El colectivo de trap liderado por C. Tangana se enfrenta en 2017 al peso de la trascendencia
El hip hop lleva dando un vuelco cerca de 10 años en el panorama mundial. Rebuscando en las raíces de la cultura que al final lo impulsa irremisiblemente. La dureza se ha ido diluyendo del discurso y se ha relegado a la profundidad intensa del ritmo, la voz ha cobrado protagonismo y se han perfeccionado las técnicas para procesarla al punto de hacer emocionales y simbólicos los juegos de autotunes, vocoders, talk-box y melodyne. Las formas de expresión se han acercado más a la morfología del RnB y el trap lo ha conquistado todo con su bombástica y melódica cadencia.
En España, un chaval de Madrid y graduado en Filosofía por la Universidad Complutense estuvo siempre listo para anticiparse, para mudarse, para cambiar y para hacer oídos sordos de las críticas y de los halagos, y al final ha resultado ser una de las cosas que explican su merecido éxito inmaculado. Es lo que cuenta C. Tangana en ‘Ya Sabes’: «tengo que moverme».
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Cuando en 2011 reemergió en la escena underground liderando Agorazein (banda, colectivo más bien, en la que le acompañan Sticky M.A, Jerv. Agz., Fabianni y I-Ace) y llevando en brazos Kind Of Red (¿el primer álbum de trap de nuestro país?) se había quitado de en medio el pseudónimo Crema y ya confesaba musicalmente su devoción por Drake o por Kanye West y sus métodos de procesamiento vocal, a los que recurría también en su primer álbum en solitario, homónimo, desde un ángulo más melódico y reposado. Estaba revolucionando las cosas. Para confirmarlo, aquella frase de Valle-Inclán que se han atribuido otros grandes como Dalí o Cela y que se hizo carne al servicio de Antón Álvarez Alfaro con la polémica desatada por el videoclip de ‘Tu Al Gulag Y Yo A California’, en el que Los Chikos Del Maíz se burlaban del Tangana de ‘Alligators’: «que hablen de ti aunque sea bien».
Agorazein han conseguido atrapar en un producto consecuente con su tiempo el sonido de toda una generación
El beef se retroalimentaba en 2015 y servía de plataforma viral al joven rapero, que respondía con una declaración de intenciones musical y conceptual (una raw lesson) en ‘Nada’. El tema es una reconversión del ‘No Tellin’ de Drake, y pertenece a una serie de sencillos que sacó haciendo suyo el estilo del canadiense sobre originales de If You’re Reading This It’s Too Late.
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A principios de este año Tangana ya estaba empezando a aparecer como un icono de la cultura popular y despuntaba inteligentemente sobre todo lo underground. Los Chikos Del Maíz contraatacaban con ‘Los Pollos Hermanos’ y el de Pueblo Nuevo devolvía el golpe con ‘Los Chikos Del Madriz’. Y entre todos montaban un jaleo que en plena vorágine electoral llegaba a traducirse en la pelea por las nuevas generaciones entre Podemos y Ciudadanos; que volvía a relacionarse con la vieja dualidad del Atleti y el Madrid, del colchonero y del vikingo. En parte ridículo, porque es como si en EEUU enfrentaran a Drake con Run The Jewels… unos prefieren el expresionismo agresivo y el clasicismo formal del género y otros la deconstrucción, el intimismo del trap, la melodía y la capacidad inspiradora de las cadencias vocales.
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El caso es que C. Tangana continuó sacando sencillos, llevándose una de las canciones del verano (ese ‘Antes De Morirme’ con la revelación Rosalía) y preparando ingeniosamente el terreno para la salida del segundo disco de Agorazein, un Siempre que confirma definitivamente al colectivo como el lucero del alba del rap en España. Y al final Los Chikos Del Maíz anunciaban ayer su separación (con sus extrañísimos y dispares homenajes respectivos) dejando el camino prácticamente despejado y a expensas de lo que decida hacer Kase.O con sus Violadores Del Verso (a los que también se referían con orgullo Los Chikos Del Maíz en ‘Los Pollos Hermanos’).
Agorazein son el reflejo de eso que llamábamos «el año del movimiento» cuando hablábamos de 2016. Han conseguido atrapar en un producto consecuente con su tiempo el sonido de toda una generación y, sin inventar nada, sí han sabido adelantarse rechazando la imitación y apostando por la adaptación, demostrando que el inmovilismo nunca es una opción.
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La primera gran prueba de si se quedará en eso, en 2016, la tenemos encima: el concierto en Joy Eslava del próximo 7 de enero, con sold-out; en lo que ocurra entre esas paredes estarán fijas las más ávidas y críticas miradas de la industria. Pero 2017 les reserva otras pruebas de altura, las que les pongan en el salto mortal definitivo. El sábado 3 de junio, de momento, estarán también en el Primavera Sound. Alea iacta est.