Para entender bien el maremágnum de influencias de las que beben The Black Keys es conveniente bucear un poco en la historia.
El blues. Género maldito donde los haya. Lamento de marginados negros, tan americanos como el mismísimo presidente, pero esclavizados por el color de su piel; grito desgarrador de aquellos cuyos derechos eran pisoteados sistemáticamente. El cuerpo molido a palos, una guitarra desvencijada y el alma rota de desamor eran suficientes para los inventores, todos ellos anónimos, de la música moderna.
Su herencia fue recogida ya en los años veinte por Skip James, Robert Johnson o Son House, en cuyas voces se percibe el sufrimiento de generaciones enteras; desde las injusticias más lacerantes hasta los actos más cotidianos de vidas sencillas que sólo buscaban sobrevivir. A ellos, Dan Auerbach y Patrick Carney les deben todo.
Sin embargo, el dúo de Akron, Ohio no regresa tan atrás; es mucho más atractiva la época que Darnell Martin retrató en su película Cadillac Records, cuando, en los años cincuenta, los monstruos del blues como Howlin’ Wolf, Muddy Waters o Willie Dixon se hicieron con una guitarra eléctrica.
Se acababa de iniciar un camino que desencadenaría (junto con otras causas) en el nacimiento del rock. En los sesenta y primeros setenta, Jimi Hendrix, los Rolling Stones, Led Zeppelin y otros hicieron suyo ese sonido, evolucionándolo hasta crear un estilo de masas cuya influencia aún palpita, gracias en parte a grupos como The Black Keys.
Chavales de instituto con ídolos claros, cuyo placer es tocar sus canciones favoritas y experimentar con versiones propias de un sonido ya pasado. No obstante, su trabajo no es único, pues Junior Kimbrough (al que TBK versionan constantemente durante toda su carrera) o Jack White, son otros ejemplos de lo mismo.
The Big Come Up (2002)
Título ambicioso el que escogieron para su debut, en el que una cosa queda clara: Dan Auerbach es bueno, no sólo con la guitarra, sino con una portentosa voz que tampoco tiene mucho que envidiar a la de Jimi Hendrix. (Qué bonito dueto habrían hecho tocando ‘I’ll Be Your Man’).
Grabado en el garaje de Carney, el disco lo tiene todo para ser amado por los seguidores de Led Zeppelin, Cream y el propio Hendrix: repaso más que notable a todas las influencias que ya hemos comentado, en una grabación casera que confiere al disco un ambiente lo-fi propio de aquella época.
Trece canciones en las que rara vez se añade más elementos que la guitarra de Dan y la batería de Patrick. Hay versiones, como ‘She Said, She Said’, de los Beatles, sin duda una de las mejores canciones del disco. Por lo demás, destacar ‘Busted’, ‘Run Me Down’ y ‘Brooklyn Bound’, aunque en realidad todo el disco funciona a la perfección sin que sobresalgan unas canciones por encima de otras.
Nota: 7
Thickfreakness (2003)
Con Thickfreakness llegaron las primeras y extenuantes giras; días enteros conduciendo para acudir a pequeños festivales que reclamaban sus servicios; aunque de forma discreta, la fama comenzaba a sonreír a los de Ohio en tierras americanas.
En cuanto al estilo, apreciamos las mismas tendencias que en su debut. Idéntico sistema de grabación y un resultado sonoro muy similar, con un espacio reservado para el puro sonido rock de ‘Set You Free’ y ‘Hard Row’, y otro para el blues, con ‘I Cry Alone’. Destacar también la versión de ‘Have Love Will Travel’, de los geniales The Sonics (a quienes TBK también deben mucho).
Nota: 6,5
Rubber Factory (2004)
A pesar del fracaso de su gira europea, la pérdida de dinero y la frustración por no alcanzar la fama; por tercer año consecutivo, TBK editan disco, mostrando tener energía e inspiración para rato. Además fueron llamados para asistir a festivales de alto caché como el Bonnaroo o el Coachella; y Rubber Factory se coló, aunque de manera discreta, en algunas listas de los mejores discos del año.
Para grabar el disco, Auerbach y Carney se prepararon su propio estudio y eso se nota ligeramente en la producción final, más cuidada y más profesional. Una premisa básica a la hora de avanzar en su camino a la fama; un salto cualitativo. Sin embargo, el sonido de la banda apenas había evolucionado desde sus primeras versiones; era lo que faltaba para que el grupo terminara de despegar, pero eso aún tendría que esperar.
En cuanto a las canciones más destacadas, hay que nombrar la malvada ‘When The Lights Go Out’ que con su paso lento pero seguro, se erige en una de las canciones más interesantes de Rubber Factory; junto con ‘Till I get my way’, ’10 A.M. Automatic’ o ‘Grown So Ugly’, que recuerdan mucho a Lenny Kravitz. No me quiero olvidar de ‘The Lenghts’, mi favorita del disco, que saca el lado más íntimo de Auerbach, en lo que es una de las canciones de amor más dolorosas que he escuchado nunca.
Nota: 7
Magic Potion (2006)
Malvado y sexy inicio el de Magic Potion con ‘Just Got To Be’, canción que arreglada al estilo de sus últimos discos, sería uno de sus mejores hits. Esta vez, Auerbach y Carney se lo tomaron con más calma y eso se vuelve a notar en la selección de once canciones que componen el que ya era su cuarto disco de estudio.
