Desde Mallorca a Santiago de Chile, L.A. van capturando manadas de nuevos fans allá donde vayan, gracias a su rock cautivador y cuidado en el mínimo detalle. Los hemos visto en el 101 Sun Festival, donde resultaron ser una de las grandes sorpresas para los más, y donde aprovechamos para hablar con su frontman, Luis Alberto Segura.
Ya os hemos hablado de ellos en varias ocasiones y muy mal si no habéis leído nuestra reseña de Dualize. Pero MUERTE Y DESTRUCCIÓN si no los habéis escuchado.
Un soplo de aire fresco en un panorama musical patrio que está empeñado en sonar a algo diferente y que al final suena demasiado igual.
– Sabemos que L.A. viene de Luis Alberto, pero cabe preguntarse: ¿la ciudad californiana no influyó en la elección del nombre?
– Pues, no, no ha influido en la elección porque el nombre lo puse cuando tenía 8 o 9 años. Empezaba a hacer ruidos en mi casa con teclados y demás. Me grababa en cintas y como no me cabía “Luis Alberto demos”, ponía “L.A. demos”. Hay cassettes en mi casa del 88-89 que dan fe de que es así, que es cierto. Pero Los Ángeles es una ciudad que adoro, tengo muchos amigos allí, voy constantemente y me siento como en casa, así que la asociación con la ciudad me parece fantástica porque adoro esa ciudad y adoro la gente de ahí.
– ¿Tu primer recuerdo musical?
– Pues hay muchos, muchísimos. Creo que aprender a pinchar 45 revoluciones. Y también recuerdo a mi padre explicándome cómo se limpia el vinilo, cómo se pone la aguja encima, cómo guardar un disco… cuando yo tenía 5 o 6 años. Porque en mi casa había una gran colección de vinilos y mi padre le aterrorizaba que sus hijos se los rompieran o se los rayaran (risas).
– ¿Y la primera canción?
– ¿La primera canción que recuerdo? ¡UFF! Mogollón de los Beatles. Tengo un recuerdo muy bonito de una que se llama ‘It Won’t Belong’. Es un tema muy curioso porque hay unos coros muy repetidos y divertidos. Me recuerdo siendo muy pequeñito y cantándola. Me aprendí la letra mucho antes que cualquier otra cosa de niños.
– ¿Con qué música creciste? En tu música se notan influencias de décadas de rock, de los 60 a los 90: ¿qué artistas son los que más te han marcado?
– ¡Wow! Pues, como te decía, los Beatles. Y en mi casa, lo que más escuchaban, que mis padres son muy fans, era la música de los 60 a los 70: Jimi Hendrix, Neil Young, Neil Diamond, The Who, Led Zeppelin. Eso hasta el 90-91, cuando empecé a trabajar y a tener mi propio sueldo. La música venía de Seattle en esa época. Aunque, ahora que lo pienso, el primer CD que me compré venía de Los Ángeles y era de los Red Hot Chili Peppers, el Blood Sugar Sex Magik, que es un disco que me marcó un montón. Pero la mayor influencia fue de todo lo que venía de Seattle: Nirvana, Sonic Youth, Screaming Trees, Soundgarden, Pearl Jam… Todo eso me pilló en mi adolescencia. ¡Fui muy, muy fan de esa mierda! Tengo una colección realmente loca a raíz de esa época: todo lo que ganaba me lo gastaba en discos. Trabajé en una tienda de discos. Monté mi propia tienda de discos. Desde entonces me quedé en Estados Unidos por toda la música que venía de ahí. Venían Wilco, Ryan Adams, Johnny Cash… Me quedé con toda esa música. Hoy en día compro aún más música, me gasto muchísimo más y todo viene de ahí.
– ¿Y sigues comprando CDs o solo vinilos?
– No, no, muchos CDs también. Mogollón, es una adicción.
– Vasco Rossi, un rockero italiano, canta que «las canciones nacen solas, son como las flores». ¿Estás de acuerdo con eso? ¿Nos cuentas cómo nace tu música?
– (Se pone pensativo) Pues, yo creo que tiene razón, la verdad. Hay varias formas de hacer las cosas. En mi caso y en el 98 % de las ocasiones, los temas salen solos. Cuando me monto una sesión de estar en casa tranquilo y ponerme a grabar, no suele salir nada guay. No sé, si fuerzas la situación o tienes un horario de trabajo, no suele salir nada, olvídate. Y es verdad: las mejores canciones que tengo, las más bonitas, mis favoritas, han salido en el peor momento que te puedas imaginar. Llegas tarde, todavía te tienes que duchar pero de repente llega esa melodía y dices “hostia, hostia, hostia, tengo que grabarlo”. Lo paras todo, coges la guitarra, lo dejas grabado, te vas, pero cuando vuelves quieres seguir con eso. Y esa es la magia de todo esto. Así que sí: yo creo que son como las flores o como cualquier cosa que nazca inesperadamente, espontáneamente.
