Los Beatles consiguieron su primer número uno hace hoy 50 años. Su fama les llevó a dar más de 1400 conciertos, desatando la locura colectiva. Pero en su visita a Filipinas en 1966, probaron un nuevo nivel de acoso. John Lennon, que después escribiría una de las canciones más pacifistas de la historia, declaró: «Sólo volveríamos allí con una bomba atómica». ¿Qué ocurrió en Filipinas?
«Los Beatles dejaron de actuar en directo porque las fans gritaban tanto que era imposible escuchar su música en vivo. Por entonces, no existía potencia de amplificación suficiente como para hacerse oír sobre los gritos de la masa histérica de fans.» Este es el mito que circuló por Reddit y otros foros de internet hace escasos meses, seguramente tras haberse repetido muchas veces a lo largo de cincuenta años.
Es cierto que los conciertos de los Beatles nunca fueron modelo de limpieza de sonido. Imágenes como las de su concierto en el Shea Stadium (Nueva York) en 1965 hablan por sí solas:
Por primera vez en la historia del pop, un grupo actuaba ante 55.600 gargantas enfervorecidas. Nunca un concierto había recaudado tanto dinero. Fueron necesarios 2.000 efectivos de seguridad, que tuvieron que emplearse a fondo para atender a las jovencitas que se desmayaban y placar a los fans que saltaban al césped para intentar llegar al escenario. Los Beatles habían dejado pequeño a Elvis, el ídolo al que pretendían emular.
El concierto en el Shea Stadium fue un auténtico desastre en cuanto a sonido. El ruido hecho por el público era ensordecedor; según los propios Beatles, el doble de ruidoso que cualquier otro concierto. Tanto, que no podían oír lo que tocaban.
Pero es falso que no hubiera tecnología disponible para sonar más alto y claro. En aquellos años, The Who conseguían que Marshall diseñase amplificadores más potentes para ellos. Más aun: se dio la extraña situación de que los Who, siendo teloneros de los Beatles, instalaban sobre el escenario un equipo mucho más potente que el de los Fab Four. Así lo recuerda John Entwistle: «Los Beatles no entendían que usásemos aquellos amplificadores tan enormes. Nosotros no entendíamos que ellos usasen aquella basura».
En realidad, los Beatles fueron esclavos de los intereses de Vox. La marca británica no creía en fabricar amplificadores grandes; pensaban que serían demasiado potentes y caros para el público, y que nadie los compraría. Menuda visión comercial la de estos señores…
El concierto de Nueva York, filmado para la posteridad con 14 cámaras, fue quizá el punto más alto de la fiebre mundial por los Beatles. Una vez logrado aquello, ya nada podría superarlo, jamás. Y ello quedó patente durante su siguiente gira mundial, la de 1966.
La verdadera razón del cansancio de los Beatles hay que buscarla en el acoso al que se veían sometidos en sus giras. No es que los de Liverpool fueran unas caprichosas y debiluchas prima donnas; a lo largo de los tres años que pasaron girando por el mundo, el problema creció hasta salirse de madre.
Si volvemos, será con una bomba atómica
En el verano de 1966, los Beatles visitaron por primera vez Japón y Filipinas. En Japón, los conservadores protestaron por su actuación en el Budokan de Tokyo, un pabellón ideado para albergar artes marciales y no música en directo (los Beatles fueron los primeros en actuar allí). La cosa no pasó a mayores; de hecho su paso por Japón se recuerda como una de las mayores hazañas de los Beatles: actuaron en el Budokan cinco veces a lo largo de tres días.
Pero lo de Japón fue un aviso de lo que estaba por venir en Filipinas.
Todo iba bien hasta que la Primera Dama Imelda Marcos, que quería conocer a los Beatles, los invitó a una recepción en el palacio presidencial. Brian Epstein, manáger del grupo, declinó educadamente la invitación, siguiendo su política habitual: no participar en recepciones oficiales. Pero la señora Marcos no estaba acostumbrada a las negativas.
Los medios filipinos hicieron público el desplante de los Beatles, vendiéndolo como un desprecio a toda la nación. La escolta policial que les habían asignado desapareció repentinamente. La comitiva de los Beatles tuvo que dirigirse al aeropuerto de Manila sin ninguna protección. En el aeropuerto se rozó la tragedia: Mal Evans, road manager de la expedición, fue golpeado a puñetazos y patadas, y los miembros del grupo fueron acosados y zarandeados por la multitud.
Cuando ya habían subido al avión y pensaban que estaban seguros, apareció la policía y obligó a Epstein y Evans a bajarse y acompañarles. Evans se despidió al borde de las lágrimas, pensando que ya no volvería. En realidad, las autoridades sólo querían dinero, bajo el pretexto de cobrar impuestos de las ganancias de la gira. Tras pegarles el sablazo, dejaron que la comitiva de los Beatles se marchase del país.
John Lennon, expresivo y sin pelos en la lengua como era habitual en él, dijo sobre el incidente: «Sólo volveríamos allí con una bomba atómica. No quiero ni sobrevolar las Filipinas».
Los Beatles fueron el primer grupo de pop que causó una histeria a nivel global, pero también fueron los primeros en probar el lado negativo de la fama y hartarse de ello. En realidad, hasta el público empezó a dar ligeras señales de cansancio.
En agosto de 1966, en medio de la polémica por las declaraciones de Lennon en las que afirmaba que los Beatles habían llegado a ser más importantes que Jesucristo, las cifras de asistencia de su tour americano fueron menores que las de 1965, aunque seguían siendo números notables.
Tras lo de Filipinas, los Beatles completaron sus compromisos americanos sin ningún entusiasmo, y luego se plantaron para siempre. En cualquier caso, su música se había vuelto demasiado complicada para plasmarla en directo. Su último show oficial fue en el Candlestick Park de San Francisco el 29 de agosto de 1966, sólo tres años y cuatro meses después de conseguir su primer número uno. Ya sólo volvieron a actuar en 1969, de manera improvisada, sobre la azotea del edificio del Apple Records en Londres.
Pero eso no quiere decir que actuasen poco. De hecho, se cree que los Beatles dieron más de 1400 conciertos y actuaciones en su carrera, contando sus casi 300 apariciones en el Cavern Club de Liverpool y los agotadores conciertos de Hamburgo antes de llegar a la fama. En Wikipedia hay una completa e impresionante lista de todas sus actuaciones registradas.
En fin, supera eso, Justin Bieber.