Aunque el sonido se parece mucho al de su predecesor, las canciones se muestran algo más elaboradas y acertadas que confieren un sonido más compacto. Destacar ‘Your Touch’, ‘Give Your Heart Away’ y ‘Modern Times’ por su ritmo y fuerza, aunque lo cierto es que este álbum el dúo baja las revoluciones en la mayor parte del disco. Ejemplifican esto ‘The Flame’, ‘Just The Heat’ (de las mejores) y ‘You’re The One’ (el aporte romántico de este disco).
Nota: 7,5
Attack and Release (2008)
Attack and Release es el principio del cambio, la recta final hacia el estrellato mundial. Y esto fue así, en gran medida, por la aparición de Danger Mouse, uno de los mejores productores actuales (al menos para mí), cuyo estilo y mano serán el complemento ideal para unos músicos maduros, que en seis años habían editado cinco discos.
La gran novedad es que, aunque tímidamente, Auerbach y Carney comienzan a envolver sus canciones con más instrumentos y coros, con lo que su sonido gana en fuerza y se adapta al estilo actual, sino revisen ‘Strange Times’ o ‘Lies’.
Con respecto a las canciones, ‘So He Won’t Break’ es una de mis favoritas; tiene un sonido espectacular, muy cercano al soul, al que parece que podrían volver en su nuevo disco. Tampoco me quiero olvidar de ‘All You Ever Wanted’ y ‘Things Ain’t Like They Used To Be’, en la que Auerbach se rompe el corazón por mil partes.
Pero mi canción favorita es ‘I Got Mine’; tuve la suerte de asistir al concierto que el dúo dio en Madrid hace un par de años y fue una de las canciones que más me gusto. Con un setlist protagonizado por sus dos últimos discos, fue uno de los pocos caprichos en los que Auerbach y Carney se permitieron volver a sus anteriores trabajos. La sola guitarra de Dan se comió todo el Palacio de los Deportes dando a todos una lección de rock. Enormes.
Nota: 8
Brothers (2010)
Y por fin llegó lo inevitable. La fama, hasta entonces esquiva para el dúo de Akron (sobre todo en Europa, recordemos que en América sí eran bastante conocidos), no pudo obviar ese Brothers que nos golpeó a todos y cada uno de nosotros en toda la cara dejándonos con la boca abierta y descubriéndonos un auténtico grupazo.
Auerbach ya había debutado en solitario un año antes y, junto a Carney y un elenco de raperos habían editado Blakroc (más que interesante disco). Era la hora de actualizar el sonido, de abandonar el estilo lo fi y llenar todas las canciones con los instrumentos necesarios para crear un disco potente.
Y así salió. Pocos discos me han impactado tanto desde la primera escucha. La fuerza y seguridad se desbordan en todas y cada una de las composiciones, consiguiendo una atmósfera casi inigualable. Desde la magnífica ‘Everlasting Light’ (momento épico de su concierto en Madrid con el palacio a oscuras, sin más iluminación que la de una bola de discoteca) hasta ‘These Days’, Black Keys se dedican a mostrarnos de lo que son capaces cuando deciden profundizar y actualizar su sonido.
Hay de todo, rock con ‘Howlin’ For You’, ‘Tighten Up’ o ‘She’s Long Gone’; grandes baladas como ‘Never Give You Up’ o ‘These Days’; y el blues con ‘The Go Getter’.
Si bien la segunda parte del disco pierde la fuerza y el desborde de la primera, gana en calidad, con un sonido más íntimo (por favor no dejen de escuchar ‘I’m Not The One’). No obstante, y ya a título personal, si tengo que elegir mi canción preferida, esa es ‘The Only One’, pues resulta difícil encontrar últimamente una canción con tanta clase.
Nota: 9
El Camino (2011)
El Camino es la cúspide, es como el High Violet para The National; el final de casi diez años (se dicen pronto) de búsqueda.
Sólo un año después de asombrar a todo el mundo y ganarse finalmente la fama con Brothers, el mundo de la música les miraba con las expectativas de que llegaría algo grande. Y llegó.
Presentado por ‘Lonely Boy’ y su peculiar videoclip, El Camino se reveló como un disco mastodóntico en el cual Auerbach y Carney se sobraban en once petardazos intensísimos. Con ellos, atravesaron las cada vez más exiguas líneas que separan la música comercial de la alternativa, llevándose los principales premios Grammy y convirtiéndose en fenómeno de masas a nivel mundial.
Es el mejor disco de TBK, porque por primera vez consiguen un sonido propio, una lección de rock (‘Little Black Submarines’) y de composición con once estribillos bestiales (sirva para el ejemplo ‘Gold On The Ceiling’) en el cual todo encaja y nada sobra.
Sinceramente, en los últimos años no he visto en otro disco la fuerza (‘Dead And Gone’, ‘Hell of A Season’) y clase (‘Sister’ y ‘Mind Eraser’, esta última casi insuperable) que rezuma El Camino, convirtiendo a The Black Keys en los señores del rock actual.
Nota: 10
Turn Blue (2014)
Sobre el nuevo álbum poco sabemos. ‘Fever’ ya es de lo mejor que he escuchado este año y ‘Turn Blue’ vuelve a demostrar la clase que atesora esta banda. El sonido de ambas (sobre todo de la segunda) se acerca a ese sex rock (no sé dónde leí ese término, pero bonita combinación), del que Alex Turner ya nos dio muestras en AM. Sonido altamente sensual que incita a todo menos a estudiar.
Quizá en Turn Blue el rock desmedido de El Camino tienda a desaparecer, pero no se preocupen, lo que venga será aún mejor, pues si no nos podemos fiar de Auerbach, no nos podemos fiar de nadie.
Actualizado: ya puedes leer nuestra crítica completa de Turn Blue.
Nota: 9