– ¿Cómo fue grabar Dualize en Oregón? ¿Qué marcas ha dejado ese entorno en el álbum?
– Pues, fue increíble, fue genial. A Richard Swift, el dueño del estudio, lo conocí en Sound City (míticos estudios de Los Ángeles, NdR) cuando grabamos SLNT FLM y al instante nos caímos muy bien. Él en esa época empezaba a trabajar con The Shins y se metió en una gira muy, pero que muy loca y no coincidimos apenas, pero nos estuvimos mandando muchísimos mensajes. Entablamos una muy buena amistad… De hecho mañana cojo un avión a las 5 de la mañana y lo veo en el BBK, porque está ahí de bajista de The Black Keys. Y nada, él me ofreció grabar en su casa y me dijo “vas a disfrutar porque es un sitio como muy de película”. Y de hecho es un lugar donde se han grabado filmes de los que soy muy fan, como Cuenta Conmigo, una peli de los ochenta basada en el libro de Stephen King. Yo estuve ahí no sé ni cuánto tiempo, un montón de semanas. Por las tardes nos poníamos a grabar así que tenía las mañanas libres y me perdía por ahí, paseaba, entraba en librerías y cafeterías… es un pueblo muy pequeño, como de una sola calle, y parecía que en cualquier momento saldría Marty McFly con el Delorean al lado. Es un sitio muy mágico, muy diferente a los paisajes a los que estoy acostumbrado en Mallorca o en España, así que todo eso se ve plasmado en el disco. En la sonoridad, los sintetizadores totalmente ochentenos que usamos… hay una especie de aura que envuelve el disco y es muy Cottage Grove, que es el nombre de esta localidad, en Oregón.
– ¿Y qué tal es trabajar con Richard Swift? ¿Qué porcentaje hay de él en el disco?
– Siempre he dicho que ese disco podría ser Segura-Swift o Swift-Segura. Desde el primer momento le dije “quiero que hagas lo que quieras”. No somos artista y productor, quiero que te sientas libre” y así fue: un mano a mano en el que los dos nos volvimos locos. Y él fuma mucha marihuana y se dejó llevar, así que es como muy mágico todo. Yo veo mucho Swift ahí y él ve mucho Segura, así que es un disco que perfectamente podríamos haber firmado los dos.
– Si Dualize fuese un paisaje, ¿cómo lo describirías?
– Dualize es como una caída libre y de repente se abre el paracaídas. Estás en el cielo, no hay más que aire y nubes y vas bajando poco a poco. No hay árboles, ni edificios, ni coches. Nada de nada. Solo un cielo infinito. Vas cayendo del cielo, en el cielo.
– Heavenly Hell fue un maravilloso trabajo de pop-rock tirando a «clásico». SLNT FLM supuso la vuelta de tuerca: tu voz más madura, letras más profundas y melodías deliciosas con identidad propia. Pero con Dualize has llegado al disco cuasi perfecto. ¿Cómo ves tú la evolución?
– Hombre, es complicado para mí definirla. Veo una evolución y muchos cambios. Ahora estoy metido en una grabación, hace meses que trabajo en el disco nuevo y veo otra transformación. No sé si es una evolución o simplemente una maduración a algo diferente. Quiero decir, no sé si es hacia arriba o hacia un lado. Lo que está claro es que cada disco suena diferente y para mí es fantástico. Lo que más me gusta de mis artistas favoritos es que cada disco suena diferente. O sea, escuchas a Bowie y siempre es una película distinta, cada vez te ofrece algo nuevo. Y es algo con lo que yo estoy obsesionado y sin darme cuenta me sucede. A otro nivel totalmente diferente, por supuesto, porque yo ni me pinto la cara ni llevo el concepto tan lejos –por ahora–.
– El must: recomendación musical española y yanqui.
– ¿Recomendación española? Podría decirte mogollón… Pues te voy a decir Mucho, que son amigos nuestros, de Toledo y de los que somos muy, muy fans. Y una recomendación estadounidense, Sharon Van Etten, que ha hecho un discazo increíble en el que Richard ha estado involucrado mezclando y demás.
– ¿Qué opináis de la gente que habla en los conciertos?
– No lo sé, no lo sé. Hombre, si es un show pequeño en sala, como un acústico, por ejemplo, y hay gente hablando, pues es una falta de respeto del copón. Yo lo he vivido desde ambos lados: estar encima del escenario y de repente tener que parar y pedir silencio, y estar en un concierto y tener que decirle al de al lado y decirle “oye, loco, cállate porque te voy a sacar de aquí a peso”.
– Y por último, una pregunta casi obligada: ¿¿quién tiene más tatuajes??
– (Risas) ¡Pep! ¡Pep nos gana a todos!
Todas las fotos las sacó nuestro querido Borja Espresati. Si os pica la curiosidad, aquí tenéis más.