mayores éxitos, apoyado por un enorme videoclip coreografiado por Rebecca Blake y en el que vemos a un artista hipersexual y andrógino, con una masculinidad femenina inusual hasta la fecha que desafiaba incluso los estándares sexuales de David Bowie, y le valió un Grammy.
Además, sirve como anticipo a la sequedad rítmica post-disco que caracterizaría su regreso en solitario tras la ruptura de The Revolution después del Parade Tour, con el doble álbum Sign ‘O’ The Times.
8. ‘Let’s Go Crazy’
Prince es, evidentemente, un grande del funk, del RnB, del soul o de todos los estilos más «negros» de EEUU. Pero su influencia no sería tal sin la revolución que acompañaría a la obra maestra de 1984 Purple Rain, que se abría con este trayazo de rock de iglesia que demuestra la enorme capacidad de Prince para facturar riffs de guitarra demoledores y que ha sido tan definitiva en la construcción de artistas como Lionel Richie, Lenny Kravitz o Aerosmith. A parte de todo, sí, Prince era un amo de la guitarra, uno de los guitar gods más talentosos e influyentes.
«Dearly beloved, we are gathered here today to get trough this thing called life…»
7. ‘Dirty Mind’
Después del éxito de Prince, Prince inició una serie de tres álbumes que anticiparían su eclosión definitiva y en los que iría desecando su sonido, haciendo cada vez más patente el influjo de la new wave y concretando su idilio entre el funk, el pop y el rock, siguiendo muy de cerca el trabajo de los Talking Heads de David Byrne.
Dirty Mind, de 1980, es el primero de estos tres trabajos, y el primero además en el que vemos unas letras cargadas de sexualidad y de referencias explícitas. En ‘Uptown’, su buque insignia, vemos un up-tempo sutil del que han bebido músicos tan dispares como Dev Hynes de Blood Orange o Josh Mount de Metronomy, pero nosotros nos quedamos con el escarceo kraut del tema homónimo y con su riff de sintetizador (acreditado a Doctor Fink), que fue recreado por Van Halen en el éxito ‘Jump’ de 1984 (del álbum 1984) y posteriormente por Lionel Richie en ‘Dancing On The Ceiling’ el tema titular del mismo disco de 1986.
6. ‘When Doves Cry’
Otra prueba más de que el dominio excelso de la guitarra de Prince alcanza un nivel superior por primera vez en Purple Rain. El lick con el que se abre la canción es extremadamente técnico a la vez que sencillo, pero sobre todo está atacado con una soltura inusual para un cantante (solo puedo pensar en Matt Bellamy de Muse como un guitarrista-frontman tan completo en ambas facetas, fuera del campo más ascético del blues), y se funde inteligentemente a lomos de la batería marcial con un riff de teclado delicioso. La performance vocal de Prince es profunda y erótica, y mantiene una suciedad rockera siempre en tensión con un engole más clásico y con una elegancia imperturbable, y luego queda redondeada por un solo espectacular y por atroces aullidos de renuncia. Hay poco más que decir: ‘When Doves Cry’ es un pedazo de tema.
5. ‘Sign ‘O’ The Times
Antes de disolver The Revolution, Prince empezó a trabajar en el sucesor de Parade afrontando un mayor protagonismo reclamado por Wendy Melvoin y Lisa Coleman, guitarrista y teclista de la banda. Mientras tanto exploraba las posibilidades de su alter ego femenino en el proyecto en solitario Camille, en el que modulaba su voz para acercarse a las tesituras de una mujer; no hay que olvidar que Prince solía encargarse de todos los sonidos de sus discos, incluidos los coros y las segundas voces, donde ya había jugado con timbres femeninos.
