Este fue el primer Apple Store del mundo. Estaba ubicado en la esquina de Baker y Paddington Street, en Londres, y abrió al público en 1967. ¿En 1967, dices? ¡Pero si entonces Steve Jobs tenía doce años, y todavía no existían ni los Macs, ni el iPod ni el iPhone! Pues sí, en 1967. Porque esta tienda no le pertenecía a la empresa de Jobs, sino a la empresa de los Beatles. Fijaos especialmente en el degradado arco iris que hay en las columnas y justo encima del escaparate:
Y ahora echadle un vistazo al primer logo de Apple, introducido nueve años después:
¿Coincidencia? Puede ser. Pero si echamos un vistazo a la espinosa relación entre ambas compañías, que incluye varias demandas y compensaciones millonarias, podríamos llegar a pensar de otra manera. Esta es la historia de dos compañías, dos manzanas y un mismo nombre.
Discos, pelis y electrónica
A principios de 1967, los Beatles estaban en la cumbre de su carrera y decidieron, por primera vez, echar un vistazo a sus asuntos económicos, que hasta entonces había llevado su manáger Brian Epstein.
Un contable les informó de que estaban ganando mucho dinero, pero también estaban a punto de perder dos millones de libras en impuestos, a no ser que creasen una empresa para reinvertir parte de sus ganancias. Y los Beatles jugaron a ser empresarios. En palabras de John Lennon, su negocio iban a ser «los discos, las películas y los aparatos electrónicos».
En enero de 1968 registraron la marca Apple Corps y sus muchas divisiones (Apple Electronics, Films, Management, Publishing, etc.) en 47 países, incluido Estados Unidos, por supuesto. Lo primero que pusieron en marcha fue la tienda, en pleno centro de Londres.
Conocida popularmente como The Apple Boutique, Paul McCartney declaró pomposamente que sería una tienda donde «la gente guapa (beautiful people) compraría cosas bonitas (beautiful things)». Ofrecía ropa y accesorios, discos, y la posibilidad de usar un pequeño estudio de grabación. Incluso se podía consultar a un astrólogo.
En esta película de 1968, se puede ver la tienda de los Beatles en pleno funcionamiento:
En realidad, los propios Beatles nunca le prestaron mucha atención, y no hacía negocio porque los dependientes estaban desbordados y no podían evitar los hurtos. Sólo un año después de su apertura, los Beatles cerraron su tienda y manifestaron que querían centrarse en la industria del entretenimiento. De nuevo: música, cine y aparatos electrónicos.
La división electrónica no fue mucho más exitosa. El objetivo inicial de John Lennon era claro y muy ambicioso: desarrollar productos para revolucionar la electrónica de consumo. Se echó en brazos de un gurú de la tecnología de entonces, un griego carismático y charlatán al que Lennon apodó Magic Alex. La admiración de Lennon hacia Magic Alex se basaba en que había diseñado una cajita de plástico con luces de colores, que parpadeaban de forma aleatoria. Lennon se pasaba las horas hipnotizado por esta cajita, cuando estaba hasta las cejas de LSD.
Los Beatles compraron un laboratorio en Londres para que Magic Alex jugase con sus proyectos y experimentos, y esperaron los resultados. Pero estos nunca llegaron. En 1969, Magic Alex estaba fuera de Apple Corps, y Apple Electronics cesó su actividad (si es que había empezado alguna vez). Luego este Magic Alex fue acusado de tráfico de armas y otros negocios turbios.
Los Beatles no volvieron a pensar en la electrónica hasta nueve años después. Hojeando una revista, George Harrison se topó con un anuncio de una compañía llamada Apple Computer. Steve Jobs y su socio Steve Wozniak habían registrado la marca en Estados Unidos en 1976, sin darse cuenta o, posiblemente, sin importarles el hecho de que la empresa de los Beatles se llamaba igual.
En 1978, Apple Corps demandó por primera vez a la empresa de Jobs y Wozniak. No llegaron a un acuerdo hasta 1981: Apple Computer debía pagar 80.000 dólares a la empresa de los Beatles, y además se comprometía a no desarrollar actividad en la industria musical, mientras que Apple Corps no tocaría el negocio informático.
¿Acabó aquí la cosa? No, ni mucho menos. En 1991, el sistema operativo Macintosh incluía un programita con sonidos musicales llamado Chimes. Nueva demanda de los Beatles, y con toda la razón. Las cifras habían crecido en estos 10 años. El siguiente acuerdo se selló por 26.5 millones de dólares, y los términos del mismo establecían que Apple Corps (la de los Beatles) podía usar el nombre Apple en cualquier actividad creativa cuyo principal contenido fuera la música. Apple Computer podría usar el nombre Apple en todo lo demás.
Hacia 2003, a Steve Jobs le debía de flaquear la memoria, porque lanzó a bombo y platillo un servicio llamado iTunes. Tercera demanda y tercer proceso legal, que duró cuatro años y resultó en un acuerdo confidencial. No se sabe a ciencia cierta, pero los entendidos dicen que la empresa de Jobs podría haber soltado hasta 500 millones de dólares para comprar, de una vez por todas, la marca Apple.
Steve Jobs, siempre tan cuidadoso en materia de comunicación, explicó así el acuerdo:
Nos encantan los Beatles, y ha sido doloroso discutir con ellos por esta cuestión. Ha sido una gran satisfacción resolver esto de manera positiva, y de forma que en el futuro ya no haya más desacuerdos.
Así, con una sonrisa y como si no hubiera tenido que rascarse el bolsillo. Los detractores de Jobs han tomado esto como un ejemplo de su forma poco clara de hacer negocios y apropiarse de conceptos o marcas de la competencia, como en el caso del Linksys iPhone, propiedad de Cisco y aparecido originalmente en 1998, nueve años antes del primer iPhone de Apple.
Por lo menos, lo de que Jobs era fan de los Beatles era cierto. Adolescente a finales de los 60, sus gustos musicales siempre se decantaron por esa generación. Tal y como se hizo público tras morir, en su iPod había hasta siete discos de los Beatles. Los cuales, a partir de 2010, ya podían descargarse desde iTunes.
Por cierto, hasta el acuerdo de 2008 se consideraba que los Beatles habían tenido mucho éxito en la música, pero muy poco en su aventura empresarial. Ahora, si ponemos en la mesa todo el dinero que recibió Apple Corps de Apple Computer, ¿quién se atrevería a decir que no fueron también unos genios de los negocios?