Pero el genio de Minneapolis estaba empezando a perder el contacto con su identidad artística, y decidió despedir al dúo Wendy & Lisa y regresar en solitario con un triple CD, Crystal Ball, que recopilaba el trabajo de todos esos años. Warner no aceptó la extensión y le obligó a recortarlo y convertirlo en un doble CD, que al final saldría a la luz bajo el título Sign ‘O’ The Times; era el principio del fin de las relaciones entre Prince y la discográfica.
La canción que le da título se lanzó como primer sencillo en febrero de 1987 y presentaba un Prince mucho más contenido, en un ejercicio de minimalismo funk con un riff de bajo electrónico tremendamente blues y una programación también electrónica proporcionadas por el sampler Fairlight, tan prototípico de los 80. No perderse tampoco la espectacular versión que hicieron Muse.
4. ‘Controversy’
Sencillo principal del álbum del mismo nombre de 1981, ‘Controversy’ venía a responder a todos los rumores y especulaciones que se despertaron después de la extremada sexualidad exhibida en Dirty Mind, con debates sobre la orientación sexual de Prince, sus preferencias religiosas, su carácter provocativo y andrógino y el ambiente político reinante en los EEUU neo conservadores de Ronald Reagan.
Pero sobre todo es quizá el tema más puramente post disco-funk del artista, entrelazado con un patrón casi punk y dotado de una sequedad estacada obtenida del bajo sintético y la guitarra que aligera el peso del ritmo. Se redondea además con un estribillo sutil y enormemente pegadizo, que es lo que le hace distanciarse del mismo tipo de funk motóriko que desarrolló Bowie junto a Carlos Alomar en Station To Station y que ya tenía un precedente algo menos «soul» en Talking Heads. LCD Soundsystem o Arcade Fire (con Beck en el vídeo del enlace) no la han versionado varias veces por nada: es un hito fundador del sonido DFA.
3. ‘Nothing Compares 2 U’
El Prince de principios de los 90 es una súper estrella henchida de ego y obsesionada con el reconocimiento y el éxito comercial, lo que permite entender en parte el rebote que se cogió cuando Sinéad O’Connor publicó recién estrenada la década el sencillo ‘Nothing Compares 2 U’ y obtuvo con él mayor éxito que el logrado por Prince con cualquiera de sus singles.
El tema había sido compuesto originalmente por Prince hacia 1984 como una dedicatoria a su amante de entonces, la hermana de su guitarrista Wendy y aspirante a cantante Sussannah Melvoin. Una pequeña parte del regalo que Prince le hizo, todo el álbum The Family y el lanzamiento del proyecto del mismo nombre en el que Prince era el compositor principal y Sussannah la cantante, acompañada de Paul Peterson, anterior teclista de The Revolution y con una voz clavada a la de Prince.
El propio Prince consideraba este tema una de sus joyas escondidas ya que en su momento ni caló ni recibió apenas difusión, y se negaba a grabarlo y editarlo, prefiriendo dejarlo como un intocable recuerdo, incluso después de perder las tomas de estudio con su voz. Steve Farnogli, manager de Prince, lo sabía, y cuando el artista le despidió en 1989 la venganza estaba servida. Farnogli le entregó la canción a una de sus representadas, la debutante Sinéad, le añadió un loop de batería a cargo de Nellee Hooper y la convirtió en un macro hit en un ataque abierto a Prince.
El tema aparecería posteriormente en el primer recopilatorio de Prince, The Hits/The B-Sides, editado por Warner en 1993, en forma de versión en vivo y cantada a dúo con Rosie Gaines, en ese momento miembro de la flamante banda de Prince The New Power Revolution. La historia le ha dado la razón: el tema es tan inconfundiblemente suyo que da igual lo que haga una Sinéad que ya claudicó y dejó de interpretarlo en directo allá por 2013. Nada puede compararse con Prince.
2. ‘Little Red Corvette’
1999, publicado en 1982, supuso la verdadera explosión de Prince como artista de masas por su orientación evidentemente más pop y gracias a sencillos tan efectivos como la propia ‘1999’ o ‘Little Red Corvette’. Pero por encima de todo es el álbum en el que Prince dio un paso adelante en la configuración de lo que luego vendría a ser considerado el sonido Minneapolis, que ya se había insinuado en el sencillo de Lipps Inc. ‘Funkytown’, de 1980 y del que Prince se convertiría en máxima referencia, dejando el camino abierto para que artistas como Bruno Mars siguieran explorándolo.
La que nos ocupa, enorme tema, ejemplifica el limado de la sincopación funky y la inclusión de la new wave, sus sintetizadores, sus guitarras más rock, sus cajas de ritmos y sus baterías programadas, además de una sexualidad de Prince más afinada y comedida, no tan sudorosa (aunque siga siendo explícita; el pequeño Corvette rojo podría ser perfectamente un clítoris, igual que el 1 de la portada tiene forma fálica), que prologa la intensidad expresiva que le convertiría en una estrella en su siguiente trabajo: Purple Rain.
Stevie Nicks la escuchó por la radio en el coche con su marido el día de su boda y quedó tan impresionada por sus sintetizadores que elaboró una melodía sobre ellos, paró a comprar una grabadora y alumbró el tema ‘Stand Back’ para su segundo disco en solitario, The Wild Heart, en la habitación de la pareja en el Rancho San Ysidro de Santa Bárbara, durante su luna de miel. Luego llamó a Prince, le contó la historia y Prince se acabó personando en su estudio para grabar todos los sintetizadores, incluido el Oberhaim OB-Xa tan característico de su época más gloriosa, la que enlaza 1999 con Purple Rain.
1. ‘Purple Rain’
Prince llevaba varios años empeñado en la idea de hacer una película con su nombre, especialmente tras el éxito de 1999, durante cuya gira ultimó los conceptos que quería abordar y plasmar. Con todo, no era suficiente para una Warner que se negaba a satisfacer los deseos de grandeza de un Prince que actuaba como la súper estrella que sería pero que todavía no era.
En este sentido fue clave la participación del antes mencionado Steve Farnogli, en ese momento colaborador del por entonces manager de Prince Bob Cavallo, que consiguió convencer a la major negociando la producción de la película como exigencia para renovar el contrato con el artista. El resto es historia: Purple Rain se convirtió en un blockbuster y terminó de encumbrar a su ideólogo, que además se hizo con el Oscar a Mejor Canción, y el disco asociado a él es por derecho el trabajo más vendido y admirado de Prince y uno de los mejores de la historia por la orientación pop de un complejo sincretismo de ideas musicales provenientes de todos los géneros con los que el genio de Minneapolis llevaba trabajando desde sus inicios.
El tema titular une elementos de gospel, RnB y rock de iglesia para lograr el efecto más apoteósico que Prince imaginó nunca. Su imagen quedará para siempre en brazos de la historia, con el pelo rizado, el tímido e infantil bigote, la chaqueta con chorreras de predicador eléctrico y el aullido por bandera, encarnando en una misma figura la rudeza del hombre, la aguda pasión de la mujer y el canto de sirena de la guitarra, su mejor compañera y espíritu santo de la trinidad que simboliza Prince. Bañado en el púrpura espectral de la pórfida noche, ese que tan icónico se ha tornado en esto de unir el aquí y el más allá con los lazos de la música.
Que llueva, como diluviaba cuando Prince interpretó ‘Purple Rain’ ante la atenta mirada del inclemente universo durante el intermedio de la Super Bowl de 2007. Que la noche se tiña de violeta. Que resuene para siempre ese momento en el que Prince rompe de un aullido la calma oscura de la canción con ese «honey I know, I know, I know times are changing». Que resuene esa preciosa declaración de amor libre, ese no quiero hacerte daño, ese lo hago por tu bien. Que resuenen los berridos y las notas de guitarra. Que caiga sobre nosotros la lluvia de color púrpura.
A continuación te dejamos la playlist